Ana Carlota Balzac, madre del genio francés Honoré de Balzac, le hizo la vida imposible a sus hijos. De los cuatro hermanos, fue Honoré quien sintió más la dureza materna. Al respecto, Stefan Zweig -en la biografía que dedica al creador de “La Comedia Humana”- repasa los momentos más doloros de su niñez y cita pasajes en los que el autor realista llegó a expresar, crudamente: “Mi madre es la causa de todas las desgracias de mi vida”. 

A continuación citamos un fragmento que nos brinda luces sobre esta conflictiva relación madre-hijo:

Balzac padeció por esta madre siempre malhumorada e introvertida, que rechazaba todo delicado intento de los hijos impulsivos y bondadosos y apasionados, puede apreciarse por el grito de una de sus cartas: "Nunca tuve una madre" (...)

A pesar de toda su natural bondad, el hombre ya crecido nunca pudo olvidar la humillación, sufrida a manos de esa extraña madre; aun años más tarde, cuando recogiera en su casa a la torturadora de su niñez, con blancos mechones en el cabello, el hombre de cuarenta y tres años no logra olvidar lo que ella con su menosprecio hizo una vez al muchacho de dieciséis años, de diez años, franco y sediento de afectos, y es entonces que en impotente rebelión grita a la señora de HansKa la terrible confesión: 

"¡Si usted supiera qué mujer es mi madre! Un monstruo y una monstruosidad a la vez. En este momento está ocupada en enterrar a mi hermana, después que por ella se perdieron mi pobre Lorenza y mi abuela. Me odia por muchas razones. Me odió ya cuando nací. Estuve a punto de romper con ella; sería casi una necesidad. Pero prefiero seguir sufriendo. Se trata de una herida que no puede curar. Creímos que estaba loca y consultamos a un médico, que es amigo de ela desde hace treinta y tres años. Pero él nos dijo «Oh, no, no está loca. Es solamente mala»... Mi madre es la causa de todas las desgracias de mi vida". 

Estas palabras son la contestación que después de los años estalla, abiertamente, a las mil ocultas torturas que en su edad más sensible experimentó justamente de parte de la mujer que por ley natural debía ser la que estuviese más cerca de él y se mostrase la más delicada, y que es, sin embargo, la única culpable de que él -son palabras textuales del hijo- "sufriera la niñez más cruel que le fuera deparada alguna vez a un ser humano sobre la tierra"