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Camión transportando combustibles ilegalmente. Foto. g. arriarán 

La zona gris

Las intrincadas relaciones entre la economía formal y la informal en Madre de Dios

Publicado: 2014-02-14


Un espacio de indeterminación divide lo legal de lo ilegal, lo transparente de lo corrupto, lo moral de lo bárbaro, en las ciudades mineras de Madre de Dios. El oro que se extrae por fuera de la ley de los cursos de agua de la selva fluye luego con total naturalidad hacia el sistema gracias a la serie de paradojas sobre las que se funda y re funda el Estado y el mercado en la frontera.

Aquí, los mineros en vías de formalizarse usan concesiones que ya fueron devastadas para lavar el oro que extraen de la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional del Tambopata, de concesiones forestales y de terrenos invadidos. El mismo proceso de formalización que está impulsando el Estado para los mineros del corredor constituye para ellos su principal método de blanqueo de oro y dinero.

El mercurio que se usa para separar las partículas de oro de la arena se importa libremente y dentro de los parámetros de la ley, desde España, a través de una compañía asentada en la ciudad: “Triveño, el Rey del Mercurio”.

En Mazuko es vox populi que uno de los hijos del clan Baca–Casas es el concesionario de Ferreyros, y la maquinaria pesada que se utiliza para la remoción de enormes cantidades de arena aluvial descansan en terrenos o grifos a lo largo de la Carretera Interoceánica con absoluto desparpajo. El oro sale de los campamentos a ciudades como Huepetuhe y Mazuco, y de allí se transporta a Puerto Maldonado o al Cusco en camiones blindados de PROSEGUR.

Foto: G.Arriarán

Foto: G.Arriarán


¿A quiénes compran los mineros informales e ilegales esta maquinaria pesada?


Foto. G.Arriarán

Foto: G.Arriarán

Foto: G.Arriarán


En la avenida Ernesto Rivero, en las inmediaciones del mercado, allí de dónde salen los transportes hacia Boca Colorado, Pukiri, Mazuco, Huepetuhe, Delta 1, La Pampa y los kilómetros que van del 96 al 107 de la carretera Interoceánica, las oficinas de empresas de compra y venta de orocomo Oro Fino y Royal Gold, entre varias otras, se intercalan con las agencias de los bancos: el Scotiabank, el Interbank, el Banco de la Nación y las cajas de ahorro de Arequipa, Tacna y Cusco; y la gente transita entre unas y otras cotidianamente.. Sin duda ésta debe ser la zona más segura de la ciudad. A las puertas del mercado un cartel reza: “Amigo de lo ajeno, no entres a robar si no quieres recibir una caricia de los socios”; y hay policías guardando las esquinas del corazón financiero de Puerto Maldonado.

El 60% del oro que se extrae de las cuencas de los ríos de Madre de Dios va a parar a refinerías norteamericanas, italianas y, finalmente, a bancos suizos; y puede que las medallas con las vírgenes y los anillos de matrimonio que se venden en Lima y que está usando usted en este mismo momento se hayan fabricado con oro procedente de las cabeceras del Inambari y de los afluentes del Tambopata, es decir, de lo que otrora fuera uno de los lugares más biodiversos del planeta.

Nada de esto funcionaría, nada de esto sería posible, si el estado no presentara aquí la más virulenta de sus caras.

Un informante relata haber visto a Gregoria Casas Huamanhuillca en una sala del hotel Cabaña Quinta entregar a Fujimori una reproducción a escala de una retroexcavadora forjada en oro macizo, a finales de los 90, cuando su gobierno hacía algunos años que había eliminado el Banco Minero, a través del cual se compraba y vendía todo el oro de la región. “De orito es, papá” recuerda que la tía Goya dijo a Fujimori. El testigo del intercambio pensó que la retroexcavadora de oro iría a parar a manos de Kenyi, para que el predilecto de los Fujimori jugara con ella como con cualquier otro de sus carritos, aunque luego sospecharía que aquél pedazo de oro habría sido fundido y sacado del país con los otros lingotes que se rumorea el Chino se llevó para Japón.

Los policías apostados a lo largo de la carretera Interoceánica conforman lo que tal vez sea una de las mayores tramas de corrupción en el país. 

control policial en la carretera interoceánica. foto: g.Arriarán






En los controles policiales, la coima (ya establecida por la costumbre) por el paso de un barril de petróleo cuesta 50 soles, y la de los repuestos para los motores y las motobombas que usan los mineros, 80. Si un galón de petróleo cuesta 13 soles en la ciudad, en los campamentos ese mismo galón de petróleo no baja de los 30. La información se paga en oro. Muchos mineros sabían hasta tres días antes cuándo se realizarán los operativos de interdicción y voladura de la maquinaria. Cuando los policías y los fiscales llegaban a los lavaderos muchas veces no encuentran nada, ni a nadie. Aunque intensificación de las interdicciones, poco a poco, comienzan a cambiar esta figura. 

Los poblados a lo largo de la carretera están llenos de “restaurantes” con cubículos al interior donde los clientes habituales pueden ir a acostarse con las camareras, muchas menores de edad y forzadas a la prostitución para pagar las deudas que contraen con las proxenetas. Las mujeres allí son deudas que caminan y que pueden transferirse entre las dueñas de los restaurantes, igual como sucedía hace un siglo, con nativos que pasaban de las manos de un cauchero a otro. Deben haber centenares, incluso miles de estos prostíbulos. Pero salvo una red desarticulada en octubre del año pasado, son todavía muy pocos los casos de trata que la fiscalía procesa, comparados con la dimensión que ha adquirido este delito en el departamento. 

Un pasaje entre Puerto Maldonado e Iñapari cuesta para cualquier persona 35 soles. A un hatiano, algunos transportistas cobran hasta 120 dólares; y cada noche coyotes los hacen cruzar la frontera hacia el albergue de refugiados que se ha construido en Brasil para acogerlos. Nuevamente, la diferencia entre los precios de transporte entre ciudadanos y los haitianos que son víctimas de tráfico de personas apunta hacia la policía.

Puerto Maldonado hierve de historias y rumores sobre la corrupción del estado como éstas.

Aquí pareciera como si el dinero del oro fluyera hacia el sistema como consecuencia de un proceso osmótico, como si el límite entre lo legal y lo ilegal fuera tan poroso como una película de celulosa.


Escrito por

Gabriel Arriarán

Periodista.Interesado en temas de trata de personas, corrupción del Estado y minería informal.También en literatura y arte. @gabrielarriaran


Publicado en

Redacción mulera

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