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Brujería económica

Economistas que predijeron la crisis global del 2008

Publicado: 2014-03-01

Si usted ve en la televisión a un economista, lo más probable que por defecto se piense en malas noticias o en intrincados y técnicos argumentos estadísticos, matemáticos y econométricos. Puede ser cierto. En muchos casos un ecónomo es portador de mensajes poco alentadores u oscuros al oído del lego en la materia, algunas de estas misivas vienen con sustento otras tantas no porque hay variables económicas, macroeconómicas y de mercado que no pueden estimarse, proyectarse o diversificarse en un corto, mediano o largo plazo. 

Por ejemplo, piense en el tipo de cambio; si usted lee o escucha a un economista que vía un informe proyecta la cotización a fin de año de la divisa estadounidense, apague la televisión, radio o cierre el informe y mejor consulte al vidente Walter Mercado cuyos zahorís sobre el precio del dólar a futuro serán cansadamente más profesionales.

Pero no todo es brujería económica, hubo ‘héroes’ en la materia que si advirtieron con precisión de cazador las falencias de los mercados previas al 2008. 

Todo nació de una pugna de aula, académica, casi una pelea de salón entre neoliberales, neoclásicos y keynesianos.

Keynes ‘recargado’

Desde el año 2003 hubo una hornada de economistas, la mayoría neokeynesianos que iniciaron (casi al mismo tiempo que el 7mo de caballería blindada del ejército estadounidense invadía Irak) una serie de críticas contra las políticas fiscales de la pre guerra en extremo oriente alentadas por la administración Bush y amparadas por un escurridizo economista neoclásico y liberal como Alan Greenspan, a la sazón presidente de la Reserva Federal o Banco Central de los Estados Unidos (FED en sus siglas en inglés).

Sucede que las ideas del ‘padre de la macroeconomía moderna’ John Maynard Keynes fueron claves en el debate académico entre 2003 y 2009. En un artículo publicado por El País poco después de la crisis financiera del 2008, el premio Nobel de economía Paul Krugman (quien vendrá a Lima a dictar una conferencia el 19 de marzo de este año) analiza a Keynes: “A pesar de lo que usted haya podido oír, Keynes no quería que el gobierno dirigiera la economía. En su obra capital, Teoría general del empleo, el interés y el dinero, escrita en 1936, él mismo describió su análisis como ‘moderadamente conservador en sus repercusiones’. Quería organizar el capitalismo, no reemplazarlo” Otro tanto señala: “Pero (Keynes) cuestionó la noción de que las economías de libre mercado puedan funcionar sin un vigilante. Y apeló a la activa intervención del gobierno -imprimiendo más moneda y, si fuera necesario, con un fuerte gasto en obras públicas- para combatir el desempleo durante las depresiones”

Krugman retomó el discurso científico y teórico de Keynes contra el neoclasicismo y neoliberalismo al que estuvo expuesta la economía estadounidense, donde el débil rol del Estado permitió a los mercados una autonomía macro a ultranza y sin regulación que llevó a la debacle económica del 2008. Decir ‘Keynes’ o keynesianismo en los ambientes financieros de Wall Street o en los pasillos de la FED hasta hace unos años equivalía a insultar a la bandera o pintar un grafiti en la estatua de la libertad. 

"Pero (Keynes) cuestionó la noción de que las economías de libre mercado puedan funcionar sin un vigilante. Y apeló a la activa intervención del gobierno -imprimiendo más moneda y, si fuera necesario, con un fuerte gasto en obras públicas- para combatir el desempleo durante las depresiones..."

Este punto de quiebre con la escuela neoliberal y neoclásica de Chicago, cuyos adalides iban desde nombres como Milton Friedman pasando por Robert Lucas y terminando en ‘economistas financieros’ como John Cochrane y quienes tildaron al peligro de una anomalía de los mercados hacia fines de la primera década de los años 2000 como “cuentos de hadas”; bien, esta ruptura de conceptos del neoclasicismo la dieron los economistas neokeynesianos al advertir con no poca rigurosidad científica social la crisis.

De la realidad al pronóstico

Hacía el 2005, los tipos de cambio iniciaron una senda peligrosa que se tradujo en un excesivo estímulo crediticio. Esto devino en una ‘lluvia de millones’ en créditos en su mayor parte hipotecarios con una escalofriante expansión hacia sectores de la economía estadounidense sensibles a una recesión o por lo menos a una desaceleración del crecimiento.  

Decir ‘Keynes’ o keynesianismo en los ambientes financieros de Wall Street o en los pasillos de la FED hasta hace unos años equivalía a insultar a la bandera o pintar un grafiti en la estatua de la libertad.

Aquí ingresan los economistas keynesianos o neokeynesianos: ellos advirtieron, que junto a una aceleración del ritmo crediticio ante una farra fiscal venida de una guerra ‘inventada’ en Irak hubo falta de regulación de los mercados acostumbrados a los libertinajes del capital en manos poco diligentes para controlar estas autonomías y burbujas venideras. Krugman define este período como una suerte de consecuencia de años de vivir con la atávica costumbre neoliberal de no tener control: “La historia de la economía a lo largo del último medio siglo es, en gran medida, la historia de una retirada del keynesianismo y de un retorno al neoclasicismo. El renacer neoclásico fue guiado inicialmente por Milton Friedman, de la Universidad de Chicago, quien afirmó en 1953 que la economía neoclásica sirve adecuadamente como descripción del modo en que la economía funciona realmente, al ser ‘extremadamente fructífera y merecedora de plena confianza’. Pero ¿qué hay de las depresiones?”

Antes del 2008, año de la zona cero o del atentado con armas financieras de destrucción masiva, el premio Nobel llamó –parafraseando a Keynes- a este tipo de manejo económico como ‘finanzas de casino’ y señaló “…por los años ochenta, hubo economistas financieros, en particular Michael Jensen de la Harvard Business School, que defendían que, dado que los mercados financieros siempre aciertan con los precios, lo mejor que pueden hacer los jefes de las empresas, no sólo en su provecho sino en beneficio de la economía, es maximizar los precios de sus acciones. En otras palabras, los economistas financieros creían que debemos poner el desarrollo del capital de la nación en manos de lo que Keynes había llamado un ‘casino’...”

Los banqueros, como niños con exceso de azúcar o cafeína no encontraban ‘negocio’ en el quehacer bancario tradicional pero si hallaron un nicho en la emisión de instrumentos o vehículos de inversión amparados en pagarés hipotecarios. Esta masa crítica motejada poco después como ‘subprime’ por su escaso respaldo explotó –habida cuenta un problema en la cadena de pagos culpa de la recesión- en la cara de los banqueros-niños y con ellos en el rostro del pueblo estadounidense y el mundo.

"En otras palabras, los economistas financieros creían que debemos poner el desarrollo del capital de la nación en manos de lo que Keynes había llamado un ‘casino’...”

Se ve la fuerte correlación entre los economistas que estimaron la crisis hasta con 10 años de anticipación y la escuela neokeynesiana. ¿Por qué? El caldo de cultivo para el pronóstico lo otorgó la misma economía estadounidense, que desde el colapso bursátil de 1929 no corrigió las anomalías de sus precios: liberalismo a ultranza, demasiada confianza en los mercados y sus mecanismos especulativos, falta de regulación del Estado, demasiado margen de maniobra a los bancos para el manejo de sus carteras, excesos en política fiscal, carencia de políticas sociales y procrastinación de paquetes de estímulo a la inversión y el empleo. El neo o postkeynesianismo recogió estas experiencias y las adecuó a sus modelos de gasto-empleo a la vez que desestimó la exagerada confianza de la escuela neoliberal y neoclásica en el hecho de que los mercados se regulan solos ante anomalías detectadas sin necesidad de un Gobierno activo en la decisiones de política económica.

Las herramientas las dio la escuela neoclásica dominante en la FED y la secretaria del Tesoro estadounidense desde hacía ocho décadas; el análisis, los resultados y pronósticos los recogieron los economistas críticos de este modelo, vale decir, los neokeynesianos.

La lista de Keynes 

En 2010, una docena de científicos sociales destacaron en sus predicciones respecto a la crisis. De acuerdo al premio Paul Revere, el ranking resaltó en estudio social de economistas como Steve Keen, Paul Krugman y Joseph Stiglitz cuyos aportes no sólo académicos sino prácticos fueron la punta de lanza para el relanzamiento de una escuela económica más precisa en el análisis financiero.

La lista enrola a economistas mayoritariamente keynesianos (y políticamente ‘a la izquierda de Dios’); hay dos mujeres: una de ellas presidenta de la FED de reciente nombramiento; el rol original está compuesto por 10 economistas a los que se les han añadido dos, uno de ellos hispanohablante.

Fuente: Revere Award

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Escrito por

Eduardo Recoba Martínez

Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba


Publicado en

Redacción mulera

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