Forman parte de la misma red –el Grupo de Diarios de América–, son los principales diarios de sus países, conservadores aunque supuestamente liberales. Las coincidencias son muchas, pero quizás una de las más recientes son sus enfrentamientos con sus respectivos gobiernos. La Nación, junto con Clarín, estuvo inmersa en la iniciativa del gobierno de Cristina Fernández por frenar el monopolio de la producción nacional de papel de diario. El Comercio, ya sabemos, es protagonista principal de la concentración de medios en el Perú.

Y precisamente sobre este tema se refiere la editorial de hoy del diario argentino. En ella hace una reseña favorable a El Comercio como una empresa de comunicaciones exitosa. Eso sí, a su estilo.

“Una cuestión mercantil, consistente en la compra por El Comercio del grupo editorial Epensa, ha originado la confrontación de ideas en la que no han perdido la oportunidad de terciar elementos continentales comprometidos con la ausencia de libertades en Cuba y Venezuela y con su degradación en otros países de la región a cuyos gobernantes narcotizan los delirios del fascismo de izquierda. Nada sorprende que quienes buscan la paja en el ojo ajeno, pero sin acusar el peso del elefante ideológico que aplasta las libertades públicas en sus países, hayan entrado a opinar, como si fueran campeones del liberalismo, en un tema en que se dilucidan intereses, más que principios, sobre el papel de la prensa en las sociedades modernas”, dice.

Y luego de hacer un breve recuento sobre las ideas divergentes de los Vargas Llosa, se dirige a los periodistas que han presentado un recurso de amparo ante el Poder Judicial. “Ocho periodistas han interpuesto, en medio de ecos propiciatorios del gobierno de Ollanta Humala, un recurso de amparo a fin de que se suspendan los efectos legales de la operación. Son periodistas nada afines hoy, aunque pudieron algunos haberlo sido en el pasado, a lo que representa un medio de las calidades y penetración de El Comercio en la sociedad peruana. Se le acusa de "acaparar" una lectoría excesivamente grande, ¿pero qué tipo de imputación es denunciar a un diario por lo que más vale, esto es, por su grado de aceptación en la comunidad hacia la cual se dirige en interpretación de los intereses y sensibilidades que la definen?”.

A continuación compara lo ocurrido en el Perú con Argentina. “Todo esto tiene algún aire de familia con las imputaciones hechas aquí por el kirchnerismo, con tediosa jerga, contra los 'medios concentrados'”. Y añade: “Acusar a un diario de 'acaparar' lectores es por definición absurdo. Los lectores no se 'acaparan', a menos que se les imponga de continuo una cadena oficial. Si los diarios cuentan, en mayor o menor cantidad, con la adhesión cotidiana de seguidores es por una relación espiritual, por una identificación, de ida y vuelta, con los valores que expresan. Eso no lo podría cuantificar por propia decisión gobierno ni juez alguno”.

Bueno, no sorprende este halago entre empresas del mismo sector y orientación política. Tampoco que El Comercio lo haya difundido. Lo cierto es que aquí en el Perú el debate sobre la concentración de medios y el peligro que ello implica para la libertad de expresión está abierto, por un lado, y por el otro, se espera que el Poder Judicial se manifieste sobre el recurso de amparo. Una cosa debe quedar clara: el conflicto del gobierno argentino con los medios de comunicación no tiene nada que ver con lo que está en juego aquí.

Puedes ver la sección Concentración de medios que tenemos en La Mula.