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La vida escandalosa del surrealismo

Este año se cumplen 90 del Primer Manifiesto lanzado por André Breton y sus compañeros. El surrealismo sigue con nosotros.

El surrealismo es un medio de liberación total del espíritu

André Breton

Publicado: 2014-04-26

En 1924, hace 90 años, se publicó en París el Primer manifiesto del surrealismo escrito por el poeta y líder del grupo André Breton (1896-1966). Breton no estaba solo, lo acompañaba un nutrido grupo de artistas jóvenes que buscaba cambiar el sistema de valores de la sociedad. Europa, el “lugar de la cultura”, del racionalismo, del desarrollo, no se recuperaba de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la primera de las dos grandes catástrofes que se gestaron en el siglo XX en ese continente. Este pasaba por una época económica y social muy difícil, en la que distintas manifestaciones comenzaron a posicionarse desde dos vertientes en apariencia lejanas pero en realidad complementarias: la artística y la política. La influencia que este pensamiento tiene hasta hoy es palpable.

Quienes constituyeron en un inicio el grupo surrealista, los poetas Phillipe Soupault y Louis Aragon además de Breton, fundaron la revista Littérature en 1919. Esta sirvió como campo de pruebas para la joven vanguardia artística parisina. En ella comenzaron a proponer una nueva estética, a la que pocos años después Breton designaría como surrealista. Esta nueva propuesta tenía por fin denunciar —no a modo de panfleto— la decadencia del estado de las cosas, sobre todo del arte conservador. Sin embargo, será en La Révolutión Surréaliste (1924) donde los surrealistas comenzarán a mostrar su inclinación política. En esta revista, si bien hablaban de arte y literatura, el carácter de una buena cantidad de textos era de corte social: proclamaban la necesidad de cambiar la vida, y se proponían cuestiones sobre el hombre y la condición humana, que trascendían el espacio habitual del arte. Debido a esta postura el grupo surrealista se convirtió en un elemento incómodo para los discursos hegemónicos, pues cuestionaban las estructuras de poder sobre las que se había erigido el viejo continente, mezclando lo político y lo filosófico con lo poético, al mismo tiempo que un curioso espíritu de investigación se unía a un afán por la aventura y el escándalo. En ese momento, por el contexto que atravesaba Europa resultaba coherente pensar en una transformación de la sociedad por medio del arte. Sin embargo, este movimiento fue rechazado radicalmente, pero esto no evitó que su influjo se expandiera no solo en el continente europeo, sino, sobre todo, en el americano.

Louis Aragon y andré breton

Los surrealistas influenciados por el psicoanálisis del austriaco Sigmund Freud colocaron en relieve el tema del erotismo no solo para llamar la atención de la conservadora sociedad europea de inicios del siglo XX, sino para señalar los pobres valores de esa época mediante uno de los elementos que más situaciones conflictivas podía causar: el cuerpo humano desnudo y el deseo que este provocaba. No era el escándalo por el escándalo. Esta propuesta, además, constituía una forma de denunciar la incontrolada pulsión del ser humano por el poder, por la posesión, en todos los ámbitos de la vida. En el plano artístico el erotismo era un medio para reivindicar la obra de algunos artistas “incomprendidos” por la sociedad como el novelista Marqués de Sade, en quien los surrealistas reconocían a un predecesor, así como proponer una nueva lectura de las relaciones humanas.

Otros de los elementos que los surrealistas introducen como medio creativo y, en consecuencia, tema sobre el que escribir es el onírico. De las tres artes en que el surrealismo influenció con mayor fuerza la literatura, la plástica y el cine, será en esta última donde ese elemento se aprecie con mayor facilidad. Recordemos la película Estrella de mar (1928) dirigida por el artista estadounidense Man Ray y escrita por el poeta francés Robert Desnos. 

La película se basa en un poema de Desnos que se titula "igual": Qué hermosa es/ Después de todo/ Si las flores fueran de cristal/ Hermosa, hermosa como una flor de cristal/ Hermosa como una flor de carne/ ¡No estoy soñando!/ Hermosa como una flor de fuego/ Muros de la Santé/ Qué hermosa “era”/ Qué hermosa “es”. Lo onírico, que constituye una vía de exploración, es otro de los elementos que le permite al surrealismo romper con la racionalidad, con el lenguaje normalizado. 

Otro de los hitos de ese cine de ese nuevo lenguaje fue Un perro andaluz (1929), dirigida por Luis Buñuel y para cuyo guión colaboró el pintor Salvador Dalí. La influencia del surrealismo llega hasta hoy en cineastas como el estadounidense David Lynch (ver por ejemplo The short films of David Lynch), así como en toda la producción del checo Jan Svankmajer o en los trabajos del también estadounidense Kenneth Anger, importante miembro del movimiento Queercore.

Una de las críticas más extendidas para detractar al surrealismo es que sus integrantes no conocían el arte clásico. Gran falacia. Por el contrario, los surrealistas, si bien negaban el pasado con el que por defecto debían romper, dominaban la historia del arte, pues solo así podían generar una nueva propuesta. Esa crítica efectista es consecuencia del dislocado y aparente hermético lenguaje que los miembros del surrealismo empleaban en sus creaciones. Por el contrario, en sus trabajos se advierte un hondo conocimiento de la historia en todos los aspectos. Basta ver algún trabajo como la Antología del humor negro de André Bretón, que es una clara muestra de una amplia lectura y que constituye una fina selección de autores que muestran el humor como un medio para realizar una crítica social. Asimismo, si se lee en los Escritos del pintor Marcel Duchamp (la editorial Galaxia Gutemberg en 2012 publicó una generosa selección de ellos) se apreciará que el famoso inodoro expuesto en un museo, así como sus otros ready-made, tenía por objetivo generar una crítica al arte institucionalizado y cuestionar lo que era y no arte. 

Otro de los elementos que adoptaron los surrealistas fue “la locura” como una forma de expresión de la imaginación. Sobre este tema dice en el Manifiesto: “Queda la locura. “la locura que se encierra”, como se dice con acierto. Esa o la otra… Todos saben, en efecto, que los locos solo deben su internación a una pequeña cantidad de actores reprimidos por las leyes que a no mediar tales actos, su libertad (por lo menos lo visible de su libertad) no estaría en juego. Me inclino a creer que tales seres son víctimas en alguna forma de su imaginación que los impulsa a la inobservancia de ciertas reglas, al rebasar las cuales el género humano se siente amenazado, hecho que todos hemos pagado con nuestra experiencia”.

antonin artaud

Uno de los “locos” del surrealismo fue el poeta, ensayista y actor Antonin Artaud. En su ensayo Van Gogh el suicidado por la sociedad, libro fundamental para el movimiento antipsiquiátrico, el autor intenta señalar que la lectura de la locura como deficiencia o discapacidad del pintor holandés es producto de la sociedad. Señala que Vicent Van Gogh fue un hombre libre, entregado a su obra, que solo deseaba comunicarse, pero que ese circuito debido a los valores de la sociedad no era posible. 

Paradójicamente, Artaud muere internado en el asilo Ivry-Sur Seine, víctima de las descargas eléctricas a las que era sometido para que su cerebro se adapte a la sociedad. La influencia de Artaud ha trascendido el tiempo. Hace dos años el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de España dedicó una exposición temporal, Espectros de Artaud. Lenguaje y arte en los años cincuenta, en la que se buscaba rastrear la influencia del autor francés “en las diversas ramificaciones del movimiento letrista, fundado por Isidore Isou y Gabriel Pomerand en 1946”. Asimismo, en esta muestra se intentó dar cuenta de “cómo reinterpretaron su legado destacadas figuras de la vanguardia estadounidense de posguerra (John Cage, David Tudor, Robert Rauschenberg, Franz Kline...), examinando el rol decisivo que en este proceso jugó el Black Mountain College (donde en 1952 la escritora Mary Caroline Richards leyó un fragmento de su traducción todavía inconclusa de Le théâtre et son double que inspiraría la obra Theatre Piece #1 de Cage)”. Además, “analiza el influjo que ejerció Artaud tanto en la poesía concreta brasileña como en el trabajo de dos artistas de este país, Lygia Clark y Hélio Oiticica, que exploraron las potencialidades de la recepción corporeizada de la obra de arte”. La influencia de este surrealista se puede apreciar en la música: el cantante y compositor argentino Luis Alberto Spinetta le rindió tributo con un estupendo disco titulado Artaud.

Los poetas surrealistas que fueron expulsados o que dejaron la militancia de ese grupo, se caracterizaron por una constante búsqueda y experimentación. A partir de esa experiencia crearon sus propios lenguajes. Además de Artaud, destacan los franceses René Char, Francis Ponge y Paul Éluard. Su lenguaje regido en un inicio por el automatismo psíquico, buscó explotar todas las posibilidades expresivas y romper con las reglas gramaticales y ortográficas, es decir, con lo correcto, así como explorar toda forma de comunicación. En nuestro idioma destacó el alcance del surrealismo en los españoles Federico García Lorca, Vicente Aleixandre o Luis Cernuda. Hoy la influencia de estos poetas es tal que se puede apreciar en autores como Antonio Gamoneda, Juan Carlos Mestre, Raúl Henao o en el primer John Ashbery. En Latinoamérica tanto la corriente poética neobarroca, cuyo representante más reconocido fue el cubano José Lezama Lima, como la neobarrosa, donde resalta la figura del argentino Néstor Perlongher, se encuentran influenciadas por el surrealismo. Esto se refleja en el modo en que se utiliza el lenguaje, el modo en que los textos buscan transmitir nuevos sentidos de la palabra.

El Perú contó con un poeta y pintor que militó durante un breve tiempo en el movimiento francés: César Moro, seudónimo de Alfredo Quispez-Azín, a quien el Nobel de Literatura Octavio Paz calificó como el único surrealista latinoamericano. Si bien se vincula al poeta peruano Emilio Adolfo Westphalen con esa corriente, este negó rotundamente su militancia. Por el contrario, admitió influencia, pero negó ser un surrealista, porque el contexto desde el que producía no se asemejaba en nada al europeo, además de que no usaba las técnicas propuestas por ese grupo.

césar moro

En las artes plásticas el surrealismo jugó un papel preponderante. Por un lado, sintetizó todas las experiencias de los ismos anteriores como el expresionismo, cubismo, futurismo, además de integrar los elementos del psicoanálisis. Por otro, en pintores como Pablo Picasso, Remedios Varo, Frida Kalho, Marc Chagall, entre otros, esta corriente artística les brindó otra posibilidad más para sus exploraciones. La estética que proponía comenzó a traspasar el arte. Por ejemplo, el poeta, ensayista, dramaturgo, cineasta y novelista Jean Cocteau también incursionó en el campo del diseño de modas. Le dio un giro a la forma de concebir las prendas, porque entendía que las vestimentas expresaban distintas emociones y que no solo eran telas que cubrían el cuerpo.

Los surrealistas, al igual que las otras vanguardias, adaptaron a sus lenguajes la presencia de las máquinas que comenzaban a invadir el mundo. En poesía se les menciona constantemente y en la plástica se les pintó y se les utilizó como insumos para construir esculturas. Salvador Dalí uno de los más destacados pintores de ese grupo hasta su expulsión colaboró con la industria del dibujo animado con Walt Disney.

El surrealismo como se mencionó al inicio no se restringió al plano artístico. En un inicio tuvo una intensa relación con el comunismo. Los integrantes de este grupo creían en la revolución para cambiar el mundo. Por ello, fundan la revista Le surréalisme au service de la révolution: el énfasis del nombre está en revolución. Pero, luego, como mencionó Breton en una entrevista, varios de los integrantes del grupo se sintieron decepcionados por el modo en que se establecieron los regímenes de ese corte. En esa ruptura perdieron a uno de sus más importantes ideólogos hasta ese momento, el poeta y narrador Louis Aragon. Sin embargo, nunca se rindieron por cambiar la sociedad.

El surrealismo buscó ser un golpe a la consciencia de las personas para que pensaran con distancia crítica la realidad que vivían. Su impronta no desapareció fácilmente. Por ejemplo, el movimiento Situacionista retomó el lado político de este grupo en las protestas del mayo francés de 1968. Dentro de las acciones que llevaron a cabo se imprimieron como panfletos varios de los textos que Antonin Artaud había escrito para el tercer volumen de La Revolución Surrelalista (1925), pues en ellos se criticaba a las instituciones del Estado, la falta de solidaridad entre los ciudadanos y la gaseosa espiritualidad la sociedad y de los supuestos líderes como el Papa, el Dalai-Lama, entre otros. Además, Artaud cuestionaba el papel de los artistas en la sociedad:

No podemos vivir eternamente

rodeados de muertos

y de muerte.

Y si todavía quedan prejuicios

hay que destruirlos

“el deber”

digo bien

EL DEBER

del escritor, del poeta, no es ir a encerrarse cobardemente en un texto, un libro, una revista de los que ya nunca más saldrá, sino al contrario salir afuera

para sacudir

para atacar

a la conciencia pública

si no

¿para qué sirve?

¿Y para qué nació?

Sin lugar a dudas el surrealismo, a pesar de las críticas, traspasó todos los límites convencionales. Lamentablemente, el término ha sufrido una deformación, así como sus planteamientos han sufrido varias dislocaciones. No se trata del influjo en movimientos como el Pop Art de Andy Warhol o en el movimiento Fluxus (en el que participó Yoko Ono). Se trata de cómo algunas personas piensan que por dislocar el lenguaje o presentar una situación escandalosa están creando arte surrealista. Asimismo, el término es usado erróneamente para designar lo que no se comprende, todo lo que se encuentra fuera del lenguaje convencional. Esta forma equívoca ha permeado en la gente, debido a que los sistemas educativos, que responden a intereses políticos, no pueden enseñarle que una época hubo un grupo de personas que creyó en ser libre. Eso sí, las características del surrealismo solo responden a ese momento. Hoy sería errado intentar imitar este movimiento. Se puede tomar su ejemplo, pero habría que plantearlo al contexto actual.

La vida escandalosa del surrealismo es solo para aquellos quienes no quisieron escuchar su mensaje.


Escrito por

José Agustín Haya de la Torre

Curioso y fragmentario.


Publicado en

Redacción mulera

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