Matt Leunig, un diseñador e ilustrador estadounidense, capturó las siguientes imágenes tras su paso por Jaipur, ciudad capital del estado de Rajastán, en la India. En su blog personal, Leunig explica que los afiches anunciaban la presencia de un circo en la ciudad y que había cientos de ellos repartidos por las calles. Cierra su breve comentario calificándolos de "vistosos diseños".

A continuación, una corta tanda de dichos afiches...

Desde esta orilla del mundo en la que nos hallamos es muy probable que estos afiches despierten de inmediato en nosotros una señal de "peruanidad", por el solo hecho de que encontremos en ellos los colores fosforescentes a los que los carteles chicha nos han terminado acostumbrando.

¿Nos están robando en la India —un país que está, literalmente, al otro lado del mundo— ideas nacidas de la creatividad peruana? ¿O desde ambos lugares se ha seguido un proceso que ha devenido en esta coincidencia estética? ¿O es que el furor por la "cultura chicha" ha llegado hasta Asia?

Consciente de la trascendencia que pueden tener este tipo de elementos para forjar la identidad del peruano del siglo XXI, LaMula.pe decidió recoger la opinión de uno de los principales exponentes de este arte, Elliot Túpac.

Aquí las respuestas que Elliot nos brindó amablemente:

¿Qué opinión te merecen aquellos afiches de la India?

"Me parece bastante interesante el uso del color fosforescente en ese lado de la India. el uso del color es universal. La India por sí misma también es mucho color. En verdad, valoro ese trabajo de cartel porque está claro que esa linea gráfica también es una propuesta popular de publicidad".

Coincidirán los colores utilizados, pero más allá de tal detalle ¿cuál es la principal diferencia con los afiches chicha?

"La diferencia sustancial es que, en el cartel chicha, el diseño es a mano alzada y no vectorizado como se muestra allí. Es fácil darse cuenta por la regularidad de las fuentes y las ilustraciones. En estos afiches de la India, la impresión se realiza mismo proceso de offset o serigrafia; primero van los colores generales, y luego remata el color negro para cubrir imperfecciones.En cambio, en el cartel chicha se imprime generando un stencil sobre el papel (no se quema o fotograba una malla) y el primer color es el negro, para que luego se apliquen los colores fluorescentes y todo pueda ser calzado al ojimetro nomás". 

Por lo tanto, hay una similitud en los colores, pero no en la elaboración.

"Correcto. Al ser tan básico acá el proceso pues que no se ocupan en la ilustración de personajes". 

¿Ese "hacer básico" es lo que —podría decirse— constituye el signo de originalidad de lo que se hace acá?

"Exactamente. Además, acá se trata de un trabajo súper violento. Al no tener que generar topes o registros, acá se puede producir muy rápido y sin complicaciones.  Y no necesita ser súper elaborado porque acá la publicidad del cartel es canibalesca... pegas tu afiche y al rato pasa otro y te monta otro afiche."

El cartel chicha se ha convertido en uno de los íconos sobre el que la gráfica peruana contemporánea ha encontrado un elemento de originalidad y autenticidad, basándose en la reivindicación de un objeto que nació en los linderos de la cultura popular y ha terminado llegando a las esferas más exclusivas como la publicidad de servicios y empresas financieras.

Sin embargo, pese a su valor, todavía existen muchos cabos sueltos sobre su historia. Elliot Túpac lo sabe y nos comenta:

"Es un tema amplio. Estoy escribiendo un libro que ve sólo el tema del cartel chicha. Lo hago por que es necesario. Hace falta un documento sobre el cartel chicha". 

"Yo cuento [esa historia] tratando de respetar las formas tal cual como funcionan y como son. [Porque] hay quienes exotizan al cartel chicha sólo para venderlo como un producto".

Pero Elliot no se quedará allí, luego agregará:

"Así que por allí salió el mal término de "cultura chicha" cuando no existe. Existe una cultura popular, y dentro de ello esta la gráfica chicha con su cartel/afiche chicha, nada más".

La polémica en torno a lo "chicha" no es nueva y lo único seguro es que se demorará en llegar a un acuerdo respecto a una exacta definición de su naturaleza. Mientras tanto hay que empeñarnos en —como el propio Elliot y un gran grupo de investigadores— conocer más de dicho fenómenos. En realidad, es lo que nos corresponde hacer.