Más que la musa de Picasso
Imágenes de la brillante carrera de la fotógrafa y artista Dora Maar, cuya obra fue eclipsada por su relación con el pintor español.
Es la protagonista de algunas de las obras más conocidas de Pablo Picasso como Dora Maar au Chat (1941), la impactante La mujer que llora (1937) y las hermosas Le chandail jaune y Femme allongee sur un divan, ambas de 1939.
Las injusticias sobre el papel que ocupan las mujeres que acompañan a los grandes artistas no son nuevas. Dora Maar fue mucho más que la musa inspiradora y amante del pintor y no debe ser conocida únicamente en esa faceta.
Como homenaje a su trabajo, el Palazzo Fortuny de Venecia presenta la obra de una mujer "compleja y problemática", pero "fuerte, inteligente y políticamente comprometida", según los organizadores.
Con una obra instintiva hacia lo misterioso, lo mágico y lo sobrenatural, Maar jugaba con la corriente surrealista para plasmar obras enigmáticas que comprenden tanto fotos como pinturas y esculturas.
Mezclando lo experimental con la fotografía de moda y desnudos que publicaba en revistas, su obra contempla desde imágenes callejeras que retratan las pobreza que vivía París en la década de los 30, collages anticapitalistas realizados con su primer marido, André Breton -el padre del surrealismo-, hasta un reportaje gráfico de la creación de El Guernica de Picasso.
Nacida en París, su relación con Picasso duró desde 1936 hasta 1943, coincidiendo con la dura época de la ocupación de Francia por los Nazis. El pintor español quedó fascinado con la belleza y personalidad de Maar desde su primer encuentro, a través del poeta Paul Elouard. En aquella ocasión, la artista jugaba con una navaja que pinchaba entre sus dedos, cubiertos por unos guantes blancos y haciéndose pequeños cortes cada vez que fallaba. Picasso le pidió como regalo aquellos guantes moteados con sangre y una cita.
Desde entonces, comenzaron una relación que llegó a su fin cuando el pintor tuvo un romance con la artista francesa Francoise Gilot.
Maar entró en una depresión y desapareció del mundo. Con ayuda de la religión católica y el psicoanálisis, poco a poco regresó a la vida social. Antes de su muerte, legó a un monje todas las fotos que conservaba y 130 cuadros y dibujos que le había regalado Picasso.
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Politóloga, amante de la música y el buen vino. Buscando formas distintas pero posibles de hacer las cosas.
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