Húsavík es el nombre de una pequeña ciudad costera situada al norte de Islandia, a orillas del océano ártico. Su incipiente industria turística depende básicamente de dos atracciones: una bella iglesia del siglo XIX hecha enteramente de madera, y el curioso museo que Sigurdur Hjartarson, un profesor jubilado, decidió inaugurar en 1997 para deleite de su esposa, haciendo pública la inmensa colección de órganos genitales de distintas especies animales que el curador ha logrado reunir a lo largo de su vida.

El museo de Hjartarson me hace pensar en una suerte de cruce de la historia bíblica del Arca de Noé con una canción punk o una novela del Marqués de Sade. Su colección representa, hasta donde es sabido, el primer intento sistemático (digno de Linneo, realmente) de reunir en un solo recinto ejemplares de miembros viriles de todos los mamíferos. 

Su “peneteca” está conformada por 280 especímenes de 93 especies de animales, y esta variedad puede verse reflejada en el hecho de que incluye desde modestos ítems de 2 mm de longitud (el hámster) hasta voluminosos ejemplares de 170 cm y 70 kg de peso (el cachalote), todos ellos cuidadosamente clasificados y conservados en formol para colmar la curiosidad de sus visitantes.

Por supuesto, la colección no podría estar completa sin un último ejemplar crucial: un pene de ser humano. Y la búsqueda incansable de este santo grial es justamente el tema del nuevo documental The Last Member (“El último miembro”) de los realizadores norteamericanos Jonas Bekhor y Zach Math, que será estrenado en los Estados Unidos el 18 de abril.

La cinta, de 75 minutos de duración, es un acercamiento -respetuoso según los documentalistas- al original proyecto del curador islandés, iniciado hace décadas con la adquisición de un primer miembro de toro. En ella podremos descubrir además toda clase de datos simpáticos sobre la historia de este museo que, según los autores del Rough Guide to Iceland, atrae alrededor de 11'000 visitantes al año, 60 % de los cuales serían mujeres. Su libro de visitas incluye comentarios como el siguiente: “Nunca había visto tantos penes – y eso que estudié en un internado” (de un visitante de Nueva Zelanda).

Con información de Le Figaro y Wikipedia.