#ElPerúQueQueremos

presentismo laboral: a su lado la procrastinación es juego de niños. foto: publimetro.cl

‘Okupa’ laboral

Cuando el presentismo en el trabajo causa tanto o más daño que el aunsentismo.

Publicado: 2014-05-08

La situación de presentismo laboral (PL), fenómeno que se da en el mercado de trabajo, se podría definir sin más adornos como la predisposición paradójica de estar físicamente en el trabajo, pero ausente al mismo tiempo por no generar mayor valor agregado o productividad en el quehacer diario. 

‘Estoy trabajando, pero no’ sería el mensaje simple, porque el tramo productivo no sería del todo claro en el PL pues la cantidad no garantizaría necesariamente calidad en las horas-hombre que pasaría un empleado o colaborador.

El extraño caso del tesorero

El señor “B” era tesorero de una multinacional europea. La empresa, afincada en la ciudad de Lima pertenecía al sector de generación eléctrica. Las responsabilidades del señor “B” eran atender tanto los ingresos recurrentes como las salidas corrientes de la compañía, velar por colocar los excedentes en bancos vía inversiones en plazo fijo, hacer el presupuesto mensual, seguimiento de éste y observar que la caja de la empresa tenga saludables flujos para las operaciones de ésta.

Pero un dato, el señor “B” trabajaba una media de 16 horas diarias, sumando 96 horas semanales, 140% adicionales a lo establecido en la legislación laboral peruana.

“Llega a las 5:00am y suele irse no antes de las 8 ó 9pm”, decía una colaboradora del señor “B”.

Se añade que el señor “B” no sólo tenía las llaves de la oficina principal de la compañía (siendo él quien le abría la puerta a los vigilantes), sino que –con menos de un mes de casado- se había mudado a tan sólo dos cuadras del edificio donde funcionaba la empresa. Lo insólito: se trasladó sin la nueva señora “B” quien vivía sola de lunes a sábado (en un distrito distinto al de "B" y su 'temporal residencia') en un departamento recién adquirido por la flamante pareja pues el tesorero pasaba esos días en su segundo hogar y por ende en la multinacional. Se veían entre la tarde-noche del sábado y el domingo, como si el señor “B” fuese cadete de la Escuela Naval en día de franco.

Se podría decir que “B” era un ‘trabajólico’, sin embargo quedaría la duda porque la productividad de él ni aumentaba ni bajaba, en todo caso era normal habida cuenta que la administración de la caja de la empresa funcionaba como 'relojito'. El efecto de que “B” esté o no en su silla –sin ánimo de ofensa- por más de ocho horas, era inocuo. El sistema SAP ordenaba las facturas pendientes de cobro, los pagos financieros, salidas recurrentes, pagos a terceros, la tesorería, los flujos ejecutados, los presupuestos, las cuentas bancarias y las inversiones realizadas. Además, la unidad tenía media docena de colaboradores, entre asistentes y analistas. “B” monitoreaba, nada más.  

Pero un dato, el señor “B” trabajaba una media de 16 horas diarias, sumando 96 horas semanales, 140% adicionales a lo establecido en la legislación laboral peruana. 

Esta situación no es ficción. Sucedió hace una década y a la fecha, no se sabe qué fue del señor “B” y menos si su matrimonio siga funcionando como 'relojito'.

Una empresa consultora escudriñó el comportamiento de “B”, la firma diagnosticó que éste consideraba un temor enorme a ser despedido porque como tesorero no sentía que estaba siendo valorado o reconocido por la empresa, pues su ‘autoestima’ laboral venía siendo afectada por el hecho de que sus jefes le pedían que la unidad tenga un sesgo de área de inversiones respecto a ser tan sólo un centro de formato ‘recibidor-pagador’. El señor “B” compensaba esta falta de reconocimiento y temor al desempleo reafirmando su presencia física en la empresa sin mayor generación de valor laboral o productividad.

Hacia un perfil del ‘presentista’

La persona que sufriría de PL podría pasar por un procrastinador, es decir, podría estar dejando para después una tarea o responsabilidad propia de su puesto, sin embargo el individuo con PL iría más allá de la procrastinación porque no se encontraría estimulado del todo con su rol dentro de la estructura de la empresa o estaría frustrado con ésta y el modelo de negocio que maneja. Peor: tendría miedos y angustias respecto a su futuro laboral en la organización.

Se trataría entonces de un actor del mercado laboral, temeroso de quedarse en el paro sea porque la organización 'no lo vería muy seguido yendo a laborar’ o sea porque percibiría como mediocre su trabajo porque ‘tan sólo pasa las ocho horas del reglamento’; o simplemente sería un personaje cuya complejidad o problemática personal lo llevaría a ser menos productivo por hora, por tanto, quedarse enquistado más tiempo en la empresa de cara a resolver responsabilidades inherentes a su cargo, le otorgaría una reafirmación general.

Tendría que ver con un siniestro ‘combo’ de falta de motivación, miedo de perder el puesto y carencia de concentración por problemas familiares o personales lo que llevaría a la existencia del PL en el mercado de trabajo.

Otras causas irían en el orden de: aparentar mayor diligencia en los quehaceres bajo el mensaje a los compañeros ‘yo me quedo más que tú, ergo estoy más comprometido’, tardar más tiempo en resolver problemas, añadir dificultad o sobredimensionar los obstáculos laborales, ir a trabajar estando enfermo y por último, proyectar una pretendida imagen positiva dentro del ambiente de trabajo.

Sin embargo, se resumiría todo en una sólo palabra: salud ocupacional mental. ¿O acaso se creería que en el señor “B” todo estaría emocionalmente al 100%? ¿Quién deja a la reciente esposa apenas iniciado el matrimonio, a menos que trabaje en una mina en provincia o vaya a la guerra?

En esta escena de Brazil (1985), el director Terry Gillian ejemplifica la distópica cultura corporativa y cómo el presentismo hace gala de una aparente productividad (minuto 1.08'):

Presentismo laboral o miedo 2.0

Lo más probable es que el PL siempre haya existido como una anomalía conductual dentro del mercado de trabajo, pero es un hecho que las crisis del 2008 y 2012 en Estados Unidos y Europa respectivamente, han incrementado el PL pues los temores al desempleo vía recesión podrían explicar con mayor claridad este miedo a perder el puesto y por tanto a dar imagen de un exagerado celo laboral, pero acompañado de pocos tramos productivos.

En España ya es una perturbadora realidad. Con cifras de desempleo, que continuarían para el próximo año, según la Organización para el Comercio y el Desarrollo Económico en el orden de un 25% de la población activa, el PL viene marcando la pauta. Sintiendo los inicios de una crisis y en el 2011, de 1,000 encuestados todos trabajadores españoles, el 60% admitió que su productividad no se ha incrementado con la crisis; mientras que el 45.8% reconoció se quedan ‘trabajando’ más horas por hacer amague y porfía de laboriosos y diligentes.

...los temores al desempleo vía recesión podrían explicar este miedo a perder el puesto y por tanto a dar imagen de un exagerado celo laboral, pero acompañado de pocos tramos productivos.

El PL se replicaría también en economías un tanto más robustas. De acuerdo al portal RiesgosLaborales.com “…un 63 % de los alemanes admite que se ha presentado al trabajo sintiéndose enfermo”. Otra pesquisa citada por el medio y realizada en el 2010 pero a nivel europeo comunitario, señala que “Ante la pregunta ‘Durante los últimos 12 meses, ¿ha trabajado estando enfermo?’, el 40.7% de los trabajadores y trabajadoras de la Europa de los quince responde sí”. ¡Y fue en el 2010, cuando la media de paro en España cifraba -según organismos estadísticos hispanos- el 20% de la masa activa! Habría que hacer la pregunta ahora…

Presentismo: ¿hijo de la cultura corporativa actual?

Pese a las causas emocionales (que bien se podrían explicar desde la psiquiatría o neurología, ciencias peritas en analizar las distorsiones y problemas humanos) o coyunturales (reveladas desde la macroeconomía), habrían otras razones que sustentarían el fenómeno.

En este punto, cabría mencionar el perfil de las empresas y del mundo corporativo moderno más concentrado en los logros o metas comerciales que en el beneficio del trabajador. También se explicaría por el hecho de que para legitimar una conducta, siempre existiría ‘la otra parte’; sonaría a cliché pero eso de ‘para pelear se necesitan dos’ sería aplicable.

Según el blog español BuscounTrabajo, “La idea de presentismo laboral va asociada a un modelo de producción obsoleto”. El blog cita nuevamente a España como una economía que ejemplifica el fenómeno: “En definitiva, el presentismo laboral choca directamente con las opciones laborales actuales: no se busca a alguien que esté en su puesto de trabajo simplemente, se busca a alguien que sea capaz de generar beneficios a la empresa”.

La presión sobre objetivos de negocio corporativos, podría empujar a ciertos trabajadores a echar mano de más horas presenciales en el puesto para dar así la impresión de estar esforzándose más por alcanzar los ‘goles comerciales’ en desmedro de los logros profesionales o la realización personal en el mercado de trabajo pues como explica el portal: “La idea de ‘estar presente en el puesto de trabajo’ se relaciona con un concepto más tradicional en nuestro país que se asocia a una antigua premisa industrial: si no estás en tu puesto de trabajo, no estás trabajando”.

Regresando al portal RiesgosLaborales, lo anterior se sustentaría también así: “Hablamos, por ejemplo, de empleadores más centrados en los resultados que en la productividad de sus organizaciones, no importando cuál es el costo para el recurso humano. Por tanto estamos ante un mero proceso de adaptación a entornos y prácticas laborales que, como vemos, no tienen como eje el desarrollo de la calidad de la vida laboral”.

La presión sobre objetivos de negocio corporativos, podría empujar a ciertos trabajadores a echar mano de más horas presenciales en el puesto para dar así la impresión de estar esforzándose más por alcanzar los ‘goles comerciales’ en desmedro de los logros profesionales o la realización personal en el mercado de trabajo...

A este nivel, se trataría más de un problema de salud ocupacional combinado con capacidad de gerenciar o liderar equipos.

Ante esto, se continuaría con el temor a perder el puesto…nuevamente el fantasma de la dupla seguridad-estabilidad laboral salta y planta cara en el PL, pero ahora sería el tramo y el rol empresarial respecto a estimular al colaborador en su crecimiento emocional, académico, el incremento de sus capacidades creativas y talentos especiales lo que sustentaría en parte el PL.

¿Qué hacer?

Queda claro que el ‘trabajar’ más horas no necesariamente redundaría en una mayor producción por número de empleados, de ahí que el PL tiene un costo subyacente para la empresa.

De acuerdo al experto en salud laboral Ricardo Fernández García, “Toda empresa está concebida para funcionar con un número determinado de personas, cada una con su función, estando todas ellas coordinadas. En el momento que una falla, traslada su trabajo a todas las demás, o lo pospone, con su consiguiente pérdida económica. Cuando me refiero a que ‘una persona falla’ me refiero tanto a cuando falta al trabajo como cuando su rendimiento no es el óptimo, no lo desempeña al 100% (…) No atender la salud de los empleados, a la larga, se convierte en un verdadero problema para alcanzar las metas globales de cualquier tipo de organización. El trabajador no está mentalmente, lo que representa un verdadero hándicap para alcanzar las metas globales, y más en esta época de recuperación económica”.

Ante este panorama surgirían diversos consejos, tópicos que irían desde lo que tendrían sabor a libro de autoayuda hasta algunos menos conservadores.

Transparencia de la empresa, que ésta diga cuál es la situación real del empleado de cara a que éste pierda el miedo al desempleo; hacer de los colaboradores parte del proyecto corporativo; escucharlos, a fin de conocer qué podrían mejorar dentro de la empresa; motivarlos y educarlos serían los dos ítems tradicionales.

No se es escéptico respecto a estas estrategias, no obstante ya se conocería la cultura corporativa y su austera capacidad de generar valor agregado entre los colaboradores.

Ante esto existen recetas más radicales y a la vez técnicas que podrían dar en el clavo no sólo para solucionar la baja autoestima en el trabajo a propósito del PL, sino que permitirían incrementar los niveles de productividad a la vez que la realización personal dialogaría y se enfrentaría con el fenómeno que distorsiona el moderno mercado de trabajo: el PL.

¿Quién dijo jornada de seis horas laborales?

Una de las recetas alternativas y que técnicamente serían más viables estaría enmarcada en una jornada laboral de seis horas.

De momento, la demostración de un incremento en la productividad se resolvería empíricamente; dos ejemplos simples:

Un programador podría pasar dos horas frente al computador sin hacer mucho (o nada), para luego resolver el problema informático y diseñar un paquete en 30 minutos. Pero, con tan sólo seis horas disponibles en la jornada laboral, lo más probable es que en el lapso de esos 30 minutos sea más eficiente el técnico y no sólo haya resuelto la arquitectura de un programa sino que deje lista la maqueta de otra plataforma.

Por otro lado, el mencionado señor “B” con seis horas laborales efectivas, de 8am a 15pm (descontado el almuerzo), ¿no se vería obligado a ser más productivo y convertirse en un tesorero-inversionista habida cuenta el límite horario impuesto? De paso, ¿sentirse más valorado?

Al menos hubiera visto más seguido a su esposa...

El redactor recomienda:

¿Por qué solo deberíamos trabajar 6 horas?

Presentismo laboral o fantasmas en la oficina

“Presentismo laboral”, el nuevo fenómeno por temor a perder el trabajo


Escrito por

Eduardo Recoba Martínez

Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba


Publicado en

Redacción mulera

Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.