La carrera contra el reloj para terminar los estadios de la Copa Mundial cobró otra vida el jueves, cuando un trabajador se electrocutó en la Arena Pantanal de Cuiabá, donde se realizarán cuatro partidos de la Copa, incluyendo el debut de Chile frente a Australia el 13 de junio.

Muhammad Ali Maciel Alfonso, de 32 años de edad, fue el octavo trabajador en morir durante la construcción de las 12 sedes, deteniendo temporalmente la construcción del estadio con apenas un mes para que el torneo comience. Antes de Maciel, tres trabajadores murieron en la Arena Corinthians de Sao Paulo, otros tres en la Arena Amazonía de Manaos, y otro en el Estadio Nacional Mané Garrincha, de Brasilia.

Los accidentes mortales de trabajadores se han vuelto más frecuentes a medida que existe más presión por completar las obras. Desde noviembre del 2013, se ha producido en Brasil por lo menos una muerte por mes durante la construcción de los estadios. En comparación, para la Copa Mundial 2010 en Sudáfrica, solo dos trabajadores murieron durante el mismo proceso. 

ELEFANTES BLANCOS

Este deceso se suma a la controversia existente por la posibilidad que los estadios construidos exclusivamente para el mundial terminen convirtiéndose en elefantes blancos, tal y como sucedió en Sudáfrica. La Arena Pantanal en Cuiabá –junto al estadio de Manaos¬– ha sido especial blanco de estas críticas. El escenario, a un costo de casi 300 millones de dólares y con capacidad para 43.000 espectadores, dejará sus instalaciones para el uso de dos clubes de la ciudad (Mixto Esporte Clube y Operário Futebol Clube), que militan en la cuarta división del fútbol brasileño. En promedio, estos equipos llevan menos de 10,000 asistentes a sus encuentros.