#ElPerúQueQueremos

Buenaventura en la mira: la empresa posee estándar de buen gobierno corporativo y a la vez es accionista de  cuestionada yanacocha . foto: celendinlibre.com

Buenas prácticas corporativas bajo la lupa

Mirada a puntos clave que definen el buen gobierno de las empresas en el Perú, una revisión a las compañías que tienen un ‘pendiente’ al respecto y qué faltaría para alcanzar estándares sanos de desempeño gerencial.

Publicado: 2014-03-17

A propósito de la designación de Graña y Montero como la mejor empresa gestionada en Latinoamérica, se repasará la tesis de buen gobierno corporativo (BGC) en un contexto donde grandes compañías peruanas, en teoría con saludables prácticas empresariales, se encuentran al mismo tiempo vinculadas a sectores vulnerables y sensibles como minería, construcción, infraestructura y servicios decantando esto en un pasivo social importante que estas organizaciones llevan en sus hombros.  

En adición, qué parte del BCG de las empresas, sean privadas o públicas, impactan a sus trabajadores; ¿éstos perciben que el BGC los beneficia no sólo desde la arista salarial sino personal, educativa o emocional?

La tormenta de ideas del gobierno corporativo

Dos casos:

Una funcionaria de una Compañía de Seguros publicó en su cuenta de Facebook un artículo donde se criticaba el rol de las empresas locales cuya estructura y coherencia administrativa era ‘impecable’ para el mercado, pero el desempeño ante sus empleados era paupérrimo en tópicos como educación, aprendizaje y cultura corporativa. Sus compañeros de trabajo se lo tomaron a pecho y a la sazón alzaron bandera a favor de la corporación que les paga la quincena y fin de mes y desgraciadamente contra la colaborada que insertó el informe en su muro. El cargamontón en la red social alcanzó proporciones bíblicas; la funcionaria fue citada al departamento de Recursos Humanos a efectuar el descargo respectivo y se le forzó a retirar el artículo de su red social, ante lo cual ella no accedió. No hubo un Jesucristo que la defendiera diciendo “…el que esté libre de pecado…”. Meses después, la muchacha, una economista con una prometedora carrera renunció a la empresa. Esto sucedió a fines del año 2013.

Un banco local, uno de los cuatro más grandes del mercado financiero peruano posee en su matriz principal seis ascensores para los empleados y el público; los elevadores no tienen ventiladores, teléfono de auxilio y el botón de emergencia está supeditado a la activación vía una llave que sabe Dios qué técnico de mantenimiento o seguridad la tiene en su poder. En contraste y a unos metros de los ascensores mencionados, existe un elevador con ventilador, cristales desde donde se puede ver una panorámica del centro financiero de Lima y llave propia: esta suerte de ascensor V.I.P. está reservado para algunos gerentes zonales, vicepresidentes, presidentes y directores siendo su uso prohibido para empleados que resignados usan el transporte vertical regular, abarrotado sobre todo por las mañanas, hora del almuerzo y salida en una especie de tortuosa prolongación del tráfico limeño al que se encuentran expuestas estas personas a diario para llegar al mencionado centro de labores. Para cerrar la tragicomedia, los ascensores de uso ‘masivo’ tienen en sus paredes pegatinas con alentadoras frases de estímulo y aliento para los empleados en un remedo de lo que sería una propaganda al mejor estilo de Joseph Goebbels. Esto viene sucediendo desde hace 10 años.

Más allá de románticas definiciones políticamente correctitas, el BGC es una cuestión de estrategia, donde la empresa establece una línea de control que proteja los intereses de los accionistas, donde haya una coherente y consistente táctica de gerencia que dialogue con los resultados económicos de la organización y permita que todos los actores de ésta queden –de momento- contentos con la compañía y sus actividades, así la empresa genere externalidades negativas como dragar un río o una cuenca de una comunidad campesina o nativa para efectuar trabajos de explotación de recursos detectados en beneficio de la corporación.

En un mundo ideal, el BGC tendría que ver más bien con la creación de externalidades positivas donde coexistan todos los agentes de producción sin mellar ni imponer intereses sobre los recursos compartidos. En corto, el BGC tiene que ver más con administrar la organización para el bien común (interno y externo), no molestar y crear valor social y laboral en un espacio productivo urbano o rural.

Pero no, mientras se juega a ser ‘Suiza’ con esta última propuesta el BGC muestra otra faceta…

“El Gobierno Corporativo es el sistema por el cual las sociedades son dirigidas y controladas. La estructura del gobierno corporativo especifica la distribución de los derechos y responsabilidades entre los diferentes participantes de la sociedad, tales como el directorio, los gerentes, los accionistas y otros agentes económicos que mantengan algún interés en la empresa. El Gobierno Corporativo también provee la estructura a través de la cual se establecen los objetivos de la empresa, los medios para alcanzar estos objetivos, así como la forma de hacer un seguimiento a su desempeño”, así define el BGC la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).

NOTA. En el portal de la Escuela de posgrado de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas, hay un rocambolesco parafraseo con notorio tufillo a plagio de la definición mencionada de BGC de la OCDE. Sírvase comparar.

En contraposición a lo señalado antes, lo central en este concepto correctito en lo corporativo tiene que ver con los objetivos de la empresa. No es claro el cómo, cuándo, dónde y sobre todo con quién se va a alcanzar estas metas; menos aún se es transparente cuando habla de los ‘medios’ para acceder a los fines. ¿Qué naturaleza ética poseen estos medios? Corporativamente, algunos como los que casi lapidan a la joven profesional en su red social dirían que la deontología en la declaración se sobreentiende y que ésta es impecable. Tampoco habla de responsabilidad social, ni dentro o fuera de la empresa.

En un mundo ideal, el BGC tendría que ver más bien con la creación de externalidades positivas donde coexistan todos los agentes de producción sin mellar ni imponer intereses sobre los recursos compartidos.

De acuerdo, no se trata de sospechar de todo, tal vez el BGC no tenga nada que ver con responsabilidad social, derechos ambientales o laborales; es más, hasta se podría estar siendo ingenuo respecto a lo que se esperaría del BGC.

Sin embargo, se repasará un listado de empresas peruanas consideradas como organizaciones con BGC y que listan en bolsa. ¿Tendrán algo que esconder?

Índice de BGC y el rabo de paja

La bolsa de valores de Lima (BVL) creó el índice de buen gobierno corporativo (IBGC), un portafolio bursátil especializado en empresas que reúnen indicadores de buenas prácticas gerenciales con el fin de optar a una cartera de compañías con cuadros impecables de gestión y en cuya estructura organizacional “…se establecen los objetivos de la empresa..” y “…los medios para alcanzar estos objetivos” como reza con sabor a Maquiavelo el manual de la OCDE. Sin embargo, tres de las 10 organizaciones listadas en el IBGC poseen controversias respecto a sus prácticas corporativas. Dudas que viajan desde problemas medioambientales, pasando por pasivos sociales y terminando en problemas laborales y de poca transparencia en sus costos de transferencia y sistemas de precios.

Compañía de Minas Buenaventura es parte del índice; a través de Yanacocha, donde Buenaventura posee el 43.65% de acciones opera el polémico proyecto Conga. Y bueno…

Compañía Minera Milpo también conforma el rol del IBGC; empresa que hace unos días enfrentó una huelga que tenía como objetivo reclamar mejoras salariales y se enmarcaba dentro de la normativa local e internacional al derecho de reivindicar demandas laborales. La protesta terminó con en una fuerte represión que se tradujo en dos empleados en huelga heridos con perdigones, ‘cortesía’ de la policía.

Refinería La Pampilla, también es de la partida en el IBGC; la organización vinculada a la matriz española Repsol ha sido blanco de dudas con relación a sus estándares de seguridad (se recuerda el incendio en la planta a fines del mes de febrero) y los sistemas de precios que manejan los cuales ofrecerían una barrera para el ajuste del costo del balón de gas casero y vehicular.

Sin embargo, tres de las 10 organizaciones listadas en el IBGC poseen controversias respecto a sus prácticas corporativas.

El IBGC considera a 16 compañías adicionales que –de acuerdo a la BVL- por razones de ‘bursatilidad’ (rotación de acciones dentro de un espacio temporal de seis meses), no ingresan aún a la cartera. En este listado ‘paralelo’ del total mencionado, más de la mitad de las organizaciones posee cuestionamientos sociales, medioambientales, laborales y de transparencia de información.

Los decires y haceres: qué falta para un BGC total

A la agenda pendiente externa respecto a políticas medioambientales, laborales y sociales habría que añadir dos puntos al interior de la cultura corporativa en el discurso: educación y salud.

El estrambótico historial de BGC en el Perú muestra ejemplos tenebrosos de lo que se entiende como BGC, al menos dentro de la empresa, esto es, un pobre concepto de políticas corporativas dirigidas a empleados sutilmente llamados ‘colaboradores’.

Desde castrenses jornadas donde fuerzan a rampar a los empleados cual entrenamiento de los marines estadounidenses al grito de “¡nuestra leche es la mejor del mercado!”, hasta el montaje de varietés a fin de año donde los ‘colaboradores’ vía un mail que sugiere (léase: obliga) a armar alucinantes coreografías donde claro, el vicepresidente, ¡exacto! ese mismo que usa ascensor V.I.P. no participa.

La mezcla entre una ‘cultura corporativa’ y una mediana noción relacionada a poseer un ‘compromiso’ con la empresa, crean un monstruo vinculado con BGC.

¿Qué se deja de lado con esta extravagante sopa al interior de las empresas y con relación al BGC?

En primer lugar se ningunea el tramo educación y aprendizaje. En el sector financiero peruano por ejemplo, salvo dos excepciones el tópico de capacitación representa un porcentaje muy magro en el presupuesto anual de las empresas o grandes corporaciones bancarias. No existe una política educativa seria y bien articulada. La educación como herramienta de crecimiento al interior de la organización es crítica en un momento donde las compañías locales enfrentarán nuevos retos de competitividad.

En segundo lugar, la salud ocupacional si bien es cierto ha tenido un avance importante aún es materia pendiente en la cultura corporativa local.

Habría que otorgar una plataforma al empresariado, sobre todo al de la patronal donde el mensaje sea que la ecuación ‘educación y salud’ sí son negocio.

El plátano orgánico y el BGC

Se recuerda una conversación informal el año pasado con un especialista en la normativa establecida por la Organización Internacional de Normalización (ISO en sus siglas en inglés), el experto que implementa estándares de calidad en los procesos productivos de bienes y servicios mencionó algo interesante: no por poseer un sello ISO 9000 la empresa ya cuenta con una buena nota que la libre de cuestionamientos respecto a sus actividades productivas, la pegatina que dice ISO 9000 en sus productos o servicios vendidos indicaría solamente que la compañía está en ‘proceso’ de hacer bien las cosas, no que las está ‘haciendo bien’ necesariamente.

No es como un plátano orgánico que tiene el sello de tal. El plátano ya cuenta con una certificación porque en su proceso de sembrado y cosecha, cumple con la normativa internacional respecto a productos naturales sin químicos o preservantes.

Haciendo un paralelo, las organizaciones que estarían bajo la estela y bendición de un BGC no necesariamente podrían considerarse como empresas cuyas prácticas corporativas no sólo benefician a accionistas, directores y empleados sino al resto de la sociedad. El BGC es un camino largo, hasta emocional o cognitivo porque lo cierto es que ‘algo’ están haciendo mal porque aún no se armoniza la actividad productiva con el entorno ambiental o social.

¿Más BGC se encontraría entonces en un plátano o lechuga orgánicos que en una multinacional de alimentos?

Cuando Marijn Dekkers, director gerente de la multinacional farmacéutica Bayer dijo en enero pasado: “No creamos medicamentos para indios, sino para los que pueden pagarlo”, saltó a la cabeza la idea que la cultura corporativa que dialoga justamente con la definición de BGC es pobre no sólo a nivel local sino internacional. 

Eso no basta porque ‘mal de muchos consuelo de tontos’.

El redactor recomienda:

GOBIERNO CORPORATIVO: ¿QUE ES? Y ¿COMO ANDAMOS POR CASA?


Escrito por

Eduardo Recoba Martínez

Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba


Publicado en

Redacción mulera

Aquí se publican las noticias del equipo de redacción de @lamula, que también se encarga de difundir las mejores notas de la comunidad.