Con la dirección de fotografía y cámara de César Lovón Balta, este microdocumental nos trae la palabra de Jesús Urbano Rojas, nuestro gran artista-imaginero ayacuchano, hijo del pueblo de Soccoscocha, fallecido la noche del martes 20 de mayo de 2014, en su casa en el barrio Huampaní Alto.

"Yo me daba vueltas y vueltas, ocho meses, nueve meses estabamos en el cerro, entre esos, lo ve todos las costumbres, toda las vivencias de cada pueblo... eso lo grabé como una grabadora en mi mente", cuenta Don Jesús su vida de arriero, de donde provienen los materiales y motivos del grueso de su obra primera. 

"Eso empecé plasmar", le oigo decir. Plasmar: ir encontrando la forma. La conexión entre la mano, la cabeza y el corazón, de la que habla Richard Sennett, cobran en Don Jesús su exacta dimensión. Pienso en el modo en que dominó con sus manos la materia, y fue preciso hasta superar la representación plástica y constituir lenguaje. Uno sin palabras, pero encarnado en el artefacto de color, volumen y primor con que transmitió a los peruanos el Perú que conoció andando: eso que tenía en la prodigiosa 'grabadora' de su mente.

José María Arguedas, en un elogio a López Antay ("Del retablo profano al mercantil") publicado en El Comercio en diciembre de 1962, no comprendió la misión de Don Jesús, cuyo trabajo consideró malamente desgajado de la tradición, y aún de la revolución que implicó la obra de López Antay: la profanación del retablo.

"Él no entendió que el retablo evolucionaría", contestó Don Jesús al mismo El Comercio, en 2011. En la entrevista rodada por César Lovón, asevera que lo suyo "ya no es retablo tradicional sino costumbrista", aludiendo a su vínculo primario con su maestro López Antay. Y quizá replicando aún al "Tayta" de este modo sutil. Hasta en esa defensa irreductible de su arte era así de humilde.

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