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foto:  bereniz tello

Voces del #Baguazo

Filomeno Sánchez Bustamante y Asterio Pujupat Wachapea dan su testimonio sobre lo ocurrido el 5 de junio del 2009.

Publicado: 2014-06-05

Cinco años después de los sangrientos enfrentamientos entre nativos y policías en Bagua, la periodista Bereniz Tello viajó a los lugares de los hechos. Trece horas de viaje a Chiclayo y luego otras siete hasta Bagua no minaron sus ganas de recorrer las zonas en las que se desarrolló este duro episodio, mucho menos su interés por recoger algunos testimonios.

Durante junio, Bagua es una ciudad de clima indeciso, calurosa por momentos y de lluvias cortas, a veces feroces. El sol brilla más fuerte entre 11 de la mañana y 3 de la tarde. La Plaza de Bagua tiene en el centro un monumento a los héroes del Cenepa, hay una avenida llamada así, un hospital también. Como en casi todas las plazas, hay una comisaría, la Municipalidad y una iglesia que anuncia el cambio de hora con campanadas. Los transeúntes de la plaza suelen multiplicarse al acercarse la noche.

"Llegué a Bagua y había una actividad municipal, me acerqué y a 5 años el tema causa cierta tensión. 'Fue horrible', dice una señora, señalaban por dónde venían los indígenas y los policías, señalaban al cielo para recordar los helicópteros. 'Incluso mi tío murió' -cuenta uno de ellos- 'salió a mirar y le cayó una bala-. Otro dice: 'en la iglesia había huecos de las balas'. Entre ellos hacen memoria… "¿recuerdas? por allá venían, ¿di?", me cuenta Bereniz desde allá.

Ella aprovechó su estadía para conversar con Filomeno Sánchez Bustamante, herido gravemente el 5 de junio del 2009 por balas perdidas disparadas por policías en plena ciudad, y Asterio Pujupat Wachapea,  comunero awajún detenido sin ninguna orden judicial ni policial.

"Alan García es el culpable"

Desde la terminal en Bagua uno puede encontrar carros a Copallín, en aproximadamente media hora se llega a dicho distrito. El sol agota un poco el paso, teniendo en cuenta que la casa de Filomeno está en una parte un poco empinada. Una casa de techo alto, con una amplia puerta abierta que deja ver a Filomeno sentado en su perezosa, junto a él su esposa y una niña pequeña juguetea. En una esquina su cama, acaba de tomar desayuno, por eso está en su perezosa.

"Filomeno tiene secuelas del balazo que cayó en su cabeza, por momentos su pierna y su pie derecho tiemblan. Su esposa lo acomoda para que deje de hacerlo. Él habla con energía, incluso para quejarse de la falta de agua de su distrito", dice Bereniz. "Sánchez Bustamante espera que la fiscal venga a tomar su declaración. Una vez lo citaron en Bagua pero no pudo acudir porque es difícil movilizarse hasta allá. Quisiera también una silla de ruedas 'anchita' para estar cómodo", añade.

Filomeno sonríe regularmente, pero tiene un resentimiento cuando habla de Alan García, para él es el culpable.

Una foto no siempre lo aclara todo

En la calle Cuzco número 700 vive Asterio. El policía pregunta a un superior antes de permitir una entrevista. Asterio no desea hablar sin traductor, pero finalmente accede a dar una corta declaración. "Cuando lo visito estaba cocinando, me muestra su pequeña cocina de dos hornillas, una olla y un sartén. La casa tiene pocas cosas, un colchón, un par de sillas y un estante en la sala principal. La casa afortunadamente tiene un pequeño patio al que ahora ya se le permite salir", describe Bereniz.

Antes estaban sus esposa e hijos, pero ya no, han vuelto a su comunidad que queda en Nazaret porque sus hijos estudian allí, porque ese siempre ha sido su hogar, no en Bagua. Asterio es acusado de la desaparición del mayor Bazán, él afirma su inocencia. Hasta ahora una foto en la que no se puede confirmar que es él, es lo que lo ha llevado a la cárcel durante dos años y luego le dieron el arresto domiciliario en Bagua.

"El rostro de Asterio no muestra muchas emociones, su hablar tampoco, piensa las palabras", subraya la periodista.

Yendo hacia la curva del diablo 
Se llama la curva del diablo porque varios accidentes han sucedido allí. Tras lo ocurrido en el 2009, una iglesia evangélica decidió hacer un letrero que diga "Curva de la esperanza", pero nadie llama así a esa parte de la carretera Fernando Belaunde Terry. Me dirijo allí en mototaxi, con el periodista Juan Rojas de la radio LD Stereo. En el camino me va diciendo "todo esto estaba tomado" y conversa con el mototaxita, "todo lleno de carros", "no se podía pasar", "desde aquí han tomado unas fotazos", "por aquí estaba la olla común de los indígenas". Hemos salido desde la plaza de Bagua alrededor de las 4:20 de la tarde, llegamos a la "curva del diablo" en poco más de una hora. Antes de estacionar, una señal anuncia "curva peligrosa". Cruzamos la pista y subimos la cuesta, hay plantas espinosas, así que caminamos con cuidado. Aún así se me clavó un cactus que traspasó la zapatilla. Mientras subimos se aprecia mejor el río Marañón, la curva se ve estrecha. En la loma hay una cruz que contiene una inscripción sencilla "05 de junio 2009, en memoria de los fallecidos". La pintura blanca está desgastada, se trasluce la madera y la cruz tiene quebrada la intersección. Medirá alrededor de 3 metros, imposible de ver desde la carretera, solo quien sube podría saber que ahí hay un símbolo que recuerda a los fallecidos de hace cinco años. (Bereniz Tello)

Mira la cobertura de La Mula sobre el #Baguazo



Escrito por

ALBERTO ÑIQUEN G.

Editor en La Mula. Antropólogo, periodista, melómano, viajero, culturoso, lector, curioso ... @tinkueditores


Publicado en

Redacción mulera

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