Según la encuesta realizada por la empresa Datafolha, sólo un 52% de brasileños aprueba la realización del mundial en su país. La aprobación, comparada con mediciones de 2008, se ha reducido un 27%, reflejando el malestar de la población por la gran suma invertida por el gobierno de Dilma Rousseff en la preparación de la sede, calculada en cerca de 7 mil millones de euros.

Felipe Alencar, estudiante que ha participado en todas las movilizaciones ocurridas desde la Copa Confederaciones en junio 2013, sostiene que resulta contradictorio invertir tanto dinero en estadios mientras en otros sectores falta lo más necesario."El pueblo no gana nada con el mundial. Y ni a los estadios se puede ir porque las entradas son muy caras”, agregó en declaraciones difundidas por Deutsche Welle.

Orlando dos Santos Júnior, integrante del Comité de Movimientos Sociales, expresa una postura más crítica que la de Felipe pero aún bajo la misma línea de rechazo. “Yo no dudo que el estadio de Manaus no vaya a terminarse. Pero, ¿de qué le sirve a Brasil tener un estadio en la selva amazónica?", expresó a DW.

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