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Historias de las niñas nigerianas secuestradas

Las fotografías de Glenna Gordon presentan la parte más personal de las jóvenes. 

Publicado: 2014-06-09

Hauwa Ntaki es una de las niñas nigerianas secuestradas. En una carta que escribió en inglés envía un millón de saludos a su hermano, mil saludos a sus amigos y ninguno a sus enemigos. Es la tercera de su clase en el internado y le encanta el voleibol. 

Hace unos meses el nombre de Boko Haram no significaba mucho para la mayoría del mundo. Sin embargo, el trágico secuestro de las más de 200 niñas en una escuela de Nigeria ha provocado la alerta en la comunidad internacional.

A pesar de que las imágenes de las protestas han sido numerosas en Nigeria y fuera de sus fronteras, no ha existido una reflexión de las niñas como personas individuales, hijas, hermanas y amigas con sueños y esperanzas.

La fotógrafa estadounidense Glenna Gordon refleja a través de cosas simples -como las posesiones personales de las niñas, que incluyen vestidos, cuadernos, cartes-, la parte más personal de las niñas. Así, las jóvenes secuestradas ya no son víctimas anónimas, se transforman en adolescentes con una historia.

"Me quedé pensando en cómo estas chicas están desaparecidas y la forma en que se están perdiendo también de nuestras fotografías de protestas", explica la fotógrafa.

Gordon trabaja en África occidental retratando imágenes que recorren desde Liberia después de la guerra o las novelas románticas prohibidas que se intercambian las mujeres nigerianas. Sus fotografías retratan una sociedad muy hermética a través de historias con diferentes texturas, colores y contrastes. 

Aquí les dejo un testimonio de la fotógrafa sobre su trabajo con las niñas nigerianas:

Llegué en Abuja, Nigeria, con un plan. Conocí a gente de Chibok y aprendí un poco de Kibaki, la lengua local. Los saludé en su idioma, escuché sus historias constryendo una relación. A través de esta red, coordiné con un equipo de personas para reunir cosas que pertenecen a las niñas de sus familias. En cuestión de días, recibí varios uniformes escolares y cuadernos perdidos. Después, fui a Maiduguri, capital del estado donde viven las chicas, y me las arreglé para recoger aún más artículos. 

En un estudio fotográfico improvisado en Abuja, puse sus cosas en un telón de fondo de terciopelo negro para tomar las instantáneas. Aprendí un poco acerca de cada niña a través de sus artículos: Número rosado bordado en el vestido de Dourkas era especial - incluso tengo una fotografía de ella con este vestido y un cuaderno donde grabó las cartas de amor que ella y un chico intercambiaban-. Rhoda es otra chica que escribió notas de agradecimiento a sus suegros cuando le compraron un cuaderno y tenía un par de aretes de oro. Sus padres me dijeron que le gusta comer arroz y frijoles.

Estas chicas han desaparecido - y también de estas fotografías-. Pero, no podemos entender las cosas que no podemos ver y es mi esperanza de que las imágenes hagan que las niñas sean reales y visibles.

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Escrito por

Tamara Lasheras

Politóloga, amante de la música y el buen vino. Buscando formas distintas pero posibles de hacer las cosas.


Publicado en

Redacción mulera

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