Leo hoy en el diario La República una carta remitida por el actor Edgar Guillén, un verdadero peso pesado del teatro peruano; es una crítica directa, dura, a un supuesto "boom" de las tablas en el país, cuya consistencia se discute mucho en el último lustro (ejemplos en prensa, aquí, aquí, aqui, uff, y aquí).

Es innegable que en los últimos años los montajes, básicamente en Lima, han aumentado en cantidad, frecuencia y han mejorado significativamente las condiciones de la logística y la producción. Hay más salas en actividad, hay algo más de trabajo para actores, directores y productores y, sobre todo, hay más publicidad y operaciones comerciales ligadas a esta actividad. ¿Ello se traduce en una mejora sustancial de la calidad de nuestro teatro?

Para Guillén, no.

El actor denuncia la equivalencia entre el llamado "boom teatral" y la predominancia de una vertiente teatral "de entretenimiento", y con razón, acusa algunos de los vicios del mercado local: se refiere a los "enlatados", apuntando quizá a la cuestionable práctica de adquirir no sólo los derechos de la obra dramatúrgica, sino incluso los montajes, lo que devalúa el rol de dirección y limita a los actores.

Quizá para entender la posición de Guillén, haya que recordar que en los años noventa él tomó la opción de abandonar las salas y las producciones teatrales, para realizar representaciones en su casa, montajes minimalistas, unipersonales y de un repertorio reducido. Tras más de una década de mantenerse en esa fórmula, en los últimos años esta opción se ha transformado en "teatro delivery", una puesta que va donde el público la solicite y que fiel al "teatro desnudo" que el actor propone, "no requiere de efectos especiales ni de escenografía, pues su eje es el actor".

En su carta a La República, Guillén habla también de un público enganchado por razones de status, antes que por interés en la expresión artística. En fin, que en pocas líneas reniega de todo y dice muchas cosas que suelen pasarse por alto en el ánimo complaciente que suele haber alrededor de las producciones teatrales locales. A continuación, el texto completo:

Señor director:

Hace tiempo que no quiero pertenecer a esa cofradía que lidera el mal llamado "boom teatral". Hoy el teatro se ha comercializado, se ha industrializado y se ha vuelto un producto casi enlatado, sin sabor. El teatro se hace para el público puro, no contaminado ni viciado por el mal teatro que se ha introducido actualmente. Tanto "boom" que ya reventó y la gente que aplaude de pie esos malos espectáculos, se aburre, pero queda regio pagar S/. 80 y más, aunque te duermas, aunque no entiendas, aunque veas a las figuritas de la televisión y no al real talento, pero te da status. Es una situación absolutamente lamentable y que durará unos 40 años o más y será duro salir de eso. Serán los grupos de gente auténtica de teatro los que hagan que se recupere el valor artístico, estético, cultural y demás de lo que significa hacer una obra de teatro. Hay demasiados 'gurús' teatrales que ponderan y defienden actitudes y festivales sólo con el ánimo de arribar. [sic]