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foto de herman schwarz intervenida por enrique polanco, en: Libros & Artes,  Nº 20-21, 2007

Watanabe: materialidad cotidiana

La obra de José Watanabe Varas (1945-2007) una mirada radical al cuerpo como motivo poético.

Publicado: 2014-03-18

En la poesía de José Watanabe apreciamos un equilibrio entre el silencio y la muerte. Una búsqueda por asir una expresión intensa, un magma caótico que el poeta debe forjar. A esto se debe la intensidad que logra Watanabe, tejida con una forma sencilla, sin preciosismos o acrobacias técnicas. Tiene claramente mucho del adagio o la sentencia, de aquí que cada verso suyo tenga una fuerza propia, con esa concentración tomada de los haikus. 

Esta templanza formal contrasta con aquello que Watanabe privilegia: el cuerpo. Ya sea en su estado enfermo o en su celebración vital, se trata de la materialidad en cada ápice, esas cicatrices, surcos, refugios que cada uno sopesa y calibra. Desde Álbum de familia, libro que mereció el Premio Poeta Joven en 1971, Watanabe nos muestra el cuerpo que es el de cada uno, allí donde se tatúa el dolor, la angustia, la muerte, pero también auras de vida, epifanías.

Lo que importa es cómo este cuerpo entra en contacto con otras materias y se mezcla con ellas, dejando de lado las dicotomías. A Watanabe le atraen más las gradualidades, los ritmos variados que atraviesan los cuerpos. En el poema “La piedra alada” es el pelícano que al confundirse con la piedra no pierde su forma independiente sino que se configura un corpus de fragmentos heterogéneos contrastados entre sí.

Asistimos en Watanabe a transformaciones que nunca son procesos cerrados, a revelaciones de una percepción que se detiene en los pliegues, en los cruces, en los interregnos. El cuerpo afirma su terrenalidad en su imperfección, en su constante sometimiento al devenir, a acontecimientos mundanos, esto es, nada metafísicos, divinos o abstractos, sino concretos. La poesía de Watanabe nos sugiere una vuelta al mundo de aquí en toda su mundanidad, su materialidad. 

A partir de esta concretud se configura un recurrencia contradictoria en la poesía de Watanabe: permanece lo fugaz. Así, por ejemplo, el poeta como un haijin retrata un instante, la intensidad de una vivencia que se captura: el orgasmo, el hielo derritiéndose o una mantis copulando, fuerzas que demuestran que se está más allá de la muerte, tal es la función que cumplen la sonrisa de una mujer, libros o un hijo en "Sugerencias". 

De nuevo vale tener en cuenta aquel verso de “La cura”: “la vida es física”. Y asimismo la poesía es física, corporal y forjada en lo cotidiano, de aquí que en el poema “Razón de las parábolas” el texto bíblico se construya de materialidad: “en vides, en semillas de mostaza/ en trigo / y aún en cizañas y pedregales, / cosas de la gente, / de sus manos”. El poema que se urde en lo cotidiano adquiere todas sus cualidades: fugaz, contradictoria, imperfecta. Y en esto radica la materialidad cotidiana de la poesía de Watanabe, en su revelación de los desajustes humanos. 

A continuación, una breve selección de sus poemas: 

Sugerencias

Aviso que la silla donde escribo por triplicado

y tomo mi refrigerio

ya me está tatuando la espalda y las nalgas.

¿Por qué no mandan una circular

permitiendo a los oficinistas

desfilar con su escritorio al parque de enfrente?

Los literatos dicen que estamos muertos,

pero qué difícil resulta ocultar de los ojos de los muertos

en un triste acto de magia

la sonrisa de mi mujer, mis libros, mi hijo

                anunciado por el tejido de lana Patito

                que me ensueña largamente hasta las babas.

Aviso también que hoy el sol se ocultará temprano:

                    sólo los viernes permanece hasta la madrugada

                     como un beneficio de la semana inglesa.

(Entonces hablamos con una suficiencia que es para llorar

porque ningún conocimiento es ajeno a los oficinistas en la cantina).

Pero lo que quiero decir es rata

                             encorbatada rata

                             jefe rata

rata que se baña o canta bajo la ducha

haciendo inútil el excesivo perfume de las secretarias

porque el agua no ducha

                la caca del corazón de la rata.

Pero condesciendo y condesciendo.

Condesciendo y

a veces soy el que deja anónimos en el buzón de sugerencias

                           grandes venganzas

                                     que son para llorar

en el parque de enfrente.

                                                                                                                 (Álbum de familia)

A propósito de los desajustes

Los muchachos que no emigraron cantaban en la esquina

y el sonámbulo,yo,

se enteraba sin sorpresa del transcurrir de las cosas,

y esa noche el sonámbulo

escribió notas para un poema vagamente melancólico:

Han sucedido muertes y matrimonios

y el humo espeso de la caña molida sobrevuela todavía".

También dijo: "Aún estoy a tiempo para reconciliarme".

Allá quedaron los muchachos

y yo he regresado con alfajores de yema para mi desayuno

y he sorprendido en mi cama a una mujer con su cría

y me ha besado como si hace tiempo me conociera

y me esperara,

"supuse que vendrías hoy y te guarde un poco de carne con sal"

              dice.

Y he venido a esa máquina a explicarme:

¿Soy yo el que trabaja para esta mujer y su cría?

¿Qué sentido reconozco para esta mujer que duerme en mi cama?

¿Que afecto hacia cada palmo de mi tierra he olvidado,

qué costumbres

que a los muchachos les daba seguridad y confianza para cantar?

Pero esta máquina -la poesía, digamos- es más esquiva

que anguila, que mercurio, que cardumen entre las manos, y

             chapaleo,

y no hay leyes que ajusten

a los muchachos que cantaban /al humo de la caña / a las muertes

y matrimonios

con la mujer que despierta y me mira / con la bebe colorada

             con el sonámbulo

que trata de decir bellamente sus palabras (de idiota). 

                                                                                                       (El huso de la palabra)

La cura

El cascarón liso del huevo

sostenido en el cuenco de la mano materna

resbalada por el cuerpo del hijo, allá en el norte.

Eso vi:

                    Una mujer más elemental que tú

espantando a la muerte con ritos caseros, cantando

                            con un huevo en la mano, sacerdotisa

más modesta no he visto.

Yo la miraba desgranar sobre su regazo

                    los maíces de la comida

mientras el perro callejero se disolvía en el relente del sol

lamiendo

el dolor arrojado a la tierra

                    junto con el huevo del milagro.

Así era. La vida pasaba sin aspavientos

                                entre gente parca, padre y madre

que me preguntaban por mi alivio. El único valor

era vivir. 

Las nubes pasaban por la claraboya

y las gallinas alineaban en su vientre sus santas ovas

y mi madre esperaba nuevamente el más fresco huevo

con un convencimiento:

                                                     La vida es física. 

Y con ese convencimiento frotaba el huevo contra mi cuerpo

y así podía vencer. 

                                                                                                                   (Historia natural)

Razón de las parábolas

                   La Palabra

siendo como es, divina, se pronuncia

con lengua de hombres,

           lengua efímera, pero tocada

por una gracia: la parábola,

                    aquella pequeña historia

que guarda una serena ansia: ser de todos.

Por hablo así, hilando

La Palabra en vides, en semillas de mostaza,

en trigo

y aun en cizañas y pedregales, cosas de la gente,

de sus manos,

que luego suben como un destello

                         a sus límpidas mentes.

Olvidé otra ansia de la parábola:

                           durar. Recordadas sean por siempre

todas

porque todas son una, La Palabra,

                     que por ahora soy yo. 

                                                                                                      (Habitó entre nosotros)


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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