Va de siempre con un traje negro y una estrecha corbata anudada al cuello, a la inglesa. El pelo engominado y peinado hacia atrás, por arriba, y rapado a los costados, el cholo Simeone parece simultáneamente un icono de la moda y un gángster salido del capitulo más violento de Los Soprano. El ladrón de guantes negros que afanó la liga española al Madrid y al Barcelona. Diego Pablo Simeone es el puto amo del barrio. Más cool que Guardiola y más malo que Mourinho, es el Pedro Navaja, el Che Guevara de la liga española. Al frente de una banda de hunos, con elefantes y todo, el Cholo se los ha puesto de corbata a dos de los más grandes equipos del mundo, y lo propio hizo Champions, con un categórico 3–1 de visita al Chelsea, que por la agresividad, el corazón y la entrega que ha inyectado a sus jugadores sólo puede calificarse con una palabra: conmovedor. No se veía nada tan bueno desde que Germán Carty ejecutara el baile del avestruz para celebrar su gol de cabeza en el primer partido de la final de la Sudamericana entre Cienciano y River en el Monumental de Buenos Aires.
Simeone ha tomado al Atlético de Madrid –un equipo que había encumbrado la derrota a la calidad de arte –y lo ha convertido en una milicia que juega con el cuchillo entre los dientes, un grupo de once soldados que venderían a sus propias madres, si fuera necesario, con tal de llevar a la práctica la más inmortal de las frases de Luis Aragonés: ganar, ganar y ganar.
El cholismo, como llaman en España esta forma de entender el juego, ha trascendido las canchas. La victoria del Atlético en la Liga incluso llevó al periodista de El País, Iñaki Gabilondo, a decir que España, sumida en una crisis moral y económica desde hace más de seis años, necesita un proyecto que encandile y el liderazgo de un o una Simeone, y que los españoles en esta suma de ilusión, humildad, trabajo, determinación y coraje han dado con la fórmula para dejar de lloriquear y abandonar de una vez la ciénaga de la desidia y el desánimo en las que se han subsumido hace ya más de un lustro.
"No es solamente una Liga muchachos –dijo Simeone frente a un Vicente Calderón a reventar– "No es solamente una Liga, mujeres. Es algo mucho más importante lo que estos chicos le transmiten a todos: que si se cree y si se trabaja, se puede. ¡Arriba todos!"
Ser campeones no es una meta, es una actitud
Esta es la frase que rezaba en la camiseta que todo el equipo del Atlético de Madrid vistió para celebrar la liga frente a Neptuno, y de allí en el Vicente Calderón. Sin poder competir contra el Barça o el Madrid en talento individual, Simeone ha confiado en un grupo base de jugadores que se han vuelto una piña. La mayoría ya estaba cuando el Cholo llegó al club, pero con él se han revaluado en lo individual y lo colectivo, hasta el punto de apenas dejar espacio para fichajes nuevos.
El grupo: Courtois (un jovencísimo arquero que se hizo titular del Atlético de Madrid hace 3 años) Diego Costa, Filipe Luis (un enorme lateral brasileño), el uruguayo Godín (que de un cabezazo frente al Barcelona dio al Aleti el título de la Liga), Koke, el alemán, Gabi (el pulmón del equipo), Arda Turán ("Espartanos, ¿cuál es vuestro oficio?" Turan es igualito a Leonidas en 300), y varios otros entre los que se cuentan el ex–barcelonista David Villa, Juanfran, Mario Suárez y Tiago. “Es muy jodido entrar en ese grupo”, ha dicho Simeone. Y mucho más jodido ganarles. Jugar contra este Aleti es pasar por un baño de fuego.Prueba de lo que este tipo está dispuesto a hacer es esta jugada: Diego Costa recibe una pelota justita contra el Getafe, se estira al máximo, y se deja una pierna para anotar el gol
Lo que parecía una fractura de tibia, afortunadamente no pasó de ser corte. Y el Cholo después se referiría a ella: una herida más al tigre no hace la diferencia.
Papá, ¿por qué somos del Aleti?
Durante la década pasada, cuando el Atlético de Madrid no ganaba ni a las canicas, aparecieron una serie de comerciales que el Atlético de Madrid encargó a una agencia de publicidad. Dos son de particular recuerdo. El primero: un padre va conduciendo con su hijo en el asiento posterior, el niño le pregunta: papá, ¿por qué somos del Aleti? Y el padre no sabe qué responderle. El otro: un soldado de la República Española y otro del ejercito nacional se encuentran en algún paraje durante la Guerra Civil. El de la República tiene al otro como prisionero. Pero antes de ejecutarlo, le pregunta:
– ¿y tú de qué equipo eres?
– ¿Yo?, del Aleti.
– No jodas. Vete, vete.
Y le perdona la vida y lo deja ir.
Si el Real Madrid evoca al franquismo y a lo más rancio de la España del siglo XX, el mainstream de este post capitalismo en que todo está a la venta; y el Barça de Guardiola, Iniesta, Xavi y Messi parecía haber aterrizado recién en la Tierra provenientes de la galaxia de Ganímedes, el Atlético de Madrid conserva el calor humano y la cercanía con la gente de una hinchada que se ha transmitido de padres a hijos. El Atlético de Madrid es el club de las familias, de aquellas personas cuyo día a día no es una seguidilla de triunfos espectaculares sino, por el contrario, un rosario de incertidumbre, sufrimiento y esfuerzo. No es casualidad que el título de la Liga no se celebrara la noche del sábado pasado, nada más aterrizado el equipo de empatar en cancha de Barcelona, sino que esperaron un día para que los niños también pudieran asistir a la celebración frente Neptuno, el dios guardián del equipo. Sufrida como pocas, su hinchada vivió el descenso de su equipo la década pasada como una verdadera tragedia, pero al primer partido que jugaron en segunda, el Calderón estaba reventando. Y a ella apeló el Cholo en los lances más difíciles que le tocó enfrentar a su equipo esta temporada.
Un ejemplo de gestión
El Atlético de Madrid llegó y volvió a primera financieramente quebrado. Y aún hoy está al debe por 543 millones de euros. Nada más comenzar el siglo 21, un juez destituyó a su entonces presidente, Jesús Gil, y a toda su junta directiva y poco después descendía a segunda, la gente en el último partido de la Liga de aquel año, llorando desconsolada en las tribunas. El descenso fue una tragedia. Mal, muy mal. Dos años después, al volver a la Liga, su entrenador, Luis Aragonés, pronosticó que tendrían que pasar entre 5 y 8 años para que el Atlético de Madrid volviera a estar donde se encuentra ahora. Pasaron al menos diez. Lo mejor que le pudo pasar al Aleti durante los primeros años de vuelta en primera fue la aparición del niño Fernando Torres de las canteras. Se dice que han tenido mucha suerte con los delanteros, estos últimos años. Cuando venden a Torres al Liverpool de Rafa Benítez, el club ingresa 38 millones de euros, con los que traerían al Kun Agüero y a Forlán. Con ellos llegarían a ser cuartos, y volverían por fin a Champions. Y al irse éstos –el Kun al Manchester City– llegaría Falcao, y con la venta de Falcao al Mónaco por una millonada, ascendería Diego Costa. Todos ellos han competido con Cristiano Ronaldo y Messi por ser los pichichis de la Liga. Lejos del azar, allí ha habido un inteligentísimo manejo económico y, sobre todo, deportivo. Han sabido echar el ojo a delanteros en pleno crecimiento –la mayoría sudamericanos– comprarlos baratos y venderlos caros a los clubes más ricos de Europa. Pero al mismo tiempo, los entrenadores han sabido suplir la ausencia de sus puntas estrellas, reemplazarlas por otros jugadores, y convertirlos a estos también en estrellas. Más allá de eso, los títulos que les habían sido esquivos desde el doblete del 95 y el 96, con Kiko y el propio Simeone cuando era jugador, comenzaron a llegar. En el 2009–2010 le ganaron la Europa League al Fulham con dos goles de Forlán, y un par de años después, ya con Simeone, repitieron el plato con el gran equipo que había formado Bielsa en el Athletic de Bilbao. Tres a cero, y los vascos a casa. El años pasado le ganaron al Real Madrid la Copa del Rey en el mismo Bernabeu. Hace una semana, luego de 18 años de sequías, han ganado la Liga. Y mañana disputan la final de la Champions al Real Madrid. Más allá de eso, el Atlético de Madrid ha tenido un excelente trabajo de marca, vinculado a los valores desligados de los resultados (que precisamente encarna con gran fidelidad el Cholo Simeone con su "el esfuerzo no es negociable") a través de una serie de comerciales que apelan a la lucha, a la familia, a la obstinación, el esfuerzo y la resistencia Ha sido tan exitosa que en Facebook la página del Aleti pasó de tener 500 mil seguidores a más de cinco millones, esta temporada. Hay muchísimos niños españoles haciéndose hinchas del Atlético de Madrid, prefiriéndolo por encima del Barça o el Madrid.
Los mejores comerciales del Atlético de Madrid
Eternamente grandesEl Aleti te hace más fuerteGrandeza de guerrerosYa estamos aquíPor fin es lunes
Mañana: ¡aupa Aleti!