¿Qué estás pensando, Susana?
Con un nuevo spot y una larga entrevista, la alcaldesa de Lima ya no descarta presentarse a la reelección. ¿Vale la pena?
Hoy, la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, brinda una extensa entrevista al diario La República en la que declara, entre muchas otras cosas, que "está pensando" en la posibilidad de lanzarse a la reelección. Este es un cambio bastante drástico con respecto a sus afirmaciones de hace apenas una semana, cuando dijo a otro grupo de periodistas que ella "no se lanza a ninguna reelección" (ver aquí, a partir del minuto 2:30), pero démosle el beneficio de la duda. A veces uno habla sin pensarlo demasiado y dice lo que no quiso decir. A ella, de hecho, le ha ocurrido con frecuencia.
Villarán, que dice estar en campaña "para mostrar sus obras", lanzó también hace unos días un spot al que, según dijeron muchos, solo le falta decir "soy candidata" para ser publicidad reeleccionista. O sea, su "quizás sí, quizás no" parece inclinarse más hacia la primera cláusula que hacia la segunda. A lo cual, por supuesto, ella tiene todo el derecho. Este es el spot:
Para hablar con franqueza, las posibilidades de que Susana Villarán obtenga nuevamente la alcaldía de Lima por votación popular son bastante escasas. Quizá menos escasas de lo que sus enemigos y contrincantes piensan, pero escasas al fin y al cabo. Escasísismas. Inexistentes, casi. En las encuestas más recientes, no llega a los dos dígitos de intención de voto, comparados con un casi 50% de quien sería su principal rival.
Pero en realidad, el problema no es ese. Villarán tiene razón con eso de que "vale la pena luchar" por la ciudad de Lima, y tiene razón también cuando argumenta que sus planes y proyectos son de largo plazo, no para ser juzgados hoy o mañana, y mucho menos para ser sólo oportunidades de fotografía de campaña, sin mayor utilidad real.
Como he escrito yo también alguna vez, además, responsabilizar a Susana Villarán de los problemas de Lima, incluidos muchos de los problemas de su gestión, es miope. La verdad es que una candidatura suya que realmente luchara por la continuidad del proyecto que la llevó al puesto que ahora ocupa merecería al menos respeto.
Pero, ¿es esa la candidatura en la que Susana Villarán "está pensando"? Pareciera que no. Villarán, recuérdese, no tiene inscripción electoral propia con su movimiento Fuerza Social, de modo que sólo podría candidatear en alianza con otra organización u organizaciones. Hasta ahora, la (cada vez más vaga) expectativa ha sido que lo haga con las agrupaciones que forman el Frente Amplio, entre ellas Tierra y Libertad, que sí está inscrita.
Sin embargo, Villarán no parece dispuesta a someterse a ningún proceso de elecciones internas con el Frente Amplio (que quizá no ganaría), y todo parece indicar que la candidatura en la que "está pensando" va por otro lado. Cuál, aún no se sabe. Pero otro muy probablemente.
El cálculo de la alcaldesa, se me ocurre, es que el Frente Amplio y las fuerzas que este agrupa son para ella un lastre más que un aumento de capital político. Si tiene algo de este último, debe pensar, es suyo propio (esta deducción es en alguna medida lógica después del proceso de revocación por el que las autoridades ediles pasaron el 2013). Y es hasta factible que este cálculo sea correcto.
Hay que preguntarse, a pesar de ello, si dadas las condiciones casi de kamikaze que su candidatura tendría, vaya con quien vaya, se alíe con quien se alíe, realmente le estaría dando continuidad a ese proyecto sin ningunos de los cuadros y las organizaciones que le dieron forma desde su inicio. Es decir, si la continuidad de la "lucha por Lima" que Villarán sugiere es realmente tal, desprendidas de ella ya del todo las fuerzas de la izquierda.
Que, como fuerzas, pueden no ser en este momento gran cosa. Pero son las que llevaron a Susana Villarán a la alcaldía, las que se batieron por ella en los peores momentos, y las que están intentando construir fórmulas de unidad más allá de los procesos electorales del próximo año (y, seamos realistas, los de varios años más).
Sin ellos, ¿vale la pena?