Niños que van al colegio sin desayunar, hogares sin luz, gente durmiendo en la calle y buscando comida en los contenedores de basura para sobrevivir, comerciantes que han perdido sus tiendas y dependen de comedores de beneficencia para sobrevivir. La crisis que golpea Grecia, un país con algo más de once millones de habitantes, ha sido atroz.  

La consecuencia: los ajustes y las duras reformas estructurales que han desmantelado las instituciones del Estado de bienestar, llevando a la marginación a los estratos sociales más vulnerables. Y es que un tercio de la población  ya está en riesgo de exclusión.

Este mes se cumplen 4 años desde que la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional tomaran el control de la economía griega. Los paquetes de austeridad han dejado consecuencias nefastas. Las cifras hablan por sí solas: el 23% de la población vive por debajo del umbral oficial de la pobreza y el desempleo de los jóvenes (15-24 años) es del 62%, según un informe de Cáritas Europa.

A pesar de que la recesión está disminuyendo, sigue afectando a la población y se manifiesta, por ejemplo, en el aumento del 25% de personas sin hogar desde hace 4 años o en que muchos no tengan seguro ni cobertura médica. Eso sí, como suele ocurrir, los más ricos siguen conservando sus privilegios. 

Ante esta situación, no sorprende que las protestas se repitan y la población manifieste su descontento en las calles de las principales ciudades.

El fotógrafo griego Dimitris Michalakis ha seleccionado 40 fotografías en la serie Burnout (apagarse), que retratan la situación de su país durante los últimos cuatro años. 

Mira aquí algunas de sus impactantes instantáneas:

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