Borracho, desordenado, loco, brillante, impertinente y malhablado. El fotógrafo John Deakin (1912-1972) trabajó en Vogue pero fue despedido (hasta en dos ocasiones) por empeñar (para pagar sus vicios) la costosa cámara que le había prestado la revista.

Solía rodearse de la bohemia en el Colony Room, el pub que acogía a los artistas más sedientos de escena londinense de mediados de los cincuenta, donde perdonaban sus excesos porque era “el fotógrafo de los ojos extraordinarios".

Se hizo conocido por sus retratos de las calles en Londres, París y Roma, pero principalmente por las imágenes que hizo al círculo de bohemios en el Soho de Londres durante las décadas de los años cincuenta y sesenta, ya fueran a personalidades, visitantes o simplemente paseantes. "Nunca me interesaron los retratos lucrativos. Pude hacerlos, pero no quiero ese dudoso esplendor", escribió Deakin.

Eso sí, la mayoría de sus retratos los tomó mientras estaba totalmente borracho. Por ello, no sorprende que su gran amigo, el pintor irlandés Francis Bacon, lo definiera como “un tipo muy entretenido. Muy sarcástico. Pero lo que necesitaba, más que ninguna otra cosa, era beber”. El pintor Lucian Freud tampoco se quedó atrás y afirmó que Deakin era como “la Cenicienta y sus malvadas hermanastras en una misma persona".

Además, el autor era descuidado con sus negativos. Los guardaba debajo de su cama y luego se olvidaba de ellos. Por ello, casi todas sus obras se conservan gracias a su amigo Bruce Bernard. 

Ahora, el controversial fotógrafo es doblemente homenajeado con un libro biográfico, Under the Influence (Bajo la influencia), escrito por Robin Muir, el exeditor de Vogue; y una exposición que recoge una antología de su obra en la Photographer's Gallery de Londres: John Deakin and the Lure of the Soho (John Deakin y el atractivo del Soho).

Aquí les dejo algunas de sus fotografías:

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