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Un coro de voces para despedir a Gabriel García Márquez

Escritores y poetas nos cuentan su apreciación por el gran novelista colombiano y nos hablan de su legado.

Publicado: 2014-04-20

Gabo, como cariñosamente le decían sus amigos y los lectores que sentían complicidad con sus novelas, falleció haces tres días, el 17 de abril. Su muerte ha trascendido el ambiente literario, músicos, presidentes, entre otros se han sumado a los mensajes de despedida. Las novelas y cuentos de Gabriel García Márquez lograron captar desde la primera línea a quien se acercara a alguna de sus obras. Él no solo fue sus textos, sino que su forma de vida era consecuente con sus creencias, razón por la que la gente y sus amigos lo valoraban aún más. 

carlos yushimito

Carlos Yushimito, autor de Todos los bosques tienen sus propias puertas, nos dice que “la obra de García Márquez es una de las pocas que afianzarán su influencia con el paso del tiempo, sobre todo por las pruebas que ya ha dado para delatar la imposibilidad de su imitación. García Márquez es tal vez junto al argentino Jorge Luis Borges el único que, por la excepcionalidad de su estilo, está llamado a ser un padre literario, esa cualidad fundadora y modélica de la que hablaba Harold Bloom y que hace de todos los que escribimos a su sombra 'poetas menores'”. 

Diego Trelles Paz, autor peruano finalista del Premio Rómulo Gallegos, recuerda no solo la importancia de Gabo como escritor sino en los demás ámbitos en los que el colombiano incursionó: “Gabriel García Márquez fue un hombre consecuente, un escritor prodigioso y, sin duda, uno de los autores más queridos por los lectores del mundo. Está a la altura de Juan Rulfo, de Jorge Luis Borges, de William Faulkner, de Miguel de Cervantes. Su voz es única en la literatura mundial: no existe nada parecido a un buen epígono de García Márquez porque lo que escribió García Márquez es sencillamente inimitable. Aunque Cien años de soledad es una novela extraordinaria y, sin duda, la más reconocida de su bibliografía, considero que su obra maestra es El amor en los tiempos del cólera. Es una pena que el cine no le haya podido hacer justicia. García Márquez dedicó su vida a darle dignidad al periodismo y al cine y formar a varias generaciones de periodistas y cineastas de América Latina. Su partida ha generado en todos nosotros una profunda tristeza”.

diego trelles paz

Como nos recuerda Trelles Paz, a Gabo también le interesaba el cine. No solo como anécdota para escribir La aventura de Miguel Litín clandestino en Chile, o por ser padre del cineasta Rodrigo García: también fue fundador de la Escuela Internacional de Cine y TV San Antonio de los Baños de Cuba, además de haber participado a lo largo de su vida en la escritura de guiones y hasta la co-dirección de un cortometraje. Como muchos escritores latinoamericanos, García Márquez fue cercano al régimen de Fidel Castro y patrocinar esta escuela de cine fue una de las formas en que expresó su apoyo a la revolución cubana: “El legado de Gabriel García Márquez alcanzó el cine, no solo como crítico, guionista o por sus muchas novelas y cuentos que fueron adaptados a la pantalla grande, sino por la destacada labor que desarrolló durante casi toda su vida como promotor e impulsor del desarrollo del cine latinoamericano, que tuvo su cima con la creación de la FNCL y de la EICTV, la Escuela de Todos los Mundos. ¡Hasta siempre Maestro, hasta luego GABO!”, se lee en el muro de Facebook de la escuela de San Antonio de los Baños.

Por su parte, el poeta ecuatoriano Edwin Madrid, ganador del Premio Casa de América de poesía, nos cuenta cómo empezó su relación con la obra de Gabo: “No dejo de asociar la lectura de García Márquez al colegio, fue allí donde la disfruté más que en otro momento y tal vez sea por este motivo que su obra me resulta algo así como un acontecimiento, como si llegara al pueblo el circo con su mujer araña, el hombre que traga sables o Blacamán, el bueno, subido sobre la cuerda floja. Hipnotizado me deslizaba por sus textos como si escuchara a mi abuelo narrar historias. La que recuerdo con nitidez es la de "Un señor muy viejo con alas enormes" (1968) el primer cuento que está compilado en La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y de su abuela desalmada. Cuando leí por primera vez este cuento me di cuenta que, a través de la poesía, era posible hacer bajar a los ángeles a la tierra, y que no eran tan hermosos como en las pinturas católicas, sino tan humanos y viejos que un día se largaban sin decir ni gracias. Esta literatura es portento de magia, pero también de virtuosismo en la técnica que hipnotiza al lector y lo lleva a mundos donde los hijos te pueden nacer con cola de cerdo, las mujeres se elevan al cielo o los hombres se convierten en pavos reales o ángeles”.

edwin madrid

Asimismo, el narrador peruano Fernando Iwasaki cuenta que la obra del colombiano lo impactó desde que estaba en el colegio: “Leí Cien años de soledad allá por 1977, cuando cursaba quinto de secundaria y la novela de García Márquez era lectura obligatoria en mi colegio, junto con otros títulos de Ribeyro, Arguedas, Carpentier y Vargas Llosa. Recuerdo que uno de los ejercicios que el profesor Juan Ochoa nos mandó hacer, consistía en armar el árbol genealógico de los Buendía. Otra pregunta del control de lectura fue sobre los fantasmas que aparecen por la novela, y así de memoria recuerdo que escribí sobre Melquíades, Prudencio Aguilar y Pietro Crespi. Y todavía me acuerdo que había una tercera pregunta sobre la influencia del Antiguo Testamento en Cien años de soledad. La cuarta la he olvidado para siempre. ¿No es maravilloso que todavía tenga frescas en mi memoria tres de las cuatro preguntas de un examen escolar de 1977? No encuentro mejor manera de demostrar por qué Cien años de soledad es un libro memorable”. 

fernando iwasaki

Iwasaki también nos comenta que el legado de Gabo debería analizarse desde tres perspectivas: la personal, la literaria y la política. Sobre la primera destaca la generosidad, discreción y lealtad con la que se comportó en todos los ámbitos, especialmente su calidad humana. Acerca de la segunda nos dice que “el legado literario de Gabriel García Márquez es tan vasto y fastuoso, que ni siquiera limitándome a enumerar sus principales valores podría abreviar lo suficiente”. Señala dentro de los hechos relevantes de la obra de Gabo que esta “creó al lector internacional de literatura latinoamericana, fascinado con el realismo mágico y sediento de prodigios”. Sobre su legado político nos comenta que para el Nobel de Literatura de 1982 “fue uno de los últimos grandes escritores que quiso hacer una síntesis entre su obra literaria y sus opciones ideológicas, de modo que sus aciertos y errores políticos o sus excelencias y minucias literarias fueron elogiadas, confundidas y criticadas”.

Marco Martos, poeta y director de la Academia Peruana de la Lengua, nos recuerda cómo Gabo conocía su oficio con minuciosidad: “García Márquez fue a lo largo del tiempo, uno de los escritores más notables de la lengua española. Tal vez habría que remontarse a Cervantes para encontrar otro creador de tanta potencia creadora en la ficción literaria. Sus textos encandilan y ganan la voluntad a cualquier tipo de lector, desde el que se inicia en el disfrute de las letras hasta el sesudo crítico literario que elabora teorías o las aplica sobre el arte de escribir. En medio de sus escritos, desde los cuentos y novelas iniciales, hasta sus obras mayores como Cien años de soledad o El amor en los tiempos del cólera palpita la vida. El lector tiene la sensación de que la forma de contar de Gabriel García Márquez es la más natural, aunque detrás haya mucha sabiduría literaria, mucha técnica, sabiduría y técnica que no se exhiben sino que son como un zurcido invisible de la tela maravillosa de palabras que son sus escritos. Es un grande entre los grandes y su literatura prevalecerá.”

eduardo gonzález viaña

Sobre Cien años de soledad, la obra más conocida de García Márquez, el novelista peruano Eduardo González-Viaña nos comenta que “esta continuará denunciando que la masacre de las bananeras no fue un sueño ni tan sólo una creación literaria. Aquélla ocurrió en Ciénaga, provincia de Magdalena, el 6 de diciembre de 1928, cuando un gran número de trabajadores del banano que estaban en huelga fueron acribillados por el Ejército Nacional. Lo que más resonó de la narración literaria de García Márquez fue la cifra de 3.408 muertos que uno de sus personajes arroja como balance final de la matanza. Pero también ocurrió en México, en la Plaza de las Tres Culturas. Y también en el valle de Chicama, en el Perú. Y también en Chile, en Santa María de Iquique. Y otra vez en el Perú, al ser derrotado Trujillo por el ejército del dictador en 1932. Y muchas veces más en el Perú cuando el dictador aprovechó de una guerra interna para desencadenar un genocidio étnico. Y todo el tiempo, el hecho real que transformó en un idiota debate histórico destinaba preguntarse cuántos eran los muertos. Aquello obvió la verdad de que en nuestras tierras esa es la manera en que los poderosos hacen sus negocios. En su voz, todo aquello se transformó en una epopeya”.

A título personal diré que pocos son los novelistas que me han cautivado. Gabo fue uno de ellos. De esos sobre los que después de leer una primera novela, me sentí atrapado por la pasión de sus palabras. Por ello, mi mayor agradecimiento.


Escrito por

José Agustín Haya de la Torre

Curioso y fragmentario.


Publicado en

Redacción mulera

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