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Gatos literarios

Un breve recorrido por aquellos autores que hicieron del gato un símbolo de misterio, sensualidad y terror. 

Publicado: 2014-02-20

Gatos para coleccionar, gatos para acariciar, felina delicadeza entre los dedos, un terciopelo rondando la piel. Como en la pintura o el cine para los escritores los gatos han sido animales dignos de alabanza, cautivantes por su misterio y sensualidad o caso por ser mensajeros de lo fatal.  

Por ejemplo, Rilke reconocía que era imposible conocer a un gato, que no había misterio más lejano. Al respecto el poeta alemán reconocía en ellos una característica especial: mientras muchos animales tienen que adaptarse a las costumbres humanas, resultado en cierta medida un hombre más, por lo contrario los gatos simplemente son gatos, no imitan a nadie en su mundo propio y especial, inexpugnable para nosotros.

Por su parte Pablo Neruda que durante la creación el gato fue el único animal perfecto, por esto dirá: “nació completamente terminado, / camina solo y sabe lo que quiere”. Curiosamente, en semejanza a Rilke, para el chileno un gato solo quiere ser gato, una unidad ideal, por cual está por encima del hombre que siempre anhela diversas formas animales. Asimismo, cuando se refiere a él Neruda usa adjetivos de realeza, lo llama así “sultán del cielo” o “emperador sin orbe”. Finalmente en su oda vuelve enfatizar la imposibilidad de conocer el mundo gatuno.

En otra perspectiva el gato ha sido un tópico del sensualismo, así por ejemplo en el poema “De invierno” un ángora junto a Carolina sugiere un erotismo: la mujer es más sensual en compañía del gato. En esta línea es importante mencionar un cuento de Clemente Palma titulado “Tengo una gata blanca”, donde la belleza y la crueldad del animal se compara al de la amada. 

Esta relación eros-felino fue también explotada por Cortázar en “Orientación de los gatos” y en “Cuello de gatito negro”, los que además enfatizan la imposibilidad de conocer el mundo gatuno, regido por leyes y sentires que escapan al hombre.

Este misterio es lo que posiblemente haya hecho popular la relación gato-mujer, al respecto recordemos el cuento de Ernest Hemingway "Gato bajo la lluvia", donde la esposa norteamericana se antoja un gato en medio de una tarde lluviosa y él patrón del hotel busca seducirla al regalarle uno. Siguiendo el discurso narrativo de Hemingway el gato es un elemento que incrementa la feminidad y el deseo de la mujer. 

No olvidemos en este breve recorrido al Plutón de Edgar Allan Poe. De hecho, a su cuento “El gato negro” mucho debemos la consolidación del gato como ente siniestro: aquel Plutón representa el tormento, la muerte y lo sobrenatural, el misterio más insondable.


Escrito por

Christian Elguera

Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today


Publicado en

Redacción mulera

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