Juan Bonilla: Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa 2014
Autor español recibe por segunda vez un galardón que lleva el nombre de nuestro Premio Nobel. LaMula.pe conversó con él.
“Maiakovski era un convencido de que la literatura que no es capaz de saltar sobre la valla de la literatura y llegar a la vida no es ni siquiera literatura”.
Lo dijimos antes que todos. El escritor de Jerez Juan Bonilla (1966) resultó ganador de la Primera Bienal de Novela Mario Vargas Llosa. Gracias a su novela Prohibido entrar sin pantalones, que tiene como personaje principal al poeta futurista ruso Vladimir Maiakovski, Bonilla se hizo de los 100 000 dólares del premio, además de una escultura que Fernando de Szyszlo hizo para la ocasión. La lectura del fallo tuvo lugar en el Gran Teatro Nacional de Lima.
La noche no podía ser mejor. Tras un conversatorio entre Javier Cercas (Soldados de Salamina), Sergio Ramírez (Margarita, está linda la mar) y Alonso Cueto (La hora azul) moderado por el también escritor Fernando Ampuero la extraordinaria Cecilia Barraza nos deleitó con canciones de Chabuca Granda («Cardo y ceniza» ) y el maestro Andrés Soto («El membrillito» ). Luego vendría el Elenco Nacional de Folclor homenajeando a nuestro premio nobel en la víspera de su cumpleaños número 78 con un carnaval arequipeño y el yaraví «Silvia» de nuestro poeta romántico Mariano Melgar, arequipeño, por cierto.
Pero el momento más esperado de la noche, la lectura del acta del jurado de la Primera Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, sería interrumpida por el homenajeado para “prolongar el suspenso”, como él mismo mencionó; momento que aprovechó para agradecer la acogida que tuvo este evento, organizado por la Cátedra que lleva su nombre, el mismo que logró congregar a importantes figuras de la literatura en lengua española y que, anunció, se viene con todo para el 2016, en que Vargas Llosa celebra sus 80 años.
Fue el presidente de la Real Academia de la Lengua Española quien leyó el fallo del jurado. Lo curioso es que antes de que acabara de leer el nombre del libro ganador, el autor ya se dirigía al estrado, visiblemente emocionado. Las primeras palabras de Bonilla fueron unos versos de del poema «Ello es que el lugar donde me pongo» de César Vallejo: “En lo que es la vida, / no puedo evitar de decírselo a Georgette, / a fin de comer algo agradable y salir, / por la tarde, comprar un buen periódico. / Guardar un día para cuando no haya, / una noche también, para cuando haya”. Y tras unas breves palabras de agradecimiento acabó su discurso de aceptación del premio con la siguiente frase: "En España tenemos un dicho cuando algo es inconmensurable; entonces decimos: ´Es de aquí a Lima´. Bueno, esta noche yo soy el hombre más feliz de aquí a Lima. Gracias".
La previa
Para muchos, que Bonilla citara a Vallejo al recibir el premio no habrá pasado de ser un bonito gesto del autor para con esta tierra que le ha dado su reconocimiento más importante, hasta ahora. Pero lo cierto es que Juan Bonilla es un apasionado lector de poesía e investigador especialista en las vanguardias latinoamericanas y en especial la peruana. Este asunto lo ha traído cinco veces a nuestro país para recopilar información y entrevistar a poetas y críticos. Pero si hay una figura que realmente idolatra Bonilla esa es la de nuestro más grande escritor satírico, el escritor Alberto Hidalgo. Y tal es su devoción por el arequipeño que hace un par de años trabajó la edición de Poemas simplistas que vio la luz a través de la editorial peruana Revuelta Editores.
Tuve la suerte de entrevistarlo horas antes de recibir el premio, y en medio de la conversación sobre su novela Prohibido entrar sin pantalones, el autor se dio tiempo para hablar de su amor por la poesía y los relatos, género que defiende no con poca convicción:
“Me parece una gran injusticia el mero hecho de que cuando alguien escribe un buen libro de cuentos la expectativa sea que escriba a continuación una novela para confirmar que es bueno. Eso es como pedirle a alguien que es buen basquetbolista que también destaque como futbolista. Es decir, al margen de que los dos deportes se juegan en un rectángulo y con un balón se trata de dos cosas distintas. Afortunadamente parece ser que el relato breve ha vuelto a conquistar un espacio propio que no necesita pedir perdón ni plantearse como una cantera de otros géneros”.
Volviendo brevemente a los vanguardistas por un comentario que le hago, Bonilla reflexiona:
“Contradecirse es vivir. Tú quieres llegar a cuanta más gente y lograr en ese proceso transformar la vida de quien te lee o accede a tu arte. ¿Cómo hacerlo sin bajar el nivel? Pensar una vanguardia como la de los primeros años del siglo XX, así de heroica, es imposible. Hoy en día todo se ha domesticado o se domestica inmediatamente surge. Lo absorbe el mercado. La pregunta es, ¿cómo sales de la dialéctica del mercado para influir en el mercado? Es difícil y contradictorio. Un ejemplo: si yo hubiera publicado en una editorial pequeña de Sevilla en lugar de la editorial en que ha salido mi libro, quizá simplemente no estaría aquí. El libro habría salido, claro; estaría igual de feliz y con seguridad estaría menos nervioso, pero no habría llegado a gente a la que no conozco y a la que me gusta llegar. Es esa contradicción en la que uno se mueve”.
Bonilla es un autor de amplio registro y múltiples intereses, esto lo ha llevado a escribir poemas, cuentos y novelas. Al preguntarle cómo hace para delimitar los alcances de uno y otro género, el autor responde:
“No pienso en mi proceso creativo disociando la forma y el fondo. Eso sería discutir sobre el sexo de los ángeles. Si falta uno de los dos el resultado es una moneda falsa. Jamás pienso: ´Voy a hacer un poema sobre la crisis española´. Es decir, si voy a contar algo nace inmediatamente con una forma. Si la inspiración me asalta, por ejemplo, mientras camino por la calle, sé que es un poema no porque aparezca o llegue de pronto como un relámpago, sino porque nace siendo un poema; del mismo modo que mi novela sobre Maiakovski, que jamás nació como la posibilidad de escribir un libro de ensayo sobre la figura del poeta o un libro de relato sobre la Rusia revolucionaria. No. Nace con una forma predeterminada”.
Al ser consultado por sus influencias o diálogos intertextuales con otros autores que alimentaron su voz, el autor español responde:
“Todos los escritores hemos empezado imitando a aquellos que nos hicieron querer escribir. Es decir: es la lectura la que nos lleva a la escritura”.
Prohibido entrar sin pantalones tiene por protagonista al poeta futurista ruso Vladímir Maiakovski, quien terminó por suicidarse con un tiro en el corazón. Se trata pues de una suerte de reivindicación del mito del enfant terrible, a primera lectura, aquella figura que brilla intensamente con luz propia pero que es consumida por su propio fuego.
Al recordar la lectura del fallo, en que el jurado subrayaba que valoró el respeto que Bonilla puso en dejar al lector la libertad de juzgar la conducta del poeta Maiakovski ante la historia y frente a su fatal elección personal, las palabras con que Bonilla describía al poeta ruso unas horas antes terminaban también por alcanzar, al menos por reflejo, al autor de Jerez:
“Maiakovski era un convencido de que la literatura que no es capaz de saltar sobre la valla de la literatura y llegar a la vida no es ni siquiera literatura. Hay una frontera porosa entre vida y literatura que puede llevarnos al desastre, como fue el caso de Maiakovski, pero si no fuera de ese modo no merecería la apuesta. Esa ambición me parece heroica”.
Sin duda en este momento Juan Bonilla se encuentra más cerca de la gloria que del desastre y me alegra decir que se lo merece. Su literatura se lo merece. Sin duda él, como persona, se lo merece doblemente.
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