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El perro guardián

David Magnusson retrata los 'Purity Balls', ceremonias cristianas donde las niñas realizan un juramento de pureza y castidad ante su padre.

Publicado: 2014-05-16

Son jóvenes y niñas de hasta edades tan tempranas como los cuatro años. Con vestidos largos y elegantes se reúnen en el salón de un hotel acompañadas de su progenitor, donde no faltan otras muchas parejas formadas también por padre e hija. Suena la música y el progenitor invita a bailar a la menor. Entonces, saca un anillo de su chaqueta y, ante la mirada de todos los presentes, pronuncia las esperadas palabras: “Estas casada con el Señor y tu padre es tu único novio”.  

Lo que parece una escena surrealista, es sin embargo una ceremonia de juramento de pureza ante los padres, que se celebra desde 1998 en prácticamente todo EEUU y en otros 17 países. Conocido como "Purity Ball", este ritual escenifica literalmente el desposamiento simbólico de la menor con Dios, y de paso proclama también su virginidad hasta el matrimonio, a modo de una ofrenda de virtud.

La cosa no queda allí. Tras este 'baile de pureza' la vida de las niñas pasa a ser literalmente de castidad absoluta: renuncian a cualquier tipo de cita o beso. En definitiva, se olvidan de toda relación que sea casual.

Este ritual no se escapa de críticas, que llegan desde diferentes sectores de la sociedad, y cuestionan una visión de 'la mujer como propiedad del hombre'. Así, consideran que se limita su libertad, recayendo sobre el padre decisiones tan importantes como el derecho a decidir libremente qué hace cada uno con su cuerpo y vida sentimental, y negando a las menores cualquier tipo de libertad de decisión. 

El fotógrafo sueco David Magnusson se interesó en este ritual y recorrió EEUU para retratar estos bailes cristianos. Así, visitó desde Louisiana hasta Arizona, entrevistando a padres e hijas y fotografiando a las peculiares parejas.

"Durante mi viaje comprendí que los padres simplemente querían proteger a sus seres queridos - de la mejor manera que podían-. Era también frecuente que las propias niñas tomaran la iniciativa de ir a los bailes. En muchos casos, el ritual se celebraba por decisión y convicción de las hijas, hasta el punto que, en muchos casos, los padres desconocían la existencia de este tipo de ritual hasta que su hija se lo proponía", relata Magnusson en su web.

El artista reflexiona sobre la pureza como construcción social. Tras su experiencia afirma que "la pureza es acerca de cómo somos moldeados por la sociedad en la que crecemos y nuestra manera de interpretar el mundo a través de los valores que incorporamos como nuestros".

Aquí les dejo parte de su trabajo:

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Escrito por

Tamara Lasheras

Politóloga, amante de la música y el buen vino. Buscando formas distintas pero posibles de hacer las cosas.


Publicado en

Redacción mulera

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