"Mi venganza son ustedes"
Eso es lo que les dijo Chacalón a Los Mojarras. "Sarita Colonia" (1992), el primer disco de la banda es el testimonio de una alianza chichero-rockera que habló fuerte sobre el país, en el umbral de una era oscura.
No tengo ninguna duda, hoy no iré al concierto de Paul Mc Cartney, iré al concierto de Los Mojarras. Al primero puedo colarme y al segundo tendré que pagar. Lo hago a gusto porque lo que nos dieron Los Mojarras a inicios de los noventa es impagable. Cuando Lima estallaba, ellos nos devolvieron la fe en la música de la calle, en el Rocanrol.
El aporte Narcosis
Recuerdo cuando Wicho García me dio a conocer, entusiasmado, a Los Mojarras. Corría una tarde de abril como la de ahora, sólo que de 1992. Estábamos en una habitación que parecía un estudio por su súper equipo sonoro, él puso la grabación que acababa de hacer a la banda en el estudio de Miki Gonzáles, que, a sazón, se convertiría en el primer casete de la banda, “Sarita Colonia”. Me quedé cojudo.
Tras el infame primer gobierno de Alan García habíamos acabado la década de los 80 desfalcados, mientras Sendero buscaba volar Lima. La escena rockera subterránea ochentera, en la más amplia consideración de la palabra, había perdido a bandas importantes. La nueva década arrancó con la ley del sálvese quien pueda.

wicho garcía. metió mano en el debut de los mojarras en el estudio
Empeñado en “trabajar” en la música, como siempre, grababa de discos a casetes, en la casa del buen Wicho (Ex Narcosis), para después venderlos en la calle; en esa época hablábamos del futuro incierto para nuestras vidas, para nuestra música. No sabía, hasta esa tarde, que él estaba contribuyendo a cambiar la historia con esa producción, en la que no sólo hizo manejo del sonido, sino que puso teclados y… sus gritos. La impronta “subte” estaba presente.
Un detalle “subte” más, la portada del casete es una fotazo de Jaime Razuri, excelente fotógrafo que conectó a esa movida con Radio Nacional de España, en 1986. Pero esa es otra historia.
Chacalón, el padrino de Los Mojarras
Nuestra música urbana es un proceso colectivo de décadas. Montes y Manrique, los primeros peruanos que grabaron eran músicos callejeros y no sólo eran criollos: también estaban influenciados por música extranjera.
Cuando aún ignoraba nuestro pasado, no podía entender cómo unos “chicheros” Mojarras -esa fue la primera imagen que tuvimos de ellos- hacían un rocanrol del carajo con letras tan crudas y, a la vez, llenas de sabiduría callejera. Poco conocía aún de Celeste… de Chacalón.

chacalón, según rocío urtecho
Kike Larrea, guitarra y co-productor con Wicho de ese casete histórico, que afirma ahora tocar más cumbia que en su época de Mojarra (1991-1992), recuerda con mucho orgullo la vez que tocaron en la carpa Grau con Chacalón; al final, el papá de la chicha, apareció con su caja de chelas y les dijo una frase para la inmortalidad: “Mi venganza son ustedes”.
¿A qué se refería Chacalón? Confesó en vida que él quería ser rockero pero el destino le tenía reservado otro rol. Si observamos sus fotos, su look, hay algo de Elvis en su impostura y, ahora, sabemos que le gustaba el rocanrol. Asistió como un fan más a la presentación del casete debut. Y se fue en paz, su posta había sido tomada. Chacalón, tan chichero como rockero.
La cumbia nació en el centro de Lima, en los primeros conjuntos habían blancos, negros y cholos. Todos mezcladitos, todos gozando. Varios de los instrumentistas de la cumbia inicial tocaron antes rock. Enrique Delgado, guitarra maestra de Los Destellos, tocó antes valses con el patriarca Don Lucas Borja y huaynos con la inmortal Pastorita Huaracina, más integrados no podíamos estar y no sabíamos.
Para mí, la mejor banda “rock” de la segunda mitad de los setenta fue el Grupo Celeste y su cantante Chacalón. Fueron Los Mojarras setenteros. O más apropiadamente diríamos: Los Mojarras fueron los Celeste noventeros.
El casete naranja de Los Mojarras, lado A
Sonó “Sarita Colonia”, mientras me fijaba en el papel que me había alcanzado Wicho, en el que estaban escritos los títulos de las canciones. Yo, que no tenía santa favorita más que mi santa madre, que estaba ya en la gloria de su Dios, me dije ¿quién es ésta?.

hernán condori, kachuka.
Desde el inicio en que Hernán se encomienda, a Sarita por el milagro concedido, este himno me voló la cabeza. Pocas veces una canción de rock la había sentido tan pueblo. La canción remataba con la oración del coro: “Sarita Colonia/ Patrona del pobre/ No quiero más rejas/ No quiero más llanto”, coro tomado del tema de otro chichero, Jorge Chávez Malaver, director musical del Grupo Maravilla. Otro músico, el dueño del estudio, Miki Gonzáles, dejó su huella guitarrística en el tema.
Sonó otra chicha y Hernán Condori empezó a orar: “Para todos mis hermanos provincianos…". El parlante vibraba, yo decía ¡qué voz! ¡qué guitarra! ¡qué banda! “Ayer lo vieron corriendo/ de Dos de mayo a La Unión/ atrás iba un policía/ y más atrás un huevón”, Wicho se cagaba de risa con la letra. Era “Cachuca”, otra de las clásicas de Los Mojarras.
Le siguió “Babalúa”, luego “Absuelto criminal”; mientras Wicho me daba sus impresiones sobre el nuevo conjunto, la irrupción en el estudio de Hernán Condori -todo un personaje cuando estaba ante el micro y cuando estaba sin micro- y el impacto que le produjo la banda a Miki, en el parlante se dejaba oír la letra del tema: “Lo que sucede aquí/ es que la justicia no es ciega/ sino que se hace la cojuda”.
En la siguiente se acabaron las risas. Sonó “Confesiones”. Resulta que el mejor blues nacional que escuchaba en mi vida era de un “chichero”. ¿Cuántas noches de mi vida no me habrá acompañado, tan solita, esta canción? ¿Cuántas noches más, me volverá a acompañar?
Cerraría ese primer casete: “Abandónate (a ellas)”, que expresa la filosofía Narcosis.
El casete naranja de Los Mojarras, lado B
Los que le daban vuelta al casete original, se encontraban como primer tema del lado B, “Mil religiones”, una crítica abierta al bombardeo de opciones religiosas que se vivía en ese momento. Definitivamente se trataba de una banda que se atrevía y tenía con qué hacerlo.

la masacre de cayara, en mayo de 1988, cuatro años antes del 'sarita colonia'
“Cayara” aún ahora suena subversiva, desde el saque, Hernán asumido Cachuca, vocifera, parafraseando a César Vallejo, ¡Perú… aparte de mi este cáliz! Carajo con semejante inicio lo que se venía tenía que ser un himno y lo es, un himno para todo mitin que se precie, un himno con una firme sentencia final: “El poder es muy bello/ pero no dura tanto”.
“Represión”, con los coros de Wicho, es otro tema de protesta en tiempos que las papas quemaban… “Me inventan mentiras/ me acusan de terruco/ me llenan de palos/ me niegan a mi familia/ por reclamar/ los Derechos Humanos/ me masacraron/ de esta noche no paso”. Decir eso antes de la captura de Abimael Guzmán no era juego de chicos.
“Hipocresía infernal” es una declaración de principios subterráneos, en toda la línea, a estas alturas me decía que habrá vivido el vociferante del conjunto para cantar con las entrañas, con la lucidez de quien ha visto arder todas sus naves y, solo, con su esqueleto, salir a dar la lucha. Por su parte, “Gente de noche” es un tremendo rocanrol; inclemente descripción de una noche en el rico Agucho, como es conocido el distrito de El Agustino.
Wicho me dijo: empieza la última canción, será mejor que te sientes. Como de ultratumba arrancó “Catalepsia”. Nunca había escuchado una canción con semejante letra, la de alguien enterrado vivo. “Pasa por mi mente toda mi vida. Adiós vida, adiós parranda, lujuria y bebida”. ¡Qué dura ha sido llevarla en la mente en momentos extremos para mi salud!
Acabó la sesión. Creo recordar que sentimos que un nuevo tiempo empezaba, que ese repertorio no iba a pasar desapercibido. Por mi parte, escucharlo en versión de copia del master (como me la pasó Wicho), en versión casete y disco compacto, reeditados por ¡Eureka! Records de El Virrey, ha sido siempre una ceremonia. ¡Gracias Sarita, por el milagro concedido!
De El Agustino, sus hijos

los mojarras, en su barrio, el agustino, fotografiados por daniel pajuelo (archivo PUCP)
Hernán Condori “Cachuca” (Voz y segunda guitarra), Enrique “Kike” Larrea (Primera guitarra y producción general), Enrique Solano (Bajo) y Daniel Tayco, “Dani” (Batería) acompañados de Carlos Franco “Kilo” (Percusiones) que luego se convierte en miembro estable. Estos fueron Los Mojarras que registraron “Sarita Colonia” y le prendieron vela a un nuevo rock de Lima.
Esta formación es la que se reúne la noche del 25 de abril para celebrar “Sarita Colonia” en ETNIAS BAR CULTURAL (Jr. Cailloma 843, Cercado de Lima), a las 10PM, acompañados de Kamuflaje, otra banda resucitada de El Agustino, un distrito que sabe de rocanrol y chicha. ¡Cita para el recuerdo!
Vayas o no vayas… no dejes de escuchar completo el álbum dedicado a “Sarita Colonia”, ahora mismo:
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