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manos curtidas. nelly elguera (46) tejedora de pataypampa. foto: ángeles lucas

¡Arriba las mujeres!

Mujeres y emprendimiento de altura en la sierra sur del Perú

Publicado: 2014-02-18

Reforestación, producción de telares, calzado, elaboración de queso y yogur son actividades que por sí solas dan muestra de ser negocios con una alta cuota de trabajo, pero si a estos emprendimientos se añade el hecho que se realizan a prácticamente 4,000 metros sobre el nivel del mar y por mujeres que fueron asoladas en su primera infancia y adolescencia por el terrorismo y otros tipos de violencia, la cuestión cambia drásticamente. 

Apurímac

Apurímac es un territorio especialmente complicado por lo agreste de la geografía que provoca que tanto agricultura como ganadería sean actividades duras, difíciles y poco feraces. 

Su clima frío y seco no ayuda. El Sol y las heladas queman por igual almas y pasturas, tanto en las mañanas como por las tardes, respectivamente. A las heladas le suceden el granizo y a éste, las sequías. Todo depende de un clima volátil a merced del capricho de un relieve poco regular, con quebradas en un momento para enseguida pasar a pampas yermas. No apto para débiles ni cardíacos, pues la región bordea más de 4 mil metros sobre el nivel del mar.

Como es recurrente en gran parte de la zona andina sureña del Perú, Apurímac es uno de los departamentos más pobres del país.

De acuerdo a Perú Económico, la tasa de pobreza total en Apurímac era del 65.9% en el 2010 y la pobreza extrema bordeaba el 30.7% de la población. La alarmante tasa de desnutrición en menores de cinco años reflejaba una cifra del 39%. 

Cifras más actuales del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), reportan que la pobreza en el departamento se redujo a 55.5% (2012). 

Pese a esta reducción de 10 puntos básicos, Apurímac continúa siendo el departamento más pobre del Perú. 

Apurímac es un territorio especialmente complicado por lo agreste de la geografía que provoca que tanto agricultura como ganadería sean actividades duras, difíciles y poco feraces.

Para el especialista Alejandro Narváez, el territorio es contradictoriamente pobre. Sustenta su afirmación desde su blog, con el siguiente hecho: “El Ministerio de Energía y Minas, a través de su Boletín Estadístico 2013, señala que la inversión minera en Apurímac, entre enero y marzo de este año alcanzó 433 millones de dólares, que equivale a una tasa del 22,5% de la inversión total nacional. Con estas inversiones Apurímac, se ubica en la primera región del país en inversión minera, seguido por Junín con 15%, Arequipa 12%. Por otro lado, la cartera (acumulada) de inversiones captada por Apurímac al 2010, alcanzaba la suma de 10,600 millones de dólares, que equivale al 20.30% del total nacional, seguido por Cajamarca con el 18,40%, Arequipa con el 14,56%” 

Narváez concluye que “Apurímac es una región rica llena de pobres”.  

¿US$10.6 mil millones en inversiones (la mayoría presumiblemente mineras) al 2012 y Apurímac sigue acusando una depresión socioeconómica endémica? Todo pareciera indicar que este “impecable” desempeño minero que se traduciría en el canon sectorial, no ha llegado aún a las capas críticas de la población apurimeña unas de las más necesitadas, sino la más pobre del país.

Si se es osado, se diría también que Apurímac es otra contradicción más del capitalismo.  

Ahora, Pataypampa

Con poco más de 1,000 habitantes según INEI (2007), Pataypampa en Apurímac podría ser un poblado con luz, servicios de agua potable, pistas asfaltadas, postas médicas, servicios para partos, escuelas, un campo de fútbol o acaso fulbito, programas de desayunos infantiles, sistema nutricional, de vacunas y otros servicios. Con más de US$400 millones inyectados en Apurímac entre 2012 y 2013 en proyectos mineros, el pueblo de Pataypampa hasta podría tener conexión a Internet. Pero no, no hay nada de eso. 

Lo que sí hay son personas, específicamente mujeres como Agustina Huamani, de 35 años que de acuerdo a un informe de El País, “…trabaja cultivando las raíces de los árboles que son el germen de un nuevo oxígeno para su localidad de 1,000 habitantes. Vende plantones de variedades nativas como qeuñas, golles y tastas. Con su labor consigue reforestar la zona, asentar las débiles tierras, que surjan nuevos alimentos a la sombra de las hojas y generar economía...”

Con más de US$400 millones inyectados en Apurímac entre 2012 y 2013 en proyectos mineros, el pueblo de Pataypampa hasta podría tener conexión a Internet. Pero no, no hay nada de eso.

A la situación sociopolítica vivida entre 1980 y 2000 por la vorágine terrorista tanto de Sendero Luminoso como del Estado, desgraciada situación de la que fue testigo Agustina, hay que sumarle la violencia de género. La intimidación doméstica es recurrente en el departamento de Apurímac; Pataypampa no escapa a ella. Sin embargo, las actividades empresariales de muchas mujeres como Agustina han sido un motor de ayuda para salir de esta nueva tipología de terror.

Citada por El País, Huamani declara de forma poderosa “…ahora estamos saliendo adelante y nosotras somos fuertes. Ya no estamos pisoteadas por los varones”.

"Pataypampa, calidad de vida & asociadas"

De acuerdo al despacho de El País, Agustina conforma una asociación de 70 mujeres que se organizaron en 2007 para adquirir –vía fondo común- un equipo dental y contratar a un facultativo itinerante.

La dieta baja en proteínas provocó un atávico problema odontológico en la reducida población del caserío, contramarcha que también está siendo resuelta con pericia y visión desde la comunidad de mujeres. 

Con la venta de plantones, ellas ha podido acceder a recursos para fabricar mini presas para regar por aspersión y en épocas de sequía picaderos de pastoreo; también se construyeron cercos y pesebres incrementándose así la ganadería estabularia. Donde antes los animales mayores se escapaban o morían con la helada, ahora se encuentran a resguardo, bien alimentados, con estándares sanitarios adecuados de cría y actividades conexas vinculadas a la ganadería como la elaboración de derivados lácteos. El resultado de la ecuación al estilo de publicidad de dentífrico: más leche y quesos producidos, menos caídas de dientes.

La diversificación de productos no descansa en esta comunidad de emprendedoras. En el 2012, oficialmente se instaló Asociación de Mujeres Artesanas de Pataypampa.

Nellie Elguera (46 años) es tejedora y de sus manos salen ribetes de lana de oveja y alpaca hechos a mano, que son grabados posteriormente en sandalias. A la fecha, ya han despachado sus productos a mercados como Italia y Canadá.

Llame ya

El País cita la participación de la organización Madre Coraje en el apoyo, el diseño e implementación de estos emprendimientos en Pataypampa. Sin embargo, la impecable predisposición de las mujeres del pueblo no basta. 

Citada por El País, Nelly menciona que “…les hace falta un técnico que les asesore para exportar sus (…) productos”. De acuerdo al medio, “…los beneficiarios de los proyectos, en los que se han invertido dos millones de euros (20% de aporte local), llevan desde 2010 trabajando solos”

“Quedarían dos retos. Crear una oferta laboral amplia para los jóvenes y que se consolide la zona como un lugar con una experiencia sistemática y profesional”, afirma Jaime Pineda, gestor de proyectos de desarrollo de Madre Coraje.

Si se es un economista y se quiere remangar la camisa, sacarse la cobata y dejar la comodidad de una oficina corporativa para hacer un trabajo de consultoría en una zona no apta para débiles, llame a Madre Coraje y asesore en negocios y microempresa que hay muchos caseríos como Pataypampa, con personas que lo esperaran felices todas las mañanas: de momento todas ellas con una sonrisa más simpática y verdadera que la de su jefe.


Escrito por

Eduardo Recoba Martínez

Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba


Publicado en

Redacción mulera

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