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Maestro cronopio: las clases de Julio Cortázar

En 1980, el escritor argentino dictó cursos en la Universidad de Berkeley, en EE.UU. Ahora se publican en libro. 

Publicado: 2014-04-13

Es costumbre en las universidades de Estados Unidos establecer cátedras o invitar a creadores o investigadores para que impartan una serie de seminarios o dicten breves cursos. Resultado de esas sesiones son libros notables como uno-yo: seis no-conferencias del poeta e. e. cummings, I-VI del músico John Cage o el inconcluso Seis propuestas para el nuevo milenio del narrador Italo Calvino, quien falleció en la época en que redactaba sus conferencias. A este grupo de notables libros se le suma Clases de literatura de Julio Cortázar (Alfaguara, 2013). En este se han transcrito las trece horas de clase que, como profesor invitado, el narrador argentino dictó en la Universidad de Berkeley de octubre a noviembre de 1980.

La edición del libro estuvo a cargo del español Carlos Álvarez Carrigó, doctor en Filología Hispánica con una tesis sobre Cortázar, quien también editó Papeles inesperados (2009) y los cinco tomos de Cartas (2012) del celebrado autor argentino. En el prólogo de Clases de Literatura se ofrecen una serie de pistas acerca de cómo se sentía Cortázar impartiendo este curso en una universidad de Estados Unidos, país al que por motivos ideológicos se negó a ir durante muchos años. Como señala Álvarez Carrigó: “En 1969 Cortázar rehusó la propuesta de profesor invitado cursada por Columbia University porque aceptar le parecía una aprobación tácita de la llamada ‘fuga de cerebros’ y sentía que no debía visitar los Estados Unidos mientras aplicaran su política imperialista”. Esta era una reacción común en muchos escritores de pensamiento izquierdista.

Clases de Literatura nos revela que la elocuencia de Cortázar no se restringió solo al plano escrito, sino que destacó en el oral como bien se pudo percibir en la entrevista que el recordado conductor español Joaquín Soler Serrano le realizara en 1977 en su programa A fondo, tres años antes de que dictara estas clases en Berkeley. En esta, además de acercarnos al narrador, nos acercamos a la persona, con la extrema calidez con que la narrativa del autor de La vuelta al día en ochentas mundos nos cautiva.

La conciencia del creador

Pocos años antes de su muerte, al preguntársele por sus impresiones al momento de grabar Kind of blue, considerado por la crítica el mejor disco de jazz en la historia, el saxofonista John Coltrane recuerda que se sorprendió cuando el trompetista y líder de la banda Miles Davis le entregó a cada miembro del grupo un pequeño papel con unas notas que serían la pauta para grabar las canciones. En ese momento Coltrane comentó que se sintió desconcertado. Con los años, comprendió que Davis era consciente de lo que crearía, que tenía consciencia y de algún modo control sobre lo que deseaba crear y que antes de haber grabado el disco ya sabía cuál sería el resultado final. Esta premisa puede resultar un punto de partida para adentrarnos en las clases que dictó Julio, como le terminan llamando sus alumnos, pues nos muestra toda la conciencia (y el trabajo) del creador: sus influencias, sus intereses personales como el jazz, su proceso creativo en la escritura, el rigor con el que se lee a sí mismo, su interpretación de la historia social y lo que pretende que cada obra suya transmita.

Antes de comenzar a dictar las conferencias, Cortázar les advierte a sus alumnos “Tienen que saber que estos cursos los estoy improvisando muy poco antes de que ustedes vengan aquí: no soy sistemático, no soy ni un crítico ni un teórico, de modo que a medida que se me van planteando los problemas de trabajo, busco soluciones”. Tal vez el profesor quería despistarlos, porque al leer las clases uno duda realmente de tal improvisación: la pasión y el conocimiento que transmiten nos muestran a una persona dedicada a tiempo completo a su actividad más personal, la escritura y el modo en que concibe el mundo en su desarrollo histórico.

cortázar, carlos fuentes, luis buñuel

La dinámica de clase que el reconocido narrador estableció fue sencilla. Cada sesión se dividiría en dos; en la primera parte Cortázar comentaría algún tema, que en apariencia tiene un planteamiento académico porque analiza una serie de cuentos pero de un modo lúdico, y en la segunda los alumnos le harían preguntas en un principio acordes a los temas tratados pero que también incluyen las curiosidades —y muestra la fascinación— que sienten por la obra de su profesor. Gracias a esta dinámica Cortázar estableció un vínculo con los alumnos que rompió con la infranqueable verticalidad profesor-alumno. Al respecto, le escribe una carta al agente literario Guillermo Schavelzon del 18 de noviembre de 1980 en que le comenta: “Mi curso en Berkeley fue excelente para mí y creo que para los estudiantes, no así para el departamento de español que lamentará siempre haberme invitado; les dejé una imagen de “rojo” tal como la que se puede tener en los ambientes académicos de los USA, y les demolí la metodología, las jerarquías prof./alumno, las escalas de valores, etc. En suma, que valía la pena y me divertí”. Una de las sensaciones que quedan al terminar el libro es que si Cortázar no rompía esa barrera no hubiera podido transmitir su experiencia y sobre todo el modo tan íntimo con el que se relacionó con la literatura. De no ser así, además, no resultaría posible adentrarnos en su mundo para ver esas fisuras por donde lo fantástico se cuela a la realidad. Hay por tanto un acto consecuente: la naturaleza transgresora que el autor de Historia de cronopios y de famas expresa como postura en todas las situaciones en las que se involucra.

El libro está dividido en ocho sesiones y dos apéndices. A continuación, presentamos de modo esquemático los temas tratados, según la organización que ha establecido el editor. 

En la primera sesión, “Los caminos de un escritor”, Cortázar expone su historia personal en la escritura sobre la base de tres conceptos: estética, metafísica e histórica. Además, ofrece las razones por las que se sentía más cercano a autores como sus compatriotas Jorge Luis Borges y Roberto Arlt, dos referentes de la literatura hispanoamericana e influyentes figuras para él.

En la segunda sesión, “El cuento fantástico I: el tiempo”, esboza una génesis sobre el cuento en Latinoamérica, así como una respuesta al por qué en esa región han surgido tantos cuentistas. Luego, diserta sobre el significado del tiempo y del espacio, desde distintas posturas como las del filósofo alemán Immanuel Kant o del ingeniero aeronáutico irlandés John William Dunne.

La tercera sesión, “El cuento fantástico II: la fatalidad”, Cortázar comenta cómo la fatalidad es una de las formas en que lo fantástico se manifiesta en la literatura. Para ello, revisa históricamente ese concepto desde la forma griega ananké, que quiere decir que hay ciertos destinos humanos que son imposibles de cambiar, hasta cómo se encuentra presente en todas las cosmogonías y en todas las religiones y cómo llega a nuestros días.

En la cuarto sesión, “El cuento realista”, el autor analiza los “elementos insólitos que no valen por sí mismos, no tienen en el fondo ninguna importancia independiente sino que son señales, indicaciones destinadas a multiplicar la sensación de realidad de lo que está sucediendo como acción, como peripecia”. Además, intenta definir el límite cuando lo “muy” real se puede interpretar como un cuento fantástico.

La quinta clase, “Musicalidad y humor en la literatura”, profundiza sobre la importancia que el ritmo de la prosa puede tener en el lector. Remarca su importancia porque considera que esta es parte del mensaje que se le da al lector. Vale prestar atención a la anécdota de “las treinta y siente comas”. La otra parte de esta clase la dedica al humor, tema como señala indefinible y con el que debe ser cuidadoso al explicarlo para que no se confunda humor con simple comicidad. Para ello compara al cómico Jerry Lewis con el director de cine Woody Allen; sobre el primero comenta que es alguien que busca hacer reír un rato y listo, mientras que a partir de los trabajos de Allen establece la diferencia. Según Cortázar: “Los mejores momentos de Woody Allen están llenos de un sentido que va muchísimo más allá del chiste o de la situación misma: contienen una crítica, una sátira o una referencia que puede ser incluso dramática”.

La sexta clase se titula “Lo lúdico en la literatura y la escritura de Rayuela”. Cortázar intenta quitarle ese carácter serio o solemne que se considera tiene la literatura y la plantea desde una situación de goce, juego, experimentación, que deberá llevar al escritor a lograr su propia forma de expresión. Además, plantea que bajo el signo de lo lúdico se plantea una forma de interpretar la realidad y de cómo puede representarse por medio de elementos no reales como los famas o los cronopios. Asimismo, lo lúdico también puede manifestarse en la estructura del relato como es el caso de Rayuela, su más conocida novela. Sobre esta novela Cortázar intenta contestar a las afirmaciones que los críticos literarios han hecho sobre ella. Sobre todo señala el exceso de fabulación que los críticos con tal de inventar interpretaciones arman alrededor alejándose realmente de su espíritu.

En la sétima sesión, “De Rayuela, Libro de Manuel y Fantomas contra los vampiros multinacionales”, Cortázar continúa con el análisis de Rayuela y ahonda sobre la caracterización de los personajes. Luego, comenta el aspecto lingüístico de su novela Libro de Manuel y la relevancia que tiene el modo en que se expone el lenguaje para lograr situaciones en la narración que brinden al lector distintas experiencias. Finalmente, el narrador argentino señala la relevancia de la literatura como un elemento que puede propiciar cambios en la sociedad. Para profundizar en el tema, explica la figura del Fantomas.

En la última sesión, “Erotismo y literatura”, el autor de Bestiario aborda este tema complejo para la literatura Latinoamericana, que solo se ha expuesto en los libros hasta los años cincuenta en situaciones metafóricas. Para ello, establece un recorrido histórico del erotismo, desde Teócrito o Anacreonte, la Edad Media o el modo en que autores como D. H. Lawrence o Henry Miller lo plasmaron en sus novelas y cómo repercutió en sus sociedades. En el caso de América Latina Cortázar enfatiza en el modo moralista de asumir este tema en lugar de tomarlo con normalidad. Hay que recordar el famoso capítulo 68  de Rayuela donde Cortázar explota lúdicamente el elemento erótico utilizando el gíglico, un lenguaje inventado por él.

foto: alberto jonquiéres

Finalmente, en el libro se trascriben dos conferencias durante su etapa en Berkeley que según la organización del editor constituyen el apéndice. En ambas, “La literatura latinoamericana de nuestro tiempo” y “Realidad y literatura. Con algunas inversiones necesarias de valores”, Cortázar analiza el vínculo que existe entre la literatura y la realidad, puesto que durante muchos años en América Latina las novelas se consideraron un documento equivalente a un estudio sociológico o antropológico. En estas conferencias, de marcado sesgo político, habla de la importancia de las novelas como un elemento para la transformación de las sociedades latinoamericanas.

Sobre las preguntas de los alumnos cabe destacar dos situaciones. La primera, la generosidad de las respuestas de Julio. La segunda, el entusiasmo con el que los alumnos preguntan y que cuenta con la complicidad de su profesor y el impacto que significa tener como profesor a un escritor de esa talla cuya actitud siempre fue sincera y humilde.

Estas Clases de literatura son, para parafrasear al gran cronopio, clases de vida.


Escrito por

José Agustín Haya de la Torre

Curioso y fragmentario.


Publicado en

Redacción mulera

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