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ilustración; the economist

Claves del conflicto en Crimea

La crisis entre Ucrania y Rusia por la península sigue siendo uno de los temas internacionales más calientes. 

Publicado: 2014-03-09

Mientras los ucranianos han informado hoy que fuerzas militares rusas han atacado otro puesto fronterizo, y no obstante que Vladimir Putin deslizara a inicios de semana que retiraría sus fuerzas, Simferopol, capital de la península de Crimea sigue recibiendo numerosos camiones militares sin matrículas de identificación y carros de transporte blindados. Además, se ha denunciado que en Kiev hombres uniformados supuestamente pertenecientes a las tropas rusas dispararon contra un coche de activistas de Maidan (plaza de la Independencia).  

Rusia ha respondido a lo que considera como una amenaza directa contra sus intereses desplegando tropas de élite en puntos clave en la península de Crimea. La excusa de Moscú para esta intervención sería la protección de la población rusa de Ucrania con argumentos similares a los utilizados en 2008 para su ofensiva militar contra la república de Georgia. 

Estados Unidos y algunos de sus aliados insisten en que Rusia con estas actuaciones militares está violando la legalidad internacional. De no respetarse las fronteras de Ucrania, la administración Obama ha advertido sobre represalias diplomáticas y económicas contra Rusia. Ucrania ha ordenado una movilización militar y la comunidad internacional sopesa sus opciones ante lo que se considera como la mayor crisis con Moscú desde el final de la Guerra Fría.  Jesús R. Martín, periodista de la Unidad de Análisis de la agencia EFE nos ofrece seis claves para ponernos al día en este tema.

Una península estratégica

Crimea formó parte del imperio otomano hasta ser anexionada para Rusia por Catalina la Grande en 1783. En esa península del mar Negro, la Rusia zarista luchó entre 1853 y 1856 contra una coalición internacional formada por Gran Bretaña, Francia, Turquía y la incipiente Italia de Cavour. Pese a desastres como la carga de la Brigada Ligera, Moscú perdió esa guerra de rivalidades imperiales pero no tuvo que renunciar a Crimea.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Stalin ordenó la expulsión de 300.000 tártaros musulmanes. Y en 1954, Nikita Jruschov como máximo líder de la URSS decidió traspasar Crimea a Ucrania. Un gesto de buena voluntad que el Kremlin justificó por “la similitud de economías, la proximidad de territorio y los íntimos lazos económicos y culturales entre la región de Crimea y la Republica Socialista Soviética de Ucrania”.

En la actualidad, Crimea tiene una población de 2,3 millones de personas, con una clara mayoría de origen étnico ruso. La hasta ahora región autónoma de Ucrania votó abrumadoramente a favor de Viktor Yanukovich en las elecciones presidenciales del 2010. Ahora se han registrado violentas presiones separatistas en el parlamento de Crimea para declararse independientes de Ucrania.

La flota rusa del Mar Negro

Más allá de la soberanía de Crimea y del colapso de la Unión Soviética en 1991, Rusia ha mantenido en el puerto de Sebastopol la tradicional sede de su flota en el mar Negro. Una plataforma de operaciones que permite a Rusia una salida al Mediterráneo, donde también opera la base de Tartus en Siria. En 2010, Kiev y Moscú firmaron el acuerdo de Kharkov que garantiza el uso militar ruso de Sebastopol por lo menos hasta el año 2040. Calendario combinado con eventuales planes para reposicionar estas fuerzas navales en Novorossiysk, un puerto civil cercano a las instalaciones olímpicas de Sochi.

La Armada de Rusia también opera la flota del Norte, del Báltico y del Pacífico. De todos esos mandos, la flota del mar Negro es la que cuenta con menos barcos y mayores problemas operativos. A pesar de las inversiones realizadas desde la guerra de Georgia en 2008, con un incremento del 30 % en los gastos militares rusos hasta llegar a los 68.000 millones de dólares anuales frente a los 2.400 millones de dólares invertidos por Ucrania.

El inventario de la flota del mar Negro contiene tres submarinos, siete destructores, cinco fragatas, veinte patrulleros y corvetas, quince dragaminas y once barcos de asalto anfibio. En la doctrina militar rusa, heredada de la Unión Soviética, las mayores partidas presupuestarias están reservadas para las fuerzas terrestres, fuerzas aéreas y, sobre todo, para su arsenal de misiles estratégicos. Entre los efectivos navales rusos, la parte del león se la llevan los grandes submarinos dotados con misiles nucleares. De la docena en servicio, ninguno está basado en Sebastopol.

El balance militar

En teoría, Ucrania dispone de unas fuerzas armadas sustanciales aunque bastante inferiores al poderío militar de Rusia reconstruido por Putin. Numéricamente Rusia tiene cuatro veces más tropas y duplica en carros de combate al arsenal de Ucrania, en gran parte compuesto por restos obsoletos de la Unión Soviética.

Sin embargo, la realidad es que los recursos militares de Ucrania están dispersos, posicionados mucho más hacia Europa Occidental que hacia Rusia, y carecen de una efectiva capacidad operativa. Además del básico problema de lealtad que presentan diferentes elementos de las fuerzas armadas ucranianas, especialmente sus altos mandos, hacia el nuevo gobierno interino de Kiev.

Ucrania, a pesar de sus vinculaciones con la Alianza Atlántica, no es miembro de la OTAN y por lo tanto carece de sus garantías de seguridad. Rusia, por su parte, está lanzando estos días todo tipo de mensajes vinculados al uso de la fuerza armada. Esta semana han concluido una serie de maniobras con 150.000 efectivos en los distritos militares que bordean el este de Ucrania.

Estados Unidos estima que Putin, aunque no lo reconoce, ha desplegado en Crimea el equivalente a 6.000 tropas especiales. Además de bloquear con efectivos navales el puerto de Sebastopol.

En este contexto de crecientes tensiones, Moscú ha probado este martes uno de sus más modernos misiles balísticos intercontinentales, con capacidad para trasportar cargas nucleares. Se trataría de un Topol RS-12M lanzado desde el polígono de Kapustin Yar, cerca del mar Caspio, y con una trayectoria que habría terminado en los terrenos de pruebas de Sary Shagan, en Kazajstán. De acuerdo a los tratados bilaterales que vinculan a Rusia y Estados Unidos en materia de armas de destrucción masiva, Estados Unidos habría conocido con antelación el lanzamiento de ese misil.

La posición de Putin

Vladimir Putin ha obtenido respaldo parlamentario para enviar tropas no solamente a Crimea sino también al resto de Ucrania con el objetivo de proteger a la población de origen ruso. El mismo argumento utilizado en 2008 para intervenir militarmente a favor de separatistas rusos en la república de Georgia.

Según Moscú, que insiste en considerar a Víktor Yanukóvich como legítimo presidente de Ucrania, en estos momentos Kiev se encuentra en manos de un gobierno ilegítimo de “extremistas de extrema derecha” y con inclinaciones “xenófobas, antisemíticas y neofascistas”. Con insistencia en volver cuanto antes a los términos del acuerdo con mediación internacional rubricado el pasado 21 de febrero.

Según ha insistido Putin, Rusia tiene todo el derecho a usar la fuerza militar en Ucrania. A su juicio, el respaldo de Estados Unidos al gobierno interino de Kiev es el equivalente a “experimentar con ratas”. Pese a todas las evidencias contrarias, el presidente ruso también insiste en que las tropas sin insignias desplegadas en Crimea son grupos de autodefensa y no efectivos militares rusos.

En sus argumentos, Putin también insiste en que Rusia no se ha anexionado Crimea, denunciando un doble estándar con respecto a intervenciones occidentales en países como Afganistán, Irak o Libia.

La respuesta de Obama

Estados Unidos acusa a Rusia de haber invadido Ucrania, en clara violación de la Carta de Naciones Unidas. Como primera represalia, Washington ha suspendido acuerdos de cooperaciones militar y comercial con Moscú. Aunque el Pentágono ha evitado cuidadosamente introducir cambios en el estatus de sus fuerzas desplegadas en Europa y el Mediterráneo.

A pesar de que no existe un acuerdo de actuación coordinada con los aliados americanos en Europa, destacados parlamentarios en ambas Cámaras del Congreso en Washington han empezado a redactar proyectos legislativos para sancionar a Rusia y asistir al gobierno de Ucrania, empezando por facilitar un paquete de garantías de préstamos por valor de mil millones de dólares y respaldo técnico en materia financiera.

Según Obama, Rusia se ha situado en el “lado equivocado de la historia”, por lo que tendrá que atenerse a las consecuencias. El presidente de Estados Unidos ha amenazado con represalias que “aislarán a Rusia y tendrán un impacto negativo en la economía de Rusia y su estatus en el mundo”. Para Obama, su colega ruso “parece que tiene un equipo diferente de abogados haciendo un juego diferente de interpretaciones pero no creo que se esté engañando a nadie”.

Viabilidad de sanciones económicas

Descartada cualquier respuesta militar, salvo un aumento de la vigilancia en la frontera de Polonia con Ucrania, la comunidad internacional debate otra vez la opción de aplicar sanciones a Rusia. Con medidas punitivas que abarcan desde revocación de visados a congelación de fondos.

El problema de fondo es la estrecha vinculación económica de Rusia con Europa, especialmente a través de las exportaciones de gas que resultan fundamentales para muchos países en la región empezando por Ucrania, a quien se le habría terminado el descuento ofrecido por Putin en diciembre por haber rechazado un acuerdo de asociación con la UE. La canciller Merkel ha indicado la necesidad de esperar y negociar, en lugar de aplicar de forma precipitada las medidas punitivas enunciadas por Washington.

Ante la amenaza de sanciones, el Legislativo de Rusia también ha empezado a redactar un proyecto de replica para confiscar propiedades de empresas de Europa y Estados Unidos. Con todo, los mercados están anticipando un castigo a Rusia en forma de un retroceso significativo en su mercado bursátil y en la cotización del rublo, obligando a una subida de tipos de interés por parte del banco central ruso.

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Escrito por

ALBERTO ÑIQUEN G.

Editor en La Mula. Antropólogo, periodista, melómano, viajero, culturoso, lector, curioso ... @tinkueditores


Publicado en

Redacción mulera

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