Con la publicación de El castillo de Otranto, novela de Horace Walpole, en 1764, daba inicio la literatura gótica. Y es que este texto brindaba los elementos principales de toda una estética: la arquitectura terrorífica, un encarnación del mal y una víctima. 

Frente a la mesura o equilibrio de la corriente neoclásica, los escritores góticos exploraron el exceso, lo mortuorio, sobrenatural y criminal. Esta predilección partía de una nueva concepción: el hombre no podía ser comprendido bajo pretensiones de racionalismo absoluto.

Asimismo, la novela gótica estaba marcada por un fuerte bagaje ideológico y un nuevo punto de vista. Sobre el primer punto destacaba el anticlericalismo y la configuración negativa de los países enemigos de Inglaterra. Respecto del segundo punto, Michel Foucault ha destacado cómo lo gótico significó un intento por criticar e ir más allá del idealismo de la Ilustración francesa.

Como introducción a esta tendencia narrativa puede leerse The Gothic Quest de Montague Summers, los trabajos de David Punter y El horror sobrenatural en la literatura de H.P. Lovecraft. Mientras tanto pueden leerse estos 11 puntos publicados por The Guardian, y que a continuación comentamos uno por uno. 

1. El villano infaltable

La crueldad marca las personalidades del villano gótico. Se trata de un sadismo que se mezcla a la estrategia fría de las operaciones criminales. Pero no solo se trata de la configuración de un interior perturbado – y que heredarán los decadentistas franceses- sino que en el primer periodo del gótico inglés el villano tendrá características físicas aterrantes. Acaso un giro al respecto comienza con “El vampiro” de Polidori que configura una imagen más bien elegante y atractiva, opuesta totalmente, por ejemplo, al Ambrosio de El monje.

2. La ingenua heroína

La maldad del villano es resaltada al contrastarla con la heroína. Este modelo es un tópico que ya se había concebido en la novela de Samuel Richardson titulada Clarissa, en la cual la protagonista tiene que soportar el acoso de Robert Lovelace. Siempre virtuosa, siempre virginal, siempre casta la heroína de la novela gótica será la base para las mujeres del divino marqués de Sade (recordemos sino el inicio de Justine). Lo atractivo del periodo gótico son las tentaciones por pervertir la inocencia.

3. El clásico castillo

Menciona Bajtin, en Teoría y estética de la novela, que no hay mejor cronotopo que el castillo gótico. Es decir, nada como este escenario para comprender cómo un elemento literario atraviesa toda una tradición y, a pesar de las reformulaciones que se le hacen (la variante de la mansión, por ejemplo), mantiene su esencia discursiva: ser un espacio amenazante, opresivo. El castillo, considerando su arquitectura, destacando sus pasillos y entradas secretas, puede ser visto como una metáfora de la psique del villano.

4. ¿Monstruo o fantasma?

La literatura gótica significó una línea de fuga frente a la estética de la Ilustración. Ante los gustos neoclásicos, los escritores góticos buscaban el exceso y, sobre todo, configuraron un mundo sobrenatural, por lo cual sus narraciones son clásicos de la literatura fantástica o de terror (verbigracia Frankenstein y Drácula). Con esto se trata de dar un vuelco hacia lo irracional y configurar una visión de mundo más profunda, que diera cuenta de las anormalidades que nos rodean. El monstruo es una figura que exterioriza el lado siniestro o abyecto del hombre.

5. Los tiempos remotos

El juego temporal es un recurso literario que realza la atmósfera extraña que nos presenta la novela. Casi siempre se trata de una etapa medieval, debido a lo cual se refuerzan los aspectos salvajes, oscuros e irracionales del hombre. Por ejemplo, los sucesos de El castillo de Otranto se fechan en 1095. 

6. Lugares exóticos

La configuración de las novelas góticas no solo se consigue con una referencia temporal remota, también es necesario la geografía. En este caso hay una predilección por los espacios ubicados en zonas exóticas como Italia o España. Este recurso evidencia una toma de posición ideológica: mientras Inglaterra se concebía como un territorio de equilibrio, sus países enemigos eran bárbaros y habitados por criminales y locos.  

7. Un clima beligerante

Acorde con la vesania de los villanos, la naturaleza siempre es amenazante: horas nocturnas para los delitos, un clima tormentoso, un bosque misterioso, animales de mal agüero que ululan alrededores. Mucha lluvia y un viento que parece soplido del demonio. 

8. Una cuestión de clases y creencias

Otro aspecto ideológico de las novelas góticas tiene que ver con una política de clases. Como se aprecia en el mapa aquellos que no sean blancos o protestantes son siempre los entes del mal. Se trata de un evidente anticlericalismo. 

9. Las leyes se hicieron para ser violadas

El deleite de los villanos es la ruptura de las leyes. El reto es acumular crímenes que nunca sean castigados. Un caso ejemplar es El Monje, ya que Ambrosio incurre en satanismo comete violaciones, necrofilias y asesinatos, de aquí que Ann Radcliffe considerara que la novela de Matthew Lewis, El monje, era aberrante. 

10. Un lenguaje peculiar

Tratándose de una producción literaria que va del siglo XVIII al XIX, es usual que el lenguaje esté plagado de modismos ingleses o de una retórica que puede resultar pesada para un escritor contemporáneo. Puede que esto sea un factor que haga que para muchos la novela gótica pierda su efecto terrorífico y sea, más bien una "antigualla" literaria.

11. Y finalmente, ¿cuál la mejor narración gótica?

El debate sobre cuál es la mejor novela gótica nunca cesara, sin considerar que muchos de los mejores resultados no son precisamente ingleses sino alemanes (por ejemplo las fantasías de Hoffmann o Jean Paul). En lo personal además de El monje deberían figurar los nombres de Sheridan Le Fanu (Carmilla) y Charles Nodier (Smarra).