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Hernando, el héroe

Según El Comercio, el verdadero artífice de la "victoria sobre el terror" en el Perú fue Hernando de Soto. Quienes dieron la vida en ese enfrentamiento se revuelcan en sus tumbas.

Publicado: 2014-05-11

Quiero recomendar a todos que vayan y busquen la edición impresa del suplemento Dominical del diario El Comercio publicada hoy (vayan y búsquenla, y léanla prestada si pueden: no la compren, que no les estoy pidiendo que paguen para que les mientan).  

Quiero recomendarla porque contiene una de las infamias periodísticas más indignantes que se han visto en mucho tiempo, en un país donde la infamia periodística es casi un fenómeno natural: el suplemento se titula “La victoria del Perú sobre el terror” y está enteramente dedicado a vender la idea de que el héroe de la lucha contra Sendero Luminoso en los años 80 y 90 fue Hernando de Soto. Sí, Hernando de Soto, a través de su think tank, el Instituto Libertad y Democracia.

Cada página de la edición de hoy está diseñada para reforzar esta idea, desde el editorial que firma Martha Meier Miró Quesada (“De Soto, desde el IDL (...) al lograr que se recategorizara a los pobres, rompiendo todos los prejuicios, hizo del Perú un país más inclusivo y con más oportunidades”) hasta la contraportada (“el doctor De Soto dijo que la ley tenía que adecuarse a la realidad para acabar con la violencia. Pocos meses después, salió la ley que reconoció a los comités. ¡Qué alegría sintió nuestra gente!”, declara Hugo Huillca, de los Comités de Autodefensa del VRAE).

En el interior, encontrarán un amplio despliegue sobre la importancia que tuvieron las gestiones de De Soto para promover el encuentro de Alberto Fujimori, al inicio de su mandato, con los capitostes del BID, el BM y el FMI (reporte escrito por el hermano del personaje, Álvaro de Soto), y para convencer al entonces recién electo presidente, luego dictador, de aplicar las medidas económicas de lo que se recuerda como el “Fujishock”.

Dudosos honores estos últimos, por cierto: nos presentan a Hernando de Soto como artífice de la cesión de la autonomía financiera del país por un lado, y por el otro de la traición de un político a los principios por los cuales fue elegido (y que abandonó, como hoy se sabe, para enquistar en el manejo del estado los mecanismos de corrupción y represión más virulentos de los que se tiene memoria en el país).

Pero la pieza central del suplemento la componen una entrevista con De Soto, en la que el entrevistado repite lo que ya había dicho en un artículo publicado previamente en el mismo diario (básicamente, que la victoria contra Sendero Luminoso se logró cuando el estado accedió a “recategorizar” a los pobres como informales, convirtiéndolos así en empresarios en potencia, algo que él venía predicando desde hacía años) y una cronología de los hechos.

En esta cronología, una vez más, el protagonista es De Soto. Y “los hechos” tienen como escenario los pasillos del poder en Washington en los que De Soto se mueve con naturalidad, tanto como las comunidades de la sierra peruana, o más que ellas. La conclusión del recuento, el punto en el cual la “victoria sobre el terror” es definitiva, es este: “Dinamitado más que cualquier organización civil, el ILD no está en el Lugar de la Memoria, pero sí en el recuerdo de muchos campesinos”.

Esta es, por decir lo menos, una versión falseada e interesada de la historia. No es casual, por ejemplo (no lo es de ninguna manera) que la “cronología” que presenta El Comercio no incluya ninguna de las masacres ejecutadas por las fuerzas armadas durante el proceso (salvo la de Uchuraccay, que se menciona para castigar al presidente de la comisión investigadora, Mario Vargas Llosa); no es casual que se repita aquí una falsedad ya antes promovida por De Soto, la que dice que los campesinos de Ayacucho se rebelaron inicialmente contra Sendero porque esta organización quería “colectivizar la propiedad y abolir los mercados”, algo que décadas de historiografía y antropología desmienten. No es casual tampoco que esta resistencia campesina a SL sea descrita, absurdamente, como “el primer movimiento libertario del Perú”. Todo ello es ideología, y todo ello es engaño.

Ya muchos expertos han comentado los profundos desajustes que el cuento que cuenta Hernando de Soto, y que con tanto entusiasmo amplifica hoy una vez más El Comercio, tiene con la realidad. Entre las principales consecuencias que tendría aceptar ese relato como nuestra verdad está la borradura de la enorme violencia ejercida por ese estado que De Soto dice haber “guiado” hacia el reconocimiento de los campesinos y los pobres, contra esas mismas poblaciones, que durante todos los años de la guerra interna en el Perú fueron sus víctimas tanto como fueron víctimas de Sendero.

Como ha escrito María Eugenia Ulfe, “no puede cubrirse este horror con un manto victorioso de números y recetas mágicas. Las víctimas siguen esperando reparaciones, verdad y justicia".

Hernando de Soto no es el héroe de la lucha contra Sendero. El Perú y los peruanos no le debemos a él lo que Meier llama, en su editorial, un país que “crece, atrae inversiones internacionales y a millones de turistas”. No puede permitirse que pretendan hacernos creer lo contrario.

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Escrito por

Jorge Frisancho

Escrito al margen


Publicado en

Redacción mulera

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