Además de su pródiga obra como acuarelista, el arequipeño Teodoro Nuñez Ureta fue un notable muralista, sin duda el más destacado del siglo XX peruano.  

Autodefinido como "un pintor peruano de lo peruano (...) lleno de amor, de violencia, de indignación y de esperanza por el país", tradujo estas pulsiones en su obra mural, retratando una peruanidad que se construye mediante el esfuerzo y el trabajo.  

En "La construcción del Perú" -que le mereció el Premio Nacional de Cultura “Ignacio Merino- Núñez Ureta pone en escena a trabajadores peruanos y vuelve el trabajo -en la minería, la construcción, la pesca- una épica patriótica: el despliegue de la potencia física en cada acto individual, sumados en este mural, forma un coro nacional. Es el trabajo el que forja -da forma- al país.

En "La Patria", Núñez Ureta interpreta el encargo de un mural para la Escuela Militar -retratar la historia de los héroes nacionales- sometido a las mismas pulsiones. Bolognesi y Grau, los dos grandes traumas nacionales, aparecen al margen, observadores pasivos de la épica; son los trabajadores los que pueblan el espacio, llevados al frente de una historia en la que nuestras culturas originarias han chocado con -y se han sobrepuesto a- los conquistadores. 

Más allá aún: Manco Inca -la resistencia-, Tupac Amaru -la rebelión-, y La Patria -representada con una mujer desnuda, e india- dominan la visual. Otra vez, en la línea del frente está el trabajo: la ceramista, el alfarero, el constructor, el hombre que tira lampa y el que pica la piedra. Manuel Odría quiso desaparecer este mural: la moral nacional dominada por los militares no soportó bien la miniaturización del Almirante Grau y el Coronel Bolognesi, y su reemplazo por semidioses de reminiscencias incaístas y cuerpos anónimos de los proletarios de la historia. La historia del Perú.