Las canciones prohibidas de Siria
Cuando la música se convierte en arma y símbolo de lucha.
"¡Fuera, Bashar. Bashar, eres un mentiroso. Al diablo contigo y tus discursos. La libertad está en la puerta. ¡Fuera, Bashar!”. Así comienza la canción que se convirtió en el himno de la insurrección siria desde que el pueblo salió por primera vez a las calles hace tres años. "Yalla irhal , ya Bashar" (es hora de marcharse Bashar) del cantante de folk Ibrahim Kashoush fue protagonista de las manifestaciones contra el régimen de Bashar Al Assad.
Conocido como "el cantante de la revolución", casi todas las noches de aquel verano de junio y comienzos de julio del 2011 Kashoush acompañaba a los manifestantes de Hama, al norte de la capital Damasco y cuarta ciudad más grande de Siria, con un ritmo pegadizo y unas letras que expresaban la rebeldía y demanda de la gente.Bashar, vete de aquí, perdiste toda tu legitimidad. Vete vete, BasharBashar, no eres uno de los nuestros. Toma a Mahir (hermano de Bashar) y sal de aquí. Vete vete, Bashar Bashar, estás mintiendo. Tenías mal discurso. La libertad está muy cerca.
Sin embargo, el régimen puso fin a su ronca voz sólo dos días después de que cantara frente a una multitudinaria manifestación que reunió a 250,000 personas en Hama. El 5 de julio del 2011, Kashoush fue encontrado sin vida en el rio Orontes. Le habían arrancado su arma más temida: las cuerdas vocales.
"Las letras de Ibrahim Kashoush eran demasiado peligrosas y ofensivas, su asesinato fue un recordatorio de cómo en Siria uno puede perder su vida si está armado con una fuerte voluntad y un espíritu vocal", señala Freemuse, la organización que lucha contra la censura de la música en el mundo.
Fue entonces cuando su canción "Yalla irhal , ya Bashar " se convirtió en el símbolo de la revolución. Y, a pesar de que el régimen Al Assad estaba determinado a ganar la guerra a punta de censura y represión, sus letras sirvieron para dejar un mensaje claro: la lucha no puede ser silenciada.
Pronto el video se extendió por todos los rincones de Siria. "La Voz de la Resistencia", una animación de diciembre de 2011, ilustra cómo se amplifica la música de Kashoush hasta vencer al régimen.
Así, un cantante de folklore que usaba la base de las melodías tradicionales Aradah para transformarlas en canciones de protesta, marcó un antes y un después en la música del país.
Hussam Itani, columnista del diario Al Hayat, describe la voz de Kashoush como “un arma contundente” que, sin ser entrenada para el canto, se parecía a la de los trabajadores de la construcción y vendedores ambulantes de los barrios pobres. Como explica Itani, "sus palabras simplifican posiciones políticas complejas".
La música como arma contra la represión
Si Victor Jara y Fela Kuti fueron músicos revolucionarios en la década de los 70, actualmente el mundo árabe está en la vanguardia del activismo y el arte frente a la represión. El "Yalla Erhal Ya Bashar" de Kashoush es para los rebeldes de Siria lo que "Dejar", de Ramy Essam, fue para los manifestantes de la plaza Tahrir del Cairo.

Ahora, frente a un permanente estancamiento del arte y la creatividad -al servicio de unas dictaduras que durante años censuraban cualquier forma de oposición a sus dictámenes- se abre paso a un estallido creativo que se manifiesta en distintas formas de expresión ciudadana.
La música ha permitido la evolución del conflicto sirio a través de la narrativa ciudadana. Por ello, uno de los puntos más valiosos de los levantamientos en la región desde el 2010 es la ruptura con un silencio de décadas. "Hace falta libertad para poder crear. Para la innovación, para el progreso... Sin libertad no hay nada", afirma el músico Malek Jandali en Siria Untold. Jandali compuso una sinfonía dedicada al alma de Kashoush.
Jandali es además autor de una propuesta para un nuevo himno nacional, que reemplace al actual que ensalza el papel del ejército y la fuerza militar. "Las dictaduras, en general, temen al arte, a la música, porque son el poder blando que puede transformar las mentes".
El músico explica que creció con una doble vida, alabando la dictadura de Al Assad en la escuela y perteneciendo a una familia que estaba en contra del régimen. "Cada mañana, nos veíamos obligados a cantar y memorizar consignas del régimen", señala."Siria es el hogar de notación musical más antigua del mundo, y el alfabeto ugarítico, que se cree que es primer alfabeto de la civilización. Pero en vez de rendir homenaje a la rica historia del país, el himno nacional comienza con una referencia a los militares, los guardianes de la patria", sentencia Jandali.
Ahora, la revolución ha permitido el nacimiento de una generación de artistas, que rompen con la larga tradición de la propaganda oficialista incrustada en el arte. Ejemplos sobran. El ceramista de Duma Abu Ali al-Bitar utiliza restos de balas, bombas y cohetes para crear instrumentos musicales. "Es mi venganza contra quienes han destruido mi ciudad, y mi país. Creo a partir de los objetos que ellos utilizan para destruir", sentencia en Siria Untold.
Y es que en esta crisis, Siria sufre de la injerencia de las grandes potencias. Los EEUU buscan moldear un Oriente Medio a su medida -con una influencia ruso-china debilitada-, y su estrategia para hacerlo ha sido militarizar las protestas democráticas sobre la base del factor étnico-religioso que asegure un conflicto aparentemente regional y progresivo -garantizando estabilidad en los mercados de petróleo-. Así, para EE.UU. no parece ser urgente poner fin a la guerra de Siria; parece ser preferible dejar que se hundan (ver Ucrania: en el tablero de juego de Estados Unidos).

Hoy, tres años después del estallido de la crisis, la conferencia de paz de Ginebra II ha puesto en manifiesto un escenario vergonzoso: un país totalmente fragmentado y operado por un centenar de grupos armados (Al Qaeda, yihadistas y otros) que materializan el día a día de la violencia ganando terreno en el vacío de poder de las zonas “liberadas”. A pesar de esto, la administración del Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, casualmente invitó a esas organizaciones a las conferencias de ‘paz’ siria y no a la oposición democrática no armada.
Al final, los perjudicados son siempre los mismos, un pueblo que usa otra arma para su lucha: la música y el arte. Ahora los activistas no sólo alzan su voz contra el régimen de Al Assad, también plantan cara a grupos extremistas. Como afirma al-Bitar, “somos un pueblo de paz, no un pueblo de guerra, y no estamos sedientos de sangre”. ¿Lograrán hacer frente con su voz?
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Politóloga, amante de la música y el buen vino. Buscando formas distintas pero posibles de hacer las cosas.
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