El martes 13 de mayo es la fecha elegida para el lanzamiento del segundo disco póstumo de Michael Jackson: Xscape.  La información difundida en torno a esta 'nueva' placa señala que Epic Records firmó un acuerdo con los administradores del patrimonio del otrora "Rey del Pop" para poder acceder libremente a sus archivos. 

En 2010, apenas unos meses después del fallecimiento de Jackson, el diario Wall Street Journal, que recurrió a fuentes directamente vinculadas a la negociación, indicó que Sony Music —disquera de Jackson en sus últimos años y a la cual pertenece Epic Records— firmó un contrato con la familia del artista para que en el lapso de siete años sean producidos diez nuevos proyectos en base al legado que quedó tras su muerte. Xsplore es uno de ellos.

L. A. Reid, Presidente de Epic Records, fue el encargado de seleccionar ocho piezas grabadas entre 1983 y 1999. A continuación, Reid reunió a un conjunto de personalidades vinculadas a la música, entre ellos Rodney Jerkins (productor que trabajara con Jackson la canción "You rock my world", la cual vendría a ser su último gran éxito antes de fallecer), los noruegos de Stargate y John McClain (productor ejecutivo del patrimonio de Jackson), para que fuese comandado por el productor Timothy Zachery Mosley, alguien que es considerado como el “Rey Midas” de la industria musical estadounidense de hoy. 

A todas luces, la intención era que tras la intervención de este grupo de 'expertos' las pistas que Jackson desechó alguna vez se convirtieran en piezas admirables (y rentables). El resultado ya ha comenzado a ser revisado en distintos ámbitos (aquí y aquí, un par de reseñas). Sin embargo, una vez que se está al tanto del proceso seguido para el lanzamiento de Xscape, resulta inevitable hacerse la siguiente interrogante: ¿cómo escuchar este disco? 

¿Cuánto del artista debe estar presente en la obra como para que ella le pertenezca? Si partimos del hecho de que una obra debe tener algo único del individuo que la produjo, entonces está visto que el nombre viene a ser un elemento insuficiente. Porque si bien permite identificar al creador, no se trata más que de una simple etiqueta. Útil para clasificar e identificar, pero no para dotar por completo a la obra de aquellos rasgos únicos que le proveería su propio creador.

¿Este disco es de Michael Jackson solo porque se usa su voz? La respuesta es negativa. Aceptarlo implicaría que se considerase al creador como un mero proveedor de cualidades —en este caso la admirada e idolatrada voz del "Rey del Pop"— y nada más que eso. En suma, una suerte de recurso valioso hasta su agotamiento. En el caso de Jackson, dicho agotamiento se expresó primero con sus escándalos judiciales (los cuales, mal que bien, terminaron siendo superados); y luego, con su muerte. 

Jackson, entre 2000 y 2001, cuando se enfrentó a Sony Music y optó por abandonarlos —pese a que esta actitud le costaría la inadecuada distribución y comercialización de su disco Invincible—, ya consideraba a las grandes disqueras como meras explotadoras de las habilidades de los artistas. En el siguiente discurso, Jackson se muestra convencido de tales ideas:

Lo que ocurre con Xsplore, además de evidenciar la necesidad de —también cabría decir "la ansiedad por"— cumplir los contratos firmados entre la disquera y los administradores del patrimonio de Jackson, revela el siguiente escenario: uno donde el artista —ya no solo su obra, como ocurrió en el siglo XX— se ha convertido en una genuina mercancía totalmente maleable, vulnerable, pero, sobre todo, desechable.