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Un Gauguin desconocido

Muestra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York nos permite descubrir el lado oscuro del pintor francés. 

Publicado: 2014-03-07

Los artistas siempre han buscado escapes del mundanal ruido, el que los atosiga en las urbes, entre la rutina y las costumbres que saben a herrumbre. No resulta extraño que más de uno haya buscado estímulos, energías en nuevos territorios, como un modo de abandonar la decandencia del país natal. 

Ya sea en busca de la aventuras, bajos imaginarios de lo prohibido o huyendo del tedio, tenemos a un Lord Byron que viaja y muere en Grecia, un Gérard de Nerval que pasa largas temporadas en las costas egipcias o un Gustave Flaubert que se refugia en paisajes orientales. 

Y no solo se trató de una inquietud romántica, así tendremos décadas después el viaje que hace Antonin Artaud a México (testimonio que se encuentra en su Viaje al país de los tarahumaras) o el descubrimiento que André Breton hace de Martinica. 

Un artista necesita viajar, ampliar el horizonte, buscar nuevos abrevaderos para su sed verdadera. No otra fue la senda que siguió Paul Gauguin en su viaje a Tahiti. Dicha travesía no solo era una extravagancia o una huida si no que se trataba de una parte esencial de su lidia contra la razón utilitaria y positivista de su época.

Las pinturas de Gauguin pertenecientes a su estadía en Tahiti nos muestran así una tendencia al equilibrio en medio del trazo colorido o los contornos sugeridos. Sin embargo, ahora conoceremos otra estética en sus dibujos en papel, en sus esculturas o grabados en madera. Este lado de su obra será expuesto públicamente en el Museo de Arte Moderno de Nueva York desde el 8 de marzo hasta el 8 de junio. 

En esta muestra, titulada "Gauguin: Metamorfosis",  conoceremos a un pintor que reconoce la dualidad del hombre y aprovecha el aspecto siniestro de lo sagrado y que, asimismo, expresa un erotismo que raya con lo sórdido y salvaje. Este es el arte oscuro de Gauguin, cual maraña nerviosa, donde acaso se hayan filtrado los recuerdos de una vida agitada, excesiva en sus odios y pasiones. 

Cabeza con cuernos, 1895

Oviri salvaje (Escultura), 1894

Grabado en madera de la tierra de los placeres, 1894

Oviri Salvaje (Grabado en madera), 1894

Mujer tahitiana con espíritu diabólico, 1900


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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