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La intolerancia al debate en el Grupo El Comercio

Publicado: 2014-06-10

El último domingo el politólogo y profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard Steven Levitsky escribió en el diario La República acerca de los riesgos que entraña para la democracia que el Grupo El Comercio (GEC) concentren el 80% del mercado de diarios impresos. Esta columna ha provocado el furibundo rechazo del editor adjunto de opinión del diario El Comercio, Enrique Pasquel, quien ha señalado que el “autoritarismo” se esconde en lo escrito por Levitsky.  

Veamos lo que dice Levitsky. En principio, tras criticar a los gobiernos de América Latina, sean de derecha o izquierda, que han violado la libertad de expresión y socavado así la democracia, Levitsky hace hincapié en que “el comportamiento de los privados –sobre todo cuando están concentrados en pocas manos- también puede dañar a la democracia”.

El politólogo advierte que se distorsiona el sentido de la democracia con la concentración y parcialización de los medios como de hecho ocurrió en Perú precisamente con los medios del GEC durante la campaña presidencial del 2011. “Si los grandes medios se alinean con el gobierno, ¿quiénes lo van a vigilar y controlar? ¿De dónde vendrá la investigación y la denuncia? ¿Qué quedará del derecho a la información? El caso de los Petroaudios y la campaña de 2011 demostraron que el Grupo El Comercio no es una fuente confiable de información. Tener un grupo mediático dominante y parcializado en la oposición es desagradable; tenerlo en el poder es peligroso”, anota.

“Cuando esa desigualdad es producto del abuso gubernamental, como en Ecuador y Venezuela. Los demócratas liberales lo denunciamos con fuerza (y con razón). Pero cuando es producto de la concentración y politización de los propios medios privados, solemos callarnos en nombre de la libertad. Es un error. Tolerar la desigualdad política en nombre de antiestatismo o laissez faire no es liberalismo. Es conservadurismo”, escribe el politólogo.

Finalmente, afirma que “mantener el pluralismo mediático requiere acción estatal” y propone la formación de una comisión que podría presidir el Premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa que regule, tras un consenso general, el acaparamiento de medios en Perú donde un solo grupo concentra casi el 80% del mercado de diarios impresos y casi el 70% de la publicidad que es la que otorga viabilidad financiera a un medio de comunicación.

Estos argumentos razonables y plausibles, son síntomas para Pasquel de un “autoritarismo” latente en el politólogo estadounidense al que compara con el presidente venezolano Maduro, porque para Pasquel reclamar una intervención estatal es querer “corregir las decisiones libres de los ciudadanos” capaces de concentrar y desconcentrar a su antojo cualquier concentración.

Pasquel en su respuesta solo repite el argumento que el GEC ha expuesto en todo el debate: las personas eligen que medios leer y esa libertad, ese laissez faire, solucionará cualquier imperfección, y le agrega, por supuesto, los calificativos e insidiosos símiles.

El simplismo del argumento de Pasquel es falaz. En principio, habría que recordarle que el diario El Comercio no capturó el 80% de participación de lectoría gracias a su eficiencia, sino a la absorción de la empresa periodística Epensa. 

De allí como lo señaló José Távara, doctor en economía y profesor de la Universidad Católica, la necesidad de aprobar una ley de fusiones en nuestro país que regule compras como las que hizo el GEC sobre Epensa.

Pero, además, la receta Pasquel es falaz en tanto que bajo este argumento el GEC podría llegar a tener el monopolio del mercado de prensa escrita. Entonces tendríamos reducida la pluralidad y la oferta informativa a lo dictado por un solo grupo empresarial. ¿Y esta situación, acaso, no afectaría la democracia?

Los medios de comunicación guardan una fundamental diferencia con otras industrias. Su mercancía no son zapatos ni espárragos sino las ideas y noticias, fundamentales en la formación de la agenda política y la opinión pública. Por ende reducirlos a lo dictado por un solo grupo es poner en riesgo la democracia.

Ya tuvimos como lo señala Levitsky un primer ensayo en el 2011, cuando el GEC solo tenía una participación del 49% con autocensura, vetos y despidos de periodistas. Antes de observar las consecuencias ahora que tienen el 80% no sería mejor debatir una regulación al acaparamiento en los diarios impresos como en otras partes del mundo, ya mediante una comisión que alcance un consenso general o mediante una ley de fusiones que impida absorciones como la de Epensa. Por ahora, estas propuesta en el GEC solo encuentran la intolerancia de los adjetivos y los símiles insidiosos, menuda prueba de lo que puede llegar más adelante.  


Escrito por

Enrique Larrea

Editor y periodista. Escribo informes, reportajes y crónicas que han aparecido en diferentes diarios. Formo parte del equipo de La Mula.


Publicado en

Redacción mulera

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