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"A mí lo que me interesa es la literatura como propuesta de vida"

Sergio Ramírez pasó por Lima y nos concedió una entrevista en la que hablamos del rol de la literatura en la actualidad. 

Publicado: 2014-03-30

Novelista, ensayista, político, actividad esta última que lo llevó a ser vicepresidente de Nicaragua, Sergio Ramírez visitó la semana pasada Lima y La Mula sostuvo una intensa conversación con él. En esta, entre otras cosas, hablamos de la ubicua figura de Rubén Darío y el gran tema que, quizá debido a que también fue el tema de la obra ganadora de la bienal de novela, estuvo presente durante estos días: el papel de las vanguardias en el desarrollo de la literatura y del arte en general. 

Fotos: Ana Cabrera.

Creo que desde 2002 no se llevaba a cabo en Lima un evento de esta magnitud. ¿Qué tanto pesa que haya sido convocado por un premio nobel?
He estado en Lima en varias oportunidades, y en asuntos literarios en dos ocasiones en la Feria Internacional del Libro. Este es un evento extraordinario por el grupo que ha logrado congregarse aquí. Sin duda que hayamos sido convocados por Vargas Llosa ha sido importante.
Vargas Llosa comentó que, al menos por esta semana, Lima se ha convertido en la capital de la literatura en lengua española.
Eso es cierto. Lo importante es que este es un proyecto diseñado para permanecer en el tiempo. Así que creo que con cada edición habrá una mejor convocatoria de escritores.
Las leyes destinadas a incentivar la creación de una industria cultural son fundamentales para que este tipo de eventos sea una constante.

Es importante que ciertas contribuciones fiscales se puedan destinar a actividades culturales, con la finalidad de patrocinar no solo de actividades como esta, sino de museos, galerías de arte, en fin. Aunque, claro, no en todas partes de América Latina existen.

Pero el momento económico que viven ciertos países de la región podría y debería propiciarlo.
Creo que en un momento en que la actividad económica se está multiplicando, como en el Perú, y por lo tanto hay más ingresos fiscales, deberían implementarse medidas destinadas a iniciativas como extensiones fiscales en favor de la cultura, liberación de cualquier tipo de taza o gravamen sobre la importación de libros e insumos para la fabricación de los libros; eso, me parece, que ayudaría a incentivar la lectura a fin de cuentas.
Pero las leyes de incentivo a un sector, como nuestra ley de libros, abre una puerta para que solo unos cuantos se beneficien y el productor local quede fuera del rango de alcance de la ley.
Las leyes siempre tienen abuso, el asunto es regular para que esto se dé menos…
Se lo preguntaba en su condición de ex presidente de Nicaragua…
En los años ochenta en Nicaragua, una de las leyes que dio la revolución fue esa: eximir a los libros de todo tipo de impuestos, del mismo modo que los periódicos. Eso me parece que ayudó a incentivar los índices de lectura.
Me gustaría aterrizar en su labor como hombre dedicado a la literatura. Sus inicios se dieron con la creación de la revista Ventana y lo que significó las vanguardias para nuestros países, teniendo como especie de foco de irradiación países como Nicaragua con figuras como Coronel Urtecho, entre otros…
La vanguardia en Nicaragua fue un alzamiento contra Darío, contra el modernismo, que los jóvenes entendían como una rémora, algo caduco. Con Coronel Urtecho a la cabeza se realiza una lectura renovadora de la poesía que se escribe fuera, tanto norteamericana como francesa. Entonces para nosotros, los que pertenecemos a la generación del cincuenta, nombres como T. S. Eliot, Ezra Pound eran familiares, mientras que en otros países el modernismo se había quedado repiqueteando en el oído. Luego llega una bifurcación Lorca vs Neruda…
Me quedo con Lorca…
Para mí ni Lorca ni Neruda eran determinantes en ese momento pues yo tenía en el oído la poesía conversacional que narrada historias y que en Eliot exploraba nuevos niveles, muy diferentes, de lenguaje. Mi generación nació directamente a la modernidad gracias al cimiento que había puesto el movimiento de vanguardia.
Su generación es bastante política, está fresca la revolución cubana, ¿autores tan contrarios ideológicamente como Eliot y Pound cómo lograban influenciarlos?
A través de nuestra revista nosotros reclamamos el compromiso de la literatura con el cambio social, pero a pesar de ese compromiso político que nosotros asumimos, para mí el hecho de que Eliot sea un poeta conservador o que Pound haya terminado preso por defender el régimen de Mussolini no son elementos que alteran la consideración que nosotros les tenemos como literatos.
Sin embargo usted de alguna manera rinde homenaje a Rubén Darío en su obra más celebrada, como si este estuviera incluso en la metafísica de su ausencia…
Estás hablando de Margarita, está linda la mar. Darío para mí es un icono. Lo que nosotros no podíamos aceptar era que a mediados del siglo XX se siguiera por la huella de la literatura modernista, eso era arcaico. Pero Darío más allá de la vestidura modernista es un poeta existencialista, esencial, que nos dice cosas muy importante sobre los grandes temas. Luego me interesa mucho Darío como ser humano. Entonces mi gran pregunta es, quién es este señor que aparece como emblema en Nicaragua en monedas, monumentos y cada símbolo… Creo que llegué a responderme esto en ese libro.
La literatura no cambia una sociedad pero cambia la vida de las personas. ¿Usted cree que aún es válido el debate entre literatura pura y literatura comprometida?
Yo respeto mucho a los poetas que han creído que la sociedad puede cambiar a través de la literatura, aunque eso no sea posible, como Maiacovski, por ejemplo, que pensaba que con su vanguardia podía cambiar el mundo. Pero a mí me interesa la literatura como propuesta de vida. Quien dice, “Yo voy a dejarlo todo porque tengo la fuerza para creer en eso”. Lo importante de las vanguardias es lo que se hace en el momento, no lo que viene después. Puede ser que muchos no trasciendan en su obra individual; pero una cosa es el impulso transformador y otra la obra literaria. Cuando las dos cosas coinciden es importante. ¿Quién recuerda un poema de Dadá? El dadaísmo es una actitud frente a la vida.
Eliot decía que el único compromiso de un poeta es con su obra.
Eso es importante. Si tienes un compromiso con tu obra pero no logras forjar una obra de calidad será intrascendente, pero más allá de eso es importante la voluntad que debe tener el arte para intentar cambiar las cosa.

Escrito por

Víctor Ruiz Velazco

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Publicado en

Redacción mulera

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