Fotos: Ana Cabrera

Javier Echevarría, psicólogo, actor, conductor y consultor plantea a través de un audaz unipersonal “En busca de un emprendedor” (Teatro Mario Vargas Llosa de la Biblioteca Nacional), la reorientación en su tramo teórico y práctico del rol del emprendedor en la actualidad, la relación entre las vocaciones y capacidades personales de éste y en el camino, esboza desafíos para este segmento de empresarios que día a día planta cara en un entorno micro y macro por lo general hostil a sus actividades económicas.

El mecanismo del cambio

De acuerdo a Echevarría, la obra no plantea un modelo vocacional cerrado que defina al emprendedor. Las posibilidades estadísticas de encontrar una fusión entre el perfil de empresario ‘conquistador’ o ‘tejedor’, incluso si se añadiera al ‘buceador’, son reales. No es un modelo rígido de aires lo que muestra el psicólogo en su tercer unipersonal. El abanico del emprendimiento es amplio y diverso. Justamente ese sería –en función a la propuesta de Echevarría- uno de los ‘activos’ más valiosos del industrioso, la capacidad de mutar, de cambiar, de variar y en el tránsito encontrar ese ‘punto de equilibrio’ no económico pero si emocional que genere la transformación deseada.

Este proceso puede ser largo, tedioso, frustrante; a fin de cuentas es personal, demasiado íntimo, y tiene que ver con la conciencia, esa ‘voz’ que en la puesta funge de segundo actor, pero al mismo tiempo de importantísimo protagonista.

“En la conciencia universal lo que se busca es el intercambio de ideas, con éstas creas, generas una revolución…la verdadera revolución entonces es la búsqueda de la conciencia”, menciona Echevarría a modo de círculo virtuoso jugando estratégicamente con las palabras revolución y conciencia.

Justamente el gatillo impulsor que explica el cambio hacia una nueva actitud, una propuesta refrescada y revolucionaria que genere esa mutación es el encuentro con la conciencia.

En este punto, Javier Echevarría sabe navegar con pericia entre su formación como psicólogo y su vocación como actor. Esa toma de conciencia (ejercicio que de acuerdo a la puesta teatral llevó sus buenos años), es un proceso que implica marchas y contramarchas. Al final, el ‘reconocerse’ y aceptarse y sobre todo saber qué se desea o a dónde uno se dirige otorga pistas respecto a que el cambio ya se realizó.

“El objetivo es cuadrar (en un contexto de vida), descubrir quién soy y sobre todo ubicar el ‘quién eres’…” señala el actor.

“En la conciencia universal lo que se busca es el intercambio de ideas, con éstas creas, generas una revolución…la verdadera revolución entonces es la búsqueda de la conciencia”

Echevarría no duda en despeñarse en la obra. Relata su experiencia personal de búsquedas y cambios. La conciencia estuvo en modo ‘pause’ por mucho tiempo, pero eso no implicó que estuviera callada o en modo ‘mute’. Siempre estuvo ahí, desde la infancia, adolescencia, primera juventud; incluso en sus experiencias actorales, algunas gratas otro tanto banales como el psicólogo bien grafica en la obra en amague de autocrítica. Al final, la conciencia apareció en modo ‘play’ e inició el proceso de cambio en él, paso que lo llevaría a descubrir su perfil, su aire, su vocación…o en palabras de Echevarría: “…a redescubrirse”.

Pero, ¿bastaba eso? No, el actor llevó a la práctica este ejercicio de años. Ahora funge como socio principal de una consultora cuyas aristas pasan por la asesoría en recursos humanos, desarrollo personal, relaciones comunitarias y análisis político. Unamar, la consultora no es el resultado de un trabajo espontáneo pues Echevarría ya lleva buen kilometraje en el tramo de la asesoría.

El mensaje final: los 180 grados giraron en él…ahora toca transmitir ese mecanismo de rotación a un emprendedor.

Panorámica

La ‘industria’ del emprendimiento en el Perú no se la lleva fácil. En un tramo microeconómico, los industriosos agrupados en Pequeñas y Medianas Empresas (PYMES) y otro tanto en negocios informales de formato austero tienen dificultades para el despegue en un contexto donde la economía local acusaría un probable ralentí en las cuotas de crecimiento, éstas de cara al 2014 no serían las de hace cuatro o cinco años, pues la probabilidad de que la producción local crecería para el presente año a cifras alrededor del 5% son altas. PYMES e informalidad son dos temas muy sensibles en esta industria del emprendimiento.

A noviembre del 2012 de acuerdo a cifras de Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS), la cartera atrasada de las PYMES aumentó al 37% respecto al mismo período del año anterior; en tanto la morosidad de éstas se ubicó en un 7.72% para el lapso en mención. Para la SBS, el problema de la cartera se centraría en las políticas crediticias de las entidades especializadas en este segmento.

Con relación a la informalidad, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), al 2012 el 90% de las unidades productivas (léase: empresas) son informales. Esto es: 6.5 millones de empresas productoras de bienes y servicios en los cómputos del INEI, pertenecen al segmento informal.

Ante este panorama, ¿qué hay de los emprendedores?

Echevarría nuevamente pone la pica en Flandes y plantea que “…a pesar del Estado y su relación con la informalidad habría que detectar de qué manera el enemigo se vuelve amigo”. Después de todo y “…a pesar del Estado, son los seres humanos (emprendedores) quienes hicieron el país” señala.

Para el actor y psicólogo, el Estado fue el gran ausente durante décadas en el Perú, abandono que se reflejó en una sequía de reglas de juego. “Cuando el Estado puso reglas, colocó muros” relata.

Entonces y de acuerdo a Echevarría se trataría de una contradanza que mezcla confianza con desconfianza entre las dos partes: Regulador o Estado y emprendedores.

En este nivel es clave el discurso del actor pues se deja entrever que habría que replantear el rol de ambos lados. Nuevamente, un cambio. Mutación que lleve a que los dos lados del río dialoguen, porque para Echevarría además de ser un tópico que pase por aprender a manejar situaciones nuevas y las decepciones que esto podría llevar, también pasa por la creación de una cultura corporativa general e integral que no sólo tenga que ver con la supervivencia de una pequeña empresa o con las metas de ventas de una corporación grande, sino con crecer y en el camino conocerse.

“…a pesar del Estado y su relación con la informalidad habría que detectar de qué manera el enemigo se vuelve amigo” 

“No creo que existan vicios estructurales en el empresario que se puedan corregir, es un tema de visión integral donde si las reglas son claras, repito: estos vicios se pueden corregir” dice. La idea se centra ahí donde los empresarios, los emprendedores sepan observar o detectar su entorno y convivir con él, adaptándose a estos ‘muros’.

De ahí que el aporte del actor es crítico, en momentos donde los emprendedores podrían explicar mucho del crecimiento de la economía local para los años venideros.

Echevarría tiene un desafío no sólo como consultor o psicólogo: educar al emprendedor y ayudarlo a encontrar su perfil, tal vez este sea el papel protagónico más importante de su vida.

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