Desde el 17 de abril, la película peruana La cara del Diablo (2014), dirigida por Frank Pérez-Garland y con guión de la actriz Vanessa Saba, ingresará a la cartelera local. Ambientada en Tarapoto (San Martín), y con un elenco de jóvenes actores, la historia —“inspirada en sucesos reales”, como se anuncia en el tráiler— se enmarca en lo que se conoce como 'cine de terror juvenil'. 

Un grupo de muchachos aprovecha los feriados de Semana Santa para realizar un viaje a un albergue aislado en medio de la selva. Sin embargo, esta experiencia que debería ser del todo placentera, y que incluye algunas escenas donde la sensualidad termina por desbordar, tomará como punto de partida el mito del Tunche —entidad diabólica que mata y posee a todos aquellos con los que se cruza— para convertirse en una espiral de desconcierto y maldad de las que sus protagonistas no se podrá librar.  

Pero no es la primera vez que el argumento de una película peruana se sirve de las creencias populares para virar a una historia de terror.

Y es que el cine de terror existe desde hace mucho en el Perú. Solo que en nuestro país este género ha tenido mayor impacto en el cine regional (denominación que se le otorga al conjunto de películas realizadas fuera de la capital), llegando a ser muchas de ellas sus títulos más conocidos y admirados.

Entre ellos habría que mencionar a películas como Qarqacha, demonio del incesto (2000), filmada en Ayacucho y dirigida por Melinton Eusebio; El Misterio del Kharisiri (2004), rodada en Puno y cerca del Lago Titicaca, su director fue Henri Vallejo; Uma, cabeza de bruja (2005), también de Ayacucho, y dirigida por Lalo Parra Bello; y El Tunche, misterios de la selva (2006), filmada en Iquitos, y bajo la dirección de Nilo Inga.

La característica común entre todos estos títulos es que tienen como eje central de sus argumentos los mitos populares. Valiéndose de ellos para armar una nueva historia, una actualizada en nuestros días.

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