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"No me importa si me aceptan: lo hago por placer"

La Mula conversó con el artista peruano Juan Diego Vergara, quien se encuentra en Lima presentando dos exposiciones que difícilmente podrían pasar desapercibidas dada su manera desinhibida y jovial de acercarse al tema del deseo homosexual.  

Publicado: 2014-04-26

El artista plástico Juan Diego Vergara (Lima, 1972), actualmente radicado en París, ha regresado a nuestra capital para presentar en simultáneo dos impactantes muestras de su trabajo: la antológica “Instinto reflejo: Lima-París 2000-2014”, que se exhibe hasta el 29 de abril en la Sala de Arte de Fundación Euroidiomas (Libertad 130 Miraflores) y "El efecto del espejo, la imagen exterior y la imagen íntima", una serie de trabajos de marcada estética homoerótica que cobija la sala SUM de la librería Arcadia Mediática (Jr. Rufino Torrico 885, Lima Centro), y que se clausura hoy con una visita guiada a cargo del propio artista a las 4:00 p.m.

INSTINTO REFLEJO: LIMA-PARÍS 2000-2014 propone un recorrido por la producción artística de Juan Diego Vergara durante 14 años, periodo en el que ha experimentado con la pintura, el video, la fotografia y el arte del cuerpo. Esta muestra reúne óleos sobre lienzos de gran formato distribuidos en cuatro etapas: expresionismo abstracto (2000-2003), investigación de materiales (2004-2005), texto e imagen -que presenta la propuesta “Archivo Collage” con la que Vergara llega a París en 2008-, y por último una etapa de reinterpretación de portadas de revistas de moda. La muestra finaliza con dos obras recientes que forman parte de las investigaciones del artista en el ámbito del homoerotismo.

EL EFECTO DEL ESPEJO, LA IMAGEN EXTERIOR Y LA IMAGEN ÍNTIMA reúne entretanto óleos sobre lienzo, dibujos y fotografías que exploran la agitada vida sexual del artista, y, en palabras del curador Miguel López, «disuelven las fronteras entre práctica sexual y producción artística, incorporando una reflexión sobre la imagen como tecnología de intervención social y política sobre la sexualidad». Esta serie es resultado de la tesis que Vergara tiene en curso para su Doctorado de Artes Plásticas en La Universidad Sorbona de París.


¿De qué forma empieza a manifestarse una temática homoerótica en tu obra?

Hay un momento durante mis estudios en París en que, movido en parte por una sugerencia del asistente de mi asesor de tesis, decido pasar de la serie de reinterpretaciones que estaba haciendo de portadas de revistas o de otras imágenes que encontraba en la calle, a la elaboración de una imagen íntima; así comienzo a hablar en mi pintura de los lugares nuevos que empezaba a frecuentar en ese entonces con mi pareja: bares gay, sitios en los que hay dark rooms, que son lugares de encuentros sexuales. En el fondo fue la necesidad de ser sincero con mi propio trabajo lo que me impulsó a dar ese paso. Se trataba de encarar ese fantasma de una identidad sexual que siempre he tenido grabada en la cabeza, de un lado pasivo homosexual, aunque al inicio no supiera cómo darle forma. Paralelamente a mi trabajo al óleo, empiezo entonces también a utilizar ropa interior femenina y a fotografiarme frente al espejo de mi baño. Deseaba confrontar ese fantasma, poder verlo yo mismo para saber qué es y qué forma tiene. Y creo que, por otro lado, mi trabajo siempre ha tenido ese componente de confrontación conmigo mismo y con el público, desde la pintura expresionista abstracta con la que comencé, lo que se puede ver reflejado por ejemplo en el gran formato de mis lienzos. Siempre he tenido esa necesidad como de meter una cuchara y sacar lo que tengo dentro. Y en ese momento dije vamos… tenía miedo de lo que iba a ver pero a la vez no quería quedarme así, con esa duda. Hice una serie de 14 fotos que titulé “El armario de Juan Vestimentas” y le puse de subtítulo “Resultado a partir de la investigación de materiales” porque finalmente, para mí, esto sigue siendo una investigación plástica. La ropa interior femenina, los tacos, son en cierto modo un material más, como en otro momento lo fueron las telas estampadas o el papel de periódico chino. Eso lo tenía claro. La idea era subrayar y reivindicar mi homosexualidad pero siempre desde una perspectiva muy ligada a la plástica. Ahora bien, el paso del dibujo y la pintura a la fotografía nació de la necesidad de decir directamente “soy yo”. 

autorretrato fotográfico de Juan Diego Vergara

¿Consideras que esta sensibilidad gay que habita esta nueva serie de pinturas y fotografías tiene conexiones con el trabajo de otros artistas peruanos?
Bueno, yo recién ahora me vengo a enterar de que Jaime Higa había hecho una serie similar en la década de los 80, pero me parece que el contexto es diferente. Lo suyo está ligado a la época de Sendero Luminoso, a la movida de lo subterráneo, que a mí me hace recordar mucho a lo que hacía Robert Mapplethorpe por ese entonces en Estados Unidos. Ahora se vive una movida totalmente diferente, al menos donde yo vivo. Hay gente que ha visto lo que hago y me dice: “pero yo no te siento tan militante como lo que se está haciendo aquí en Lima”. Y efectivamente yo nunca pensé en hacer arte desde una posición militante, sencillamente porque en París ya no necesitas defenderte, prácticamente todo está dicho y los homosexuales están más o menos aceptados socialmente. Es verdad que sigue habiendo un montón de problemas -ha habido de hecho una marcha bien fuerte en contra de la ley del matrimonio gay que nadie se esperaba, y el Front National que se opone a todos estos derechos tiene cada vez más fuerza- pero aun así París sigue siendo una ciudad más cosmopolita que Lima, hay más variedad de gente de diversas nacionalidades, y la ciudad políticamente tiende a tirar más hacia el socialismo, un movimiento que allá sí se ha posicionado claramente a favor de los derechos de la comunidad LGBT.
¿Qué me dices de la recepción de estas obras en Lima?

Yo estoy sorprendido porque esperaba lo peor. Desde allá he podido seguir varios casos de censura, por ejemplo me enteré a través de Facebook de que habían querido cerrar una muestra de Sergio Zevallos por haber osado tocar íconos religiosos... Eso me daba un poco de miedo. La primera imagen que se te viene a la cabeza cuando haces esto es la de las señoras católicas del grupo Tradición y Acción protestando en la puerta de la Municipalidad de Miraflores, que es lo que le pasó a la escultora Cristina Planas... Me daba un poco de temor, para qué te voy a mentir, pero luego pensaba que la librería Arcadia Mediática, que fue el sitio donde me lancé y en el que se lanzaron conmigo a la piscina con este rollo, está en el Centro de Lima, no es un sitio del Municipio, es más under, y me sentí protegido por eso. Lo cierto es que la recepción ha sido excelente, las visitas guiadas que he hecho han sido un éxito, y ha asistido gente de ambos lados, homosexual y heterosexual, han venido amigos, gente iniciada y no iniciada en arte, y no les ha parecido tan chocante. Hasta mi familia, mis tías, han venido a verla.

"Juan Diego y sus fantasmas"

¿Cuál es tu opinión sobre el tema de la visibilidad de los homosexuales en la cultura popular peruana?

Yo creo que la figura del gay sigue siendo caricaturesca: lo que vemos en la televisión es casi siempre el personaje del peluquero o de la loca. Y no me queda claro que la esfera del arte contribuya mucho a cambiar eso porque me parece que hay una incorporación aún muy tímida de imaginarios gay. Ahora, cuando he preguntado cómo penetraron esos imaginarios en la cultura popular aquí en París, Julian, que es mi pareja, me dijo que los primeros gay parades eran solamente de peluqueros; todo el mundo se burlaba, igual que aquí. Es un proceso. Lima es mucho más abierta que antes, de hecho, pero creo que para que haya un verdadero cambio tiene que haber una reflexión sobre cómo presentas el mensaje: si siempre se presenta al homosexual como un peluquero o una loca, como sucede con los cómicos, no se va a llegar muy lejos.  

Eso es lo que pienso, pero debo decir también que mi muestra no va por el lado de tratar de educar a la gente. Lo mío es mucho más egoísta: yo soy un artista plástico y he pintado lo que he ido a hacer o lo que he visto, aunque me digan una y otra vez que no, que le podría dar otro giro.

¿Me podrías hablar entonces un poco más sobre el significado que tú le das a la figura del travestismo en tu obra?

No estoy seguro de que se pueda hablar de travestismo en esa serie de autorretratos fotográficos; yo lo llamaría más bien fetichismo. Nunca quise maquillarme, ni transformarme por completo; diría que se trata de una investigación de materiales que me ha servido también, obviamente, para reforzar y para mostrar mi lado homosexual. Lo llamo fetichismo en el sentido de que uso objetos que me atraen, es algo que hago por placer. Porque mi trabajo siempre se ha basado en el placer. Algunos, entre ellos mi director de tesis, han tratado de buscarle una explicación social, pero la serie realmente parte de algo mucho más personal: me siento mujer, decido ponerme un calzón, un sostén, y deseo mirarme porque me encuentro atractivo. No veo por qué tendría que pedir disculpas por eso. Y Facebook, la idea del selfie, tiene mucho que ver con esta idea. Desde hace varios años me he acostumbrado a tomarme fotos todo el tiempo y a compartirlas en mi perfil, y esa es la mecánica que estoy usando ahora en mi propuesta plástica y en mi rollo terapéutico personal. Recuerdo que a inicios de 2010 algunos amigos pintores de la Escuela de Bellas Artes veían mi perfil y decían: “acá hay una etapa bien egocéntrica; te muestras bastante, un día con una camisa, otro con un saco”. Y yo les respondía que a lo mejor lo hacía porque estaba sintiendo mucho placer con mis nuevas experiencias en París: hay mucha moda, mucha estética, todo entra por los ojos. Siempre me ha gustado la ropa, desde la década de los 80 siempre he buscado un estilo, a lo mejor consciente o inconscientemente. Y es en base a eso que estoy desarrollando ahora mi trabajo plástico.

"Papi Chaud" [Abuelo caliente]

¿Cómo lees tú esa necesidad de encontrarle un ángulo pedagógico o militante a tu trabajo?

Existe efectivamente todo un rollo pedagógico para tratar de ayudar a que la gente entienda que no está mal ser homosexual, como disculpándolo, y eso es algo que no me gusta. A mí no me importa si me aceptan o no. Y eso era algo que también quería probarme a mí mismo con esta muestra, porque el temor a ser rechazado ha pesado en mi vida durante mucho tiempo y es algo que creo que todos los homosexuales hemos sentido alguna vez.  

Lo que me parece interesante es que incluso en Francia hay un cierto rechazo a este tipo de iconografía entre la propia comunidad gay, aunque por razones totalmente distintas. En París he hablado por ejemplo con un chico que tiene una tienda donde vende fotos y obras de arte, y me decía que la mayor parte de la gente gay no quiere ver esto. Al menos los gays que tienen dinero, que pueden pagar estas cosas, quieren ver algo decorativo, algo bonito, algo que finalmente les de status. Héteros y homos están metidos en el mismo saco en ese punto: el consumo como una forma de inclusión, que es lo que en los países avanzados ha terminado un poco desinflando lo que fue alguna vez ese pie de protesta.

Aquí en Perú sucede lo contrario, la gente aún tiene que luchar para definir su posición en la sociedad, para ser respetada… yo me fui de Lima justamente porque no quería sentir más la presión de mi familia, de la religión, ese terror de no ser aceptado. Allá no hay eso, no sentía eso, para empezar porque no es mi país, y porque el contacto entre hombres es más fácil, es más aceptado y no es tan violento porque no hay tanto machismo. Eso te da una tranquilidad y puedes empezar a hacer tu vida; el resto ya viene como resultado de esta tranquilidad. A tal punto que he podido achorarme y hacer lo que he hecho.

"Mic Man Bar - Paris"

Acá cuando hice el "Archivo Collage" empecé a sondear un poco un tema que en el fondo era gay pero que estaba como escondido en la estética. Los iconos de los que me alimentaba eran totalmente gays o ambiguos: New Order, Depeche Mode... Antes de irme era básicamente un ambiguo. Allá no, allá llegas, tienes una pareja y te inserta en su familia sin ningún problema.

Lo que veo en la comunidad gay francesa es curiosamente una suerte de conservadurismo que se ha instalado, con una fuerte tendencia al consumo, con la generación de roles y tendencias estéticas muy marcadas, con bares donde hay que ir vestidos de una cierta manera, donde no entran mujeres, donde se siente una atmósfera un poco sectaria... como ghettos dentro de la misma comunidad. Tienen bares para la gente más gordita, a los que llaman los “Osos”, y todos tienen barba, tienen puestas camisas de cuadros, tienen pinta de leñador, y comen determinadas cosas; luego tienes la figura del homosexual más flaco, que es la “nutria”, el cazador, etc. Tú piensas ya, bacán, pero siempre es todo un consumo aglomerado en torno a la pertenencia a pequeñas sociedades, pequeños ghettos.

Y en realidad allá no ves tanto arte de este tipo. Los artistas que yo he conocido que han hecho pintura homoerótica siempre han sido latinos, venezolanos, chilenos, no eran franceses. A lo mejor los franceses ya no lo encuentran interesante y han pasado a otra cosa, o quizá han empezado a imitar a la pareja hétero clásica de la mujer y el hombre que rechazan ciertas cosas y les esconden cosas a los niños. Yo no tengo nada en contra, si lo quieren hacer que vivan así su vida. Lo que yo hago es muy comprometedor para ellos. Te comprometes mucho al mostrar algo fuerte pero que a la vez es parte de nuestra naturaleza homosexual, que es este lado perverso: las escenas que ves en los bares, en las cabinas, que son fuertes pero son parte de la sal de la sexualidad. No todo es amor ni ternura. Y eso es lo que yo estoy mostrando.

¿Qué tipo de arte que representa escenas homoeróticas no te interesa para nada de lo que has visto acá?

No he visto tantas cosas pero me interesó mucho lo de Jaime Higa, cuyo trabajo conocí a través de Miguel López, quien ha curado muestras de ambos. Cuando vi su catálogo me sentí orgulloso por él, me pareció bacán que lo haya hecho, que se haya arriesgado a hacer esos collages y esos lienzos porque son obras bien directas. A mí me disgusta un poco cuando veo cosas muy decorativas. Creo que como pintor no te puedes engañar y es penoso ver a un artista esforzarse por decirte algo pero lo termina haciendo a medias por cuestiones sociales, por cuestiones religiosas, por cuestiones familiares... eso le baja todo el volumen a tu trabajo. No se trata necesariamente de denunciar sino de dar un testimonio: “así soy yo, así es esto, esto pasa, entérense”. Además son escenas que yo sí considero bellas, a pesar que sean chocantes o fuertes, para mí son hermosas, son válidas de volverse un cuadro. Y a lo mejor en cierta forma estás educando pero no puedes perder de vista que lo haces principalmente por placer, no lo haces por buscar una justificación ni psicológica, ni terapéutica, ni nada. Es por placer y es sincero. Yo creo que ese es un elemento que siempre busqué en mi trabajo, el contar mi vida diaria, y esa mecánica de trabajo es la que me sirve para llegar a mostrar lo que sucede en los dark rooms con tanta naturalidad. Por eso me parece que lo mío fue más natural que el trabajo de Jaime, quien retrató la homosexualidad de una manera más dura en un contexto complicado como eran los 80. Lo mío sale más suave y natural porque yo no sufro tanto con esto.

Thierry III

¿Te preocupa que te encasillen como un artista homosexual?

Ahora estoy tocando el tema homosexual pero sé por naturaleza que eso luego va a cambiar. Y buscarle un nexo con la militancia ha sido un azar. Yo he caído en un contexto de tensiones, y si mi obra puede ayudar a una causa como la de la Unión Civil, excelente; pero eso es algo que nunca se planteó. Lo mío va más de la mano con la temática de la vida privada del artista como fuente de su obra, y tengo ahí muchos referentes, como Cindy Sherman o Pierre Molinier (que también se retrataba con ropa interior femenina sin travestirse). Lo mío tiene que ver con cómo el arte me ha ayudado a asumirme, cómo la pintura me ayuda a sacar esto, cómo el arte y la pintura me ayudan a vivir con esto y me trasforman. Me interesa más el lado de artes plásticas que el lado social o de militancia; no sería sincero si te dijera lo contrario porque yo no sé nada de eso. En verdad, yo no estoy criticando a la sociedad ni tampoco estoy haciendo apología de nada. No se trata de convencer a la gente de que viva su vida como lo hago yo.

Notas relacionadas:Entrevista al curador Miguel López

Escrito por

Alonso Almenara

Escribo en La Mula.


Publicado en

Redacción mulera

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