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Más que un museo

La propuesta del Museo Larco combina la diversión y el entretenimiento para acercar a niños y adolescentes a la historia y otras áreas del conocimiento. 

Publicado: 2014-05-18

Pocas veces los museos generan la sensación de ser un espacio donde uno vaya a aprender y divertirse. Estos espacios que cobijan obras de arte y que son una forma de guardar la historia de la humanidad, suelen ser lugares cuyo sesgo de autoridad vertical no es generoso con sus visitantes. Cambiar esa forma decimonónica en la que se presenta un museo es importante, porque estos espacios deberían ayudar a reforzar los vínculos con las historias locales y universales, no como acumulación de datos sino que estos le permitan a la gente entender la sociedad y los procesos que en ella se producen. 

Desde hace unos años, el Museo Larco, ubicado en Pueblo Libre, ha implementado el programa EducaLarco cuya metodología distinta acerca a los niños y adolescentes a descubrir este espacio de otra forma. Este museo, dentro de su oferta, actualmente cuenta con seis programas escolares: Mitos y rituales de la cultura Mochica; Un detective en el museo; Biodiversidad: alimentos y animales del antiguo Perú; Animales sagrados; Dualidad en el antiguo Perú; y, Los incas la construcción de un imperio. El museo los define como: “visitas especiales para alumnos de los niveles de inicial, primaria y secundaria que buscan motivar, acompañar, fortalecer y facilitar el desarrollo curricular en áreas como la historia, las ciencias sociales, las comunicaciones, las ciencias naturales, las artes y sobre todo la comprensión de las culturas del antiguo Perú”. Hay que resaltar que los programas no están enfocados exclusivamente a la historia, sino que están pensados para que se complementen distintas áreas como Comunicación, Lógico-Matemática, Arte, Ciencia y Ambiente y Ciencias Sociales.

El enfoque clásico es que los museos tengan un recorrido establecido con unos paneles repletos de información, que seguramente poca gente lee o que pronto olvidan. Uno de los principales cambios metodológicos que se han implementado se da en el rol del guía, quien deja de ser el casete repetitivo de información y asume el rol de un docente-guía pues deberá acercar a las personas a los ceramios desde un enfoque reflexivo. Como nos comenta Ulla Holmquist, Jefa de Curaduría y Asuntos Académicos de este espacio, “Aquí nosotros no guiamos. Aquí nos convertimos en intérpretes del patrimonio, en intermediadores culturales. No se trata de contar solo con los contenidos académicos, sino de generar posibilidades de conocimiento en la gente y de este modo cambiar la noción del conocimiento se transmite por el conocimiento se construye". Sobre este tema, una profesora de un colegio comentó  que “al leer los programas para el estudiante, nos dimos cuenta que era algo innovador, dinámico y que iba a captar la atención e interés de nuestro alumnos"

ulla holmquist, jefa de curaduría y asuntos académicos, museo larco

Los recorridos de los programas duran en promedio una hora y media y cuentan con un máximo de cincuenta participantes divididos en cinco grupos de diez integrantes. Los recorridos de estos programas no son una secuencia plana, sino que se han establecido paradas: el orden en sí no importa, sino lo relevante es conseguir que las personas logren un vínculo con las piezas del museo. Cada programa cuenta con un cuaderno de trabajo. Al final de cada recorrido está establecido un procesamiento artístico. Por ejemplo, en el programa Los incas: construcción de un imperio los niños deben elaborar un quipu. Para llegar a esa actividad, primero se genera el conocimiento en las salas, no como datos acumulativos, sino como una forma de acercarse a la historia para que los niños o adolescentes la descubran por sí mismos. Sobre esta situación, Ulla Holmquist nos comenta que “Alguna vez nos dijeron: Yo quiero que este chico salga sabiendo los nombres de todas estas culturas. A lo que le contestamos: No es nuestro objetivo, pero te aseguramos que los chicos van a salir queriendo a averiguar esos datos. La idea es partir a partir del objeto: se les enseña qué es, qué se está representando. Ahí es cuando se genera el interés por los otros datos: nombre de cultura, años, etc. Lo que detona el aprendizaje es la colección arqueológica, pero los aprendizajes que queremos se generen son las habilidades de los chicos”. Al año este museo recibe un promedio de cinco mil escolares; regularmente acude a este lugar un colegio por día. Hay que agregar que no solo se trata de una visita que corra solo por cuenta del museo. Es decir, antes de la visita se envía un cuaderno de previsita al profesor, así como uno de postvisita y los enlaces sobre el programa trabajado para que puedan tener accesibilidad al material por medio de la página web del museo. Cabe resaltar que la página también funciona como un soporte digital en el que uno puede hallar varios documentos de interés y que se pueden descargar.

Este cambio metodológico solo se puede dar porque existe toda una estructura pedagógica que le da el sustento necesario a esta propuesta. Por un lado, quienes llevan a cabo este proyecto han establecido una serie de reuniones con otros espacios donde se llevan a cabo exposiciones como la Casa de la Literatura, la Municipalidad de Lima, el Museo de Arte Contemporáneo, entre otros, con el fin de retroalimentarse a partir de las distintas experiencias de cada uno. En el caso de la curadora del museo con quien conversamos ella pertenece a la Red de Pedagogía de Museos Latinoamericanos, que es una agrupación donde se comparten las experiencias de agentes culturales de otros países con el fin de volver los museos un lugar educativo que genere pensamiento. 

Además, el Museo Larco cuenta con su programa de formación para sus docentes-guías, que dura 80 horas. No se trata de que solo aprendan una nueva metodología para dar a conocer el museo, se les pide a los participantes creen programas que luego se implementarán. Es decir, el conocimiento debe ser generado por todos a partir de sus experiencias. Asimismo, el museo cuenta dentro de su programa de actividades con ocasiones para capacitar a los profesores de colegios o a gente del área con el fin de aproximarlos a este nuevo planteamiento.

Al preguntarle a Holmquist por qué es importante cambiar el paradigma metodológico de los museos, nos contestó que “es la única manera en que el museo siga siendo relevante en esta sociedad. Su finalidad sería estar inserto como un espacio significativo en la vida de la gente. Para qué seguimos resguardando objetos que han sido creados por la gente si las personas no se pueden relacionar”. Una profesora de un colegio de Lima comentó sobre este proyecto por qué han vuelto todos los años: “los niños siempre disfrutan y aprenden mucho”. Lograr el disfrute por el aprendizaje y no el bostezo, además de generar conocimientos es una apuesta radical ante el convencional método de transmisión de conocimientos.

Este modelo que se implementa en el Museo Larco no lo consideran de uso exclusivo. Por el contrario, desean que la repliquen de tal modo que se pueda mejorar. Cabe decir que sería importante que el Estado adoptara esa metodología, pues de este modo se le daría un espíritu diferente a la vida de los museos. Seguramente, las personas lo verían como un lugar donde se sienten bien y que además les aporta beneficios sociales.

EducaLarco cuenta además con un programa dirigido a las familias. Por otra parte, el museo ha desarrollado un programa para la gente de la tercera edad de Pueblo Libre, así como uno para invidentes. Se trata de emplear este espacio como un lugar que le brinde a la gente herramientas para poder vivir mejor.


Escrito por

José Agustín Haya de la Torre

Curioso y fragmentario.


Publicado en

Redacción mulera

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