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"Este es el momento del libro digital"

La Mula conversó con Fietta Jarque, la escritora y promotora cultural residente en España, quien vino a Lima para presentar su proyecto de una librería digital y una editorial de libros electrónicos.

Publicado: 2014-04-27
Fietta Jarque es toda una institución en la literatura peruana. Audaz, aventurera, apasionada de los libros, ha realizado una carrera brillante en España como editora y agente literaria. Ahora vuelve al Perú para presentar dos nuevos proyectos: La librería virtual Kiputeca, con más de 24 000 títulos en áreas que van desde la autoayuda a la literatura especializada en ciencias, y la editorial electrónica PLibros, que supone, antes que una competencia frontal al libro impreso, una alternativa adicional para que este trascienda las limitaciones inherentes a su soporte tradicional. La Mula coversó con ella para conocer un poco más de lo que implica el libro digital y tratar de zanjar algunos mitos que se tejen en torno a este aún nuevo medio.

Existe aún miedo entre los editores, sobre todo, a entrar al tema del libro digital. ¿Cómo explicarles que no se trata de que con este medio el libro “tradicional” desaparezca?

Creo que no deben usarse los mismos parámetros que se usan con el libro de papel. Para empezar, el libro en papel se piratea esencialmente por el deseo de lucro que tienen los piratas de aprovecharse del trabajo de otros, no pagarle a nadie y quedarse con el dinero. Por otro lado, aprovechan un vacío. Y es que en nuestro país no existen librerías en gran parte del territorio. O sea que no llegan los libros por el método legal y tradicional, pero sí hay una clientela potencial. Entonces, si los libros llegan a camionadas de libros piratas es porque existe un sistema ilegal de distribución que atiende la demanda y necesidad de un público que no tiene ―necesariamente― la capacidad adquisitiva para comprar libros legales, porque estos tienen costos de producción más altos.  

Yo creo que el libro digital es una opción en ese sentido porque cuesta mucho más barato y está al alcance de unos cuantos pasos que se realizan desde la comodidad del hogar o una cabina de Internet. La experiencia de la inmediatez.

En cuanto a los autores, ¿crees que es más difícil definir el tema de los pagos de sus derechos?
Desde el origen del libro, esa es una lucha que han tenido sobre todo los escritores pero también los editores honestos.
La forma de acceder a productos culturales, como el libro, ha experimentado una revolución, pero aún hay personas que prefieren el “método” clásico de experiencia con el libro, sentir el papel, el olor del libro… A este tipo de lector, ¿qué le dirías?
Que lo intenten. En lugar de estar con un libro pesado de 800 páginas puedes tener 800 libros en un solo dispositivo. Además, según entiendo, nadie compra un libro para olerlo. La gente compra para leerlos y apenas tu mente se abre a la lectura ya no eres tú ni es el objeto que tienes en tus manos, sino que en tu imaginación suceden cosas y tú estás inmerso en ellas. Da igual el material con el que estés asociando el texto con el mecanismo mental que te hace imaginar.
El proyecto que presentas tiene dos aristas, PLibros y Kiputeca.
El tema de la librería combina las ventajas del Internet con la parte tradicional de la librería de barrio. Eso hemos intentado hacer desde el principio. Por ejemplo, las recomendaciones que damos están hechas por libreros que son apasionados lectores dispuestos a sugerir y dar sus opiniones. Queremos crear un mundo en torno al libro. La idea es ofrecer una asesoría personalizada a través del blog de la librería e incluso a través de nuestras redes sociales. Esa experiencia no te la da un buscador automático…
Eso también está vinculado a determinada forma de promocionar los libros, ante la ausencia de plataformas tradicionales, como diarios, por ejemplo…
Los más contentos son los editores, pues ciertamente no se habla de los libros porque la crítica en los medios de comunicación prácticamente está desapareciendo. Para volver al tema de la editorial, creo que no se ha tomado conciencia de que existe un patrimonio editorial peruano que siempre ha sido valioso porque se ha hecho con riesgo y valentía por parte de los editores y un proceso de autoselección. La idea es recuperar muchos de los títulos que ya no se encuentran y darles nueva vida con el impulso adicional de que puedan adquirirse desde cualquier lugar del mundo. Eso es lo que quiero que comprendan los editores peruanos.
Y es que el libro digital no pesa, es decir, el costo de envío posibilita que su precio sea significativamente más bajo y si a eso le sumamos que no hay descuento por consignación…
Exacto. En Perú no llegamos a desarrollar una industria editorial por cosas de este tipo. Aquí la actividad editorial ha sido artesanal. Esa es una maldición y una bendición porque al no existir una industria no es necesario destruirla para montar sobre ella un nuevo sistema. Podemos comulgar la actividad que hemos realizado con los medios que la tecnología nos ofrece sin mayor trauma.
De hecho ha habido experiencias, como San Marcos, del uso de estas nuevas tecnologías también como un sistema de promoción del libro físico…
El ejemplo de Hollywood es claro. Pues ahora los estrenos en salas de las películas terminan siendo una estrategia publicitaria para que la gente las consuma finalmente por otros medios. En cuanto al libro, si en verdad te gusta el libro terminarás por comprarlo en su soporte de papel.
El Estado Peruano aún no ha desarrollado una efectiva política de adquisición de libros para implementar bibliotecas públicas. Muchos de los editores “clásicos”, por llamarlos de alguna manera, han venido luchando para que esto sea una prioridad. Quizá el desarrollo de Bibliotecas digitales sea una alternativa viable, pero ¿en qué medida este tipo de proyectos alternativos implicaría un perjuicio para el productor de libros tradicionales?
La biblioteca compra licencias de préstamos. Eso le conviene a los editores pues no es que al venderle a la biblioteca un libro digital esta pueda prestarlo todas las veces que quiera, de ese modo quebrarían las editoriales, todo lo contrario, el editor ve la posibilidad de percibir en más de una ocasión ingresos por sus libros. Además existen ciertos medios de control como el software de préstamo bibliotecario que hace que el libro desaparezca de tu aparato en quince días. Ahora existen una serie de iniciativas en torno a la implementación de bibliotecas digitales que hará que en los próximos años veamos de forma natural estas bibliotecas.
¿Tú crees que además del medio en que ahora adquirimos ciertos objetos culturales, como el libro, también en algún momento cambie el objeto o producto cultural? Pienso en la vuelta a los singles en lugar de los discos conceptuales, por ejemplo...
Una vez hablando con Peter Gabriel él me decía: “En realidad la música popular siempre fueron canciones sueltas, fue el formato de disco el que te obligó a llenarlo con once canciones y desarrolló la idea de hacer discos ´conceptuales´”. Ahora en cambio puedes hacer canciones de un minuto o veinte y eso le ha devuelto cierta libertad al músico decidir qué hacer, cómo hacerlo y de qué extensión, una especie de vuelta a los orígenes. En cuanto al libro, que es nuestro tema ahora, supongamos que existe un escritor con un cuento fantástico de 27 páginas. ¿Cómo lo editas en formato físico? En el libro digital esto es muy normal, sin embargo. Por otro lado tienes una novela de 900 páginas, como el de mi amigo Rafael Dumett, que ha escrito un magnífico libro llamado El espía del inca no consigue que ningún “editor de papel” se aventure a publicarla y finalmente aparece como libro digital [Nota del editor: publicado por La Mula] Para no perdernos una gran novela como la de Dumett el libro digital es una gran opción, sin duda.
Se diría que es el momento para el libro digital...
Yo creo que en este momento en que la mayor parte de la población tiene menos de treinta años, donde hay el mayor consumo de Internet de América Latina, en cabinas incluso, porque no todos tienen computadoras, y ciertamente entendiendo que la mayor parte de esas personas usa las computadoras para jugar en red, es un gran nicho que podemos ganar, son lectores potenciales y no solo de ficción sino de cualquier tipo, desde autoayuda hasta ciencias especializadas, pasando por terapias alternativas, libros románticos, poemarios, de fútbol; la lista es infinita.
¿Y cuál es el género que te ha sido más difícil catalogar en tu librería digital?
Tenemos una categoría que hemos dejado vacía. Un poco para despertar el pudor del gremio, y es que a pesar de todo el boom que ha supuesto en los últimos años, ¿puedes creer que no existen libros de cocina en digital? 
¿Y ustedes sí los ofrecen?
He dejado ese casillero allí para ver si el miedo al vacío hace que los cocineros se pongan a trabajar en el asunto. Es una forma de proponer cosas y no ser solo sujetos pasivos.

Escrito por

Víctor Ruiz Velazco

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Publicado en

Redacción mulera

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