Venezuela pasa por un momento de gran agitación: todos hemos sido testigos de las manifestaciones de malestar con el gobierno, combinadas con un afán de desestabilización por parte de la oposición al proyecto chavista que -sin dificultad- intenta pilotear al 'heredero de Chávez', Nicolás Maduro. 

Un artículo de opinión de Sinesio López, publicado hoy en La República, nos ayuda a distinguir las distintas 'canchas' en las que se expresa la crisis venezolana, y cómo están equilibradas las fuerzas a un año de la muerte del gestor de la llamada 'revolución bolivariana'. Para López, en Venezuela la tensión se vive y se resuelve al menos en cinco frentes: el sociopolítico, el militar, el económico, el mediático y el diplomático.

En la 'guerra sociopolítica', "se ha producido un práctico empate entre el chavismo y el antichavismo. Como afirma Steven Levitsky, Maduro ya ha perdido la mayoría que respaldaba a Chávez, pero la oposición todavía no la ha ganado".

En el campo militar, "si bien no se ha librado una guerra, es evidente que la correlación es aplastantemente favorable al gobierno chavista".

La guerra económica, "engorda a las filas de la oposición venezolana y adelgaza a las del chavismo".

En la guerra mediática, "La oposición antichavista ha fracasado en el objetivo de desbarrancar a Maduro, pese a que consiguió alinear a casi todos los medios de la derecha latinoamericana y a la misma CNN que encabezó la pelea".

En la 'guerra diplomática, "el fracaso de la oposición antichavista ha sido total. Ni la OEA, ni los organismos internacionales de América Latina (Conasur, Mercosur, Pacto del Pacífico, Comunidad Andina) se han pronunciado a favor o en contra de ninguna de las partes en conflicto. No ha habido condena alguna, pero han invocado el diálogo para el logro de la paz".

López resalta como motor central de la crisis la polarización sociopolítica, porque bloquea el diálogo y el consenso entre las partes en conflicto, teniendo como combustible a la guerra económica que pone a Maduro contra las cuerdas y le presiona a tomar medidas de corto plazo y redefinan su modelo de desarrollo en el largo plazo.

Sinesio López afirma que las protestas son legítimas y deben ser respetadas, siempre y cuando no promuevan movilizaciones golpistas. En ese caso, asegura que los gobiernos tienen derecho a oponerse, pero sin atentar contra los derechos humanos.

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