Borges y el amor
Un comentario sobre "Ulrica", el único cuento de amor del escritor argentino.
¿Por qué Borges habló del amor solo en un cuento titulado "Ulrica"? Dedicó páginas a la filosofía, a los laberintos, trato de refutar al tiempo. Esto podría interpretarse como que Borges era muy intelectual y los asuntos amorosos le eran banales. Esto es solo a nivel superficial, claro.
Considero que Borges no había tocado el tema porque, como recuerda un poema de Carlos Drummond de Andrade, el no se arriesgaba con la palabra "amor", esto es, no la manoseaba. Y solo le basto un cuento para decir todo lo necesario al respecto, borgeanamente, claro está.
Volviendo a leer "Ulrica" lo he calibrado como un cuento de nostalgia acerada, es decir, como una lucha por la evocación del amor, por no perder aquel recuerdo y en caso se le perdiera como un esfuerzo por recrearlo. "Ulrica", que a primera lectura parece un cuento simple en El libro de arena, nos plantea un tratamiento contradictorio del amor: la simpleza ambigua, la fugacidad de lo perenne.
¿Por qué recordar a Ulrica? Acaso se trate de una lucha contra el tiempo, de una forma por amenguar la nostalgia, quizá se trate de un intento por volverla a poseer. Y es que escribir sobre Ulrica es invocarla, actualizar su recuerdo.
El narrador, Javier Otárola, nos precisa que será fiel a los hechos tal como sucedieron, de lo cual se infiere que no habrá añadiduras o hipérboles, sin embargo este intento mengua y nos adentraremos en un mundo extraño, lleno de símbolos.
En los primeros párrafos el amor se presenta sin aderezo especial y el encuentro de los amantes ocurre en un lugar llano, simple. El narrador indica así que no la conoció en los vitrales de las Cinco Hermanas de York sino en un humilde saloncito de Nothern Inn.
Hasta aquí el cuento bien podría ser calificado de realista, pero luego advertimos cambios en el desarrollo del discurso narrativo. Al respecto es importante resaltar cómo Ulrica va convirtiéndose en otras mujeres, en otros mundos. En tal sentido es comparada con la Ann, la amada extraviada que De Quincey buscará sin éxito en Confesiones Confesiones de un opiómano inglés; asimismo el narrador la llamará Brynhild en recuerdo de las sagas escandinavas.
Así, todo se transforma a partir de quien recuerda: es posible que la memoria de Javier solo haya seleccionado momentos gratos o que exagere en su relato. En cualquiera de los casos se trata de un recurso que hace más placentero aquel momento fugaz que significó el descubrimiento de Ulrica.
Al respecto una pregunta que se plantea es la siguiente: ¿qué sabe Javier de Ulrica? Considerando al cuento como una metáfora del erotismo diremos que en las relaciones nunca se conoce más que perspectivas, es decir, conocemos lo que creemos ver (o lo que queremos ver). Recordemos que Javier no recuerda ni su apellido y que posiblemente todo lo que nos informa de ella solo sean detalles banales o invenciones suyas. Borges resalta entonces que amar no es un conocimiento total del amante, y no puede serlo, solo nos está concedido tratar con atisbos, retazos, falsas memorias (valga recordar, por ejemplo, que en un momento ambos se cambian los nombres y Javier es llamado Sigurd).
Debido a estas referencias la atmósfera se enrarece y todo se verá marcado por el signo de los ambiguo. Como sucede con el amor las cosas adquieren matices arcanos, incluso fatales, y lejos estaremos de aquel inicio que planeaba ser parco y directo.
Al final del cuento Ulrica se ha convertido en un bello ideal para Javier. Ciertamente Ulrica es una presencia que evoca diversas fuerzas, es una intensidad concentrada que el narrador desea; ella simboliza lo que él no tiene: vida, sexo, literatura, misterio.
Esta acentuación de las cualidades de Ulrica cobra realce cuando se alude a la saga escandinava del epígrafe, el que reza como sigue: "Él tomó su espada, Gram, y acostó el metal desnudo entre los dos". Ahora, en el cuento se menciona que entre Ulrica y Javier está espada desaparece, lo cual permite una unión sin armas, sin corazas u óbices.
En este sentido Ulrica fue el momento de la complementariedad total, donde todo se transforma: los espejos así desaparecen y ella puede pronunciar su nombre (lo que antes no podía). Todo este summun, toda esta potencia finalmente concluye, acaba, quedando solo el texto (la recreación de la memoria), como un vestigio de aquel evento soberano.
Pienso que el relato así puede ser una metáfora de nuestro erotismo con el otro: uno bien quisiera que el asunto se limitará a la realidad práctica, que todo acabará con el tiempo histórico (un comienzo y un final), sin embargo pareciera que la esencia de la erotización sea el trastocamiento de los sentidos, la ambiguedad. Un trastorno fugaz, breve como acontecimiento, pero que permanece en la memoria.
Ahora, hay una frase del cuento que da un giro a la concepción del amor de Javier: "Todo esto es como un sueño (...) y yo nunca sueño". Entonces ¿cómo saber si Javier está soñando? Para mí la frase nos sugiere que toda la parafernalia alrededor de Ulrica solo es viable en lo onírico, toda esta magia, todo este realce mítico, toda esta potencia es imposible en la realidad factual.
Javier nos muestra entonces un problema típico del amor: se inventa a una Ulrica con la finalidad de volverla a poseer en sueños. En este sentido él opera como los temibles espejos borgeanos que reproducen ad infinitum la realidad. Se trata de un recurso para vencer su nostalgia (como lo hiciera con aquel antiguo amor de México).
La tensión del cuento se pone de relieve con las menciones más bien de un amor simple, concreto, sin mayores complicaciones, así por ejemplo el mismo Javier considera que él es una aventura más para Ulrica y ella le recuerda que "Siempre es una palabra que no está permitida a los hombres" cuando él aspira a la eternidad del encuentro.
Estos son entonces los caminos ambiguos que Borges nos plantea con el recorrido del cuento: ¿por qué inventamos un amor ideal cuando quizá amar es la más pura simpleza?, ¿amar es un "acto de fe" como menciona Javier o una realidad sencilla que olvidamos y gustamos de artificializar?
Escrito por
Escritor y corresponsal de literaturas indígenas en Latin American Literature Today
Publicado en
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