En la capital, Quito, se encuentra literalmente el centro del mundo; pero Ecuador estaría también en el 'centro’ de un debate en torno a su economía. 

Con un crecimiento sostenido entre el 2006 y 2012 del 4.29% en promedio, todo indicaría que el país sudamericano no sólo es la economía más destacable del ‘club de Chávez’ que agrupa a Argentina, Bolivia y Venezuela sino que daría que hablar en los próximos años. En este potencial milagro ecuatoriano aupado por la figura de un presidente como Rafael Correa, el mandatario sería la pieza clave después de siete años en el poder.

¿Tanto monta Correa?

En un diálogo reproducido por la revista Poder, el investigador Julio Cotler le menciona al politólogo Alberto Vergara que “…(un) Correa la monta en el Perú”. La frase fue dicha a propósito del análisis de la situación puntual en el Perú respecto a reformas, decisiones políticas e institucionalidad, y colocaría al presidente ecuatoriano como ejemplo de trabajo en función a resultados.

De acuerdo a la publicación colombiana Dinero, todo haría sugerir que el mentado ‘milagro’ que se estaría gestando en el Ecuador tiene nombre propio: Rafael Correa.

Para el medio, serían dos los puntos clave donde Correa habría acertado infraestructura y educación. La revista alude a los aeropuertos, carreteras, hospitales, colegios e universidades que la gestión del economista de 50 años ha venido desarrollando como parte de un agresivo programa de gasto público.

Dinero también coquetea con la posibilidad de que Correa ha tenido un manejo fuerte respecto a las relaciones con los Estados Unidos, los sindicatos locales y otros actores tanto externos como internos.

De acuerdo a la publicación colombiana Dinero, todo haría sugerir que el mentado ‘milagro’ que se estaría gestando en el Ecuador tiene nombre propio: Rafael Correa.

Según el medio: (Correa) “….se ha caracterizado por ser un mandatario enfocado en resultados, que persigue sus metas en medio de las más agudas controversias. Ha estimulado la explotación de petróleo en el Amazonas, en contra de las críticas de los ambientalistas del mundo. Ha puesto contra la pared a los sindicatos de profesores para exigirles evaluaciones anuales. Son peleas de grandes ligas”.   

De momento, el éxito quedaría en manos de Correa para el medio colombiano.

Lo bueno, lo malo y lo feo

Desde el año 2006 Ecuador vendría observando un dinamismo en el gasto público vía la inyección de recursos, sobre todo a obras de infraestructura. La optimización de la presión tributaria y en la recaudación petrolera habrían sido los motores de este comportamiento.

En este tramo, infraestructura, es donde Ecuador le planta cara a sus pares regionales, incluido el Perú, su vecino.

Sin embargo, en función a un reporte de la revista The Economist de fines del año pasado ante un panorama con aeropuertos y carreteras impecables se abre la posibilidad de un déficit fiscal alto, una economía concentrada en un recurso como el petróleo, un sector privado con dudas respecto al modelo, medios de prensa estresados por éste y políticas ambientales y sindicales que suenan más a pasivos sociales que a logros inmediatos.

Otro tanto señala la publicación colombiana, al deslizar que existe en el Ecuador un problema de competitividad con China y otros mercados importantes. “Correa también decidió denunciar los acuerdos de inversión bilaterales que tenía con 19 países, un hecho que, sumado a la renegociación de los contratos petroleros, derrumbó la inversión extranjera directa”, afirma Dinero.

Al parecer el peso del crecimiento –en términos de PBI- ha descansado en demasía en el gasto público. El peligro de cerrarse la brecha de déficit en función a esta premisa, estaría en que el crecimiento también se frenaría.

Por otra parte, la sostenibilidad del modelo vendría cuestionada por actores sociales. En su intento de ordenar y repotenciar el recurso en hidrocarburos, la explotación petrolera ha llevado consigo un pasivo medioambiental y social importante. Aquí ingresa nuevamente la practicidad de Correa cuando Dinero refiere que “En el conflicto con los ambientalistas, por ejemplo, su premisa fundamental es que la pobreza causa un daño mucho mayor al medio ambiente que la explotación petrolera, pues las poblaciones de bajos ingresos no tienen más remedio que quitarle tierra a la selva de manera caótica”.

La carga de un subsidio a la gasolina (que actualmente cuesta en el Ecuador aproximadamente US$2 por galón), podría pasarle factura a la vulnerable economía sudamericana. De retirarse esta transferencia gubernamental de precios no sólo habría consecuencias por el lado del crecimiento, tampoco rentabilizaría la popularidad de un gobierno que ha tenido tres reelecciones consecutivas.

Al parecer el peso del crecimiento –en términos de PBI- ha descansado en demasía en el gasto público. El peligro de cerrarse la brecha de déficit en función a esta premisa, estaría en que el crecimiento también se frenaría. 

Una cuota importante para sospechar del modelo económico ecuatoriano la darían la débil reacción y desconfianza del sector privado frente a pendientes como un déficit externo en subida, la renegociación de contratos petroleros y aranceles y tratados comerciales multilaterales con fuertes atrasos.

A propósito de la falta de competitividad, para el economista ecuatoriano Vicente Albornoz el mensaje sería puntual: “…te has llenado de carreteras que no se han llenado de camiones transportando productos ecuatorianos”. 

De momento, Ecuador con el gasto en infraestructura parece haber completado el primer tramo de un avance tímido. El verdadero reto, crear una base productiva sólida y sostenible aún está en agenda y no daría para usar el adjetivo ‘milagroso’ respecto al desempeño de la economía sudamericana, pero sí para afirmar que en Política de Estado para acelerar la economía, Correa sí la 'monta'.

A esperar…

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