Yoko Ono. Es increíble que unas pocas letras, una vez reunidas y ordenadas, puedan generar en algunas personas tal sentimiento de rechazo. Ono, debido la relación que sostuvo con John Lennon, ha tenido que soportar la carga de no sólo ser considerada la responsable de la separación de los 'fab four', sino también la de ver postergado el debido reconocimiento como artista. 

En los últimos años, sin embargo, han comenzado a cambiar las cosas. Primero hay que referirse al hecho de que Paul McCartney exculpara completamente a Ono del distanciamiento entre los integrantes de los Beatles. Y ahora a la exposición retrospectiva de su obra que se está presentando en el Museo Guggenheim de Bilbao, España.

Precisamente, un par de días antes de la inauguración, se anunció que ella iba a interpretar nuevamente tres de sus performances: 'Pieza cielo para Jesucristo', 'Pintura de acción' y 'Pieza promesa'. 

A continuación, 'Pieza cielo para Jesucristo':

Hay que recordar que en la performance es una acción crítica contra el sistema tradicional del arte: acá no hay objetos, no hay marcos, tampoco pedestales. El espectador tiene que componer la obra a partir de conceptos que la acción sólo sugiere, no impone.

Los fetichismos son disueltos, el quiebre genera una fisura donde se entremezclan los espacios de lo que es parte y no de la performance.

Se trata de una aventura en la que la propia noción de 'creador' se ve discutida, pues el artista —en este caso, Yoko Ono— deviene en un facilitador que propone, hace llegar un conjunto de sensaciones que intervienen en la mente del público.

En este caso, la 'Pieza cielo para Jesucristo' que, como se ha podido observar, en ella se cubre progresivamente a un conjunto de músicos que integran una orquesta mientras tocan una pieza determinada, es una metáfora que nos deja leer más de un gesto.

¿Acaso esa cinta es la fuerza de un espectador que pretende dominar a los músicos?