Pasolini, el aprendizaje del caos
¿Qué era escribir para este artista italiano?.
Los recorridos de Pier Paolo Pasolini por calles italianas debieron ser un descubrimiento de la belleza entre jirones y avenidas, pero también el sopesar de la angustia, de miasmas internas, cicatrices.
La poesía de Pasolini es el testimonio, la bitácora de un dolor que lo perseguía: poemas como tatuajes terribles en el alma, así unos versos de “Reaparición poética de Roma” nos retratan a la ciudad como sigue:
velamen de bostezantes y sucias
brumas enroscadas en pálidas
venas, incendiadas líneas,
ganglios en llamas
¿Qué era escribir para este artista italiano? Siempre me ha asombrado ese aliento suave que brota de sus textos poéticos, no la furia sino como una templanza melancólica. Hay en sus versos además la conciencia de una labor minuciosa que precisa paciencia y sabiduría. Finalmente, un escritor solo necesita tiempo y Pasolini lo expresa mejor que nadie en estas líneas de “Al príncipe”:
Para ser poetas se necesita mucho tiempo:
horas y horas de soledad son necesarias
para formar algo que es fuerza, abandono,
vicio, libertad, para darle forma al caos.
Este camino debe entenderse como una profundización en las regiones más soterradas del hombre, se tiene que ser un explorador arriesgado. En este sentido las películas de Pasolini debieran comprender como un descenso a la oscuridad. Bajo este código habría que ver atentamente Saló.
Se ha dicho que se trata de una película escandalosa, repulsiva, pero ¿cuál era interés del cineasta? De hecho no se trata de una película que cualquiera logre ver completa y es que justo en esos elementos grotescos, execrables Pasolini exhibe el mapa del caos y la podre humana. El espejo más sórdido que nos recuerda que en cada uno de nosotros habita el caos.
Pero ciertamente, como sucedía con el divino Marqués, no se trataba de instigarnos al crimen si no de saber lidiar con aquellos abismos. Ciertamente se diría que con él se trata de un aprendizaje desde el abismo, no en vano personajes como Edipo y Medea atraviesan una serie de pruebas purificadoras o incidentes que les permitan llevar una vida más digna de ellos, sorteando los anatemas y el destino. Solo conociendo los bajos fondos, las pocilgas internas, se puede comprender mejor al hombre, nos recuerda Pasolini.
Escrito por
Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today
Publicado en
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