¿Seguirán emergiendo?
Economías emergentes y sus desafíos: del salto económico a la divergencia social y política
La palabra emergente es fea. Suena peyorativa. En economía, por inercia semántica el manejo de este adjetivo es necesario por ser didáctico, describiendo un esquema de crecimiento en países o segmentos de la sociedad, que van por la senda del incremento del gasto y consumo tanto públicos como privados.
¿Economías emergentes o economías en desarrollo? Un ejemplo: Latinoamérica
Se podría colocar a México y Brasil a la cabeza de la tabla de posiciones de los más activos en consumo y con mercados más profundos; seguidos por el Perú, Chile y Colombia, quienes han realizado mejoras técnicas en los últimos años aprovechando el dinamismo de precios internacionales (2006-2011) y flujos de liquidez acompañados de bajos tipos de interés, terna de países, que han alcanzo cuotas interesantes de crecimiento e incremento de la demanda y gasto; luego, estarían Argentina, Venezuela, Ecuador y Bolivia, economías que intentan adecuarse a un modelo de crecimiento desde hace una década, pero les está costando trabajo sacar el enfoque adelante ya sea por razones políticas o técnicas. Paraguay y Uruguay por ser mercados más pequeños, siguen un patrón más sencillo y transparente. Aunque Uruguay y sus reformas, han provocado encontrar una economía saneada y con un rumbo definido de cara a los próximos años.
La Teoría del Desarrollo, que se trabajó en los años 70, halló una vez más una trampa en este nuevo escenario territorial.
En la década de los años 80 y 90, regionalmente el esquema estaba definido: posturas que iban desde el liberalismo a ultranza, hasta un keynesianismo moderado en cuanto a política y economía. El ingreso de nuevos actores en la escena regional, provocó una reacción mixta: por una parte, este enfoque volátil mutó a uno más pragmático y técnico; por otra, se acentuó la irregularidad en políticas socioeconómicas, yendo éstas hacia la senda del populismo. El chavismo gobernante de Venezuela por ejemplo, ya cumplió 15 años en olor a multitud; pero en 2013, con un crecimiento nimio del 1% y un azote inflacionario del 56%, la tarea sigue en sección ‘pendientes’. El Chile de Pinochet de fines de los 80 y su fortaleza en una década eminentemente neoliberal de los 90 con el costo social que conllevó esto, hoy es una economía con dificultades para crecer, habida cuenta los precios internacionales de materias primas y el impacto reciente en las restricciones de liquidez mundial en la inversión del país del sur; igual: tarea pendiente. La conclusión es que sea de un extremo al otro, la situación no mudó mucho de atmósfera. Cambiaron los actores en todo caso.
De acuerdo a Ricardo Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard: “Por definición, el desarrollo no es sólo más de lo mismo, al igual que un adulto no es sólo un bebé grande. El proceso implica la adición y la combinación de las capacidades nuevas y existentes para apoyar las actividades más diversas y complejas”.
En este punto se aterriza en la diferencia con una economía emergente: no es desarrollo necesariamente el hecho de incrementar gasto o consumo si éstos no se diversifican, si no se convierten en políticas de Estado o simplemente no son parte de una visión largoplacista. En palabras de Hausmann, actividades con objetivos más diversificados y complejos.
Lo emergente en economías como las regionales por ejemplo, no necesariamente recoge experiencias, transforma y replica hábitos de cara a futuro; lo emergente, podría ser un espejo medianamente serio de un crecimiento estadístico, tan sólo una coyuntura temporal de precios. Parafraseando al poeta Nicanor Parra: crecimiento para ‘algunos’, en desmedro de unos ‘pocos’.
En conclusión, no es lo mismo crecer que desarrollar.
El analista Moisés Naím tiene una visión más gráfica: “Los países emergentes son como los adolescentes: propensos a los accidentes. Se caen, resbalan, los empujan, corren riesgos innecesarios” y como todo adolescente, ADOLECE de muchas cosas.
Las economías emergentes, de momento, parece que sólo han crecido. No necesariamente eso está mal (crecer), porque como la adolescencia es parte del panorama de aprendizaje: este aumento, genera una plataforma para el impulso socioeconómico que bien rentabilizada, podría ser un motor de desarrollo.
El problema es que este crecimiento de los últimos siete u ocho años, no ha sido un fenómeno sistémico en las sociedades o economías emergentes. No ha llegado a todos. No se generalizó.
Los puntos en agenda
Actualmente y ante las perspectivas económicas moderadas que se vienen para el 2014, Naím anota que existen tres puntos que preocupan a los países emergentes: “La primera se origina en China, la segunda en Estados Unidos y la tercera es hecha en casa; un ‘autogol’ que cada dispendioso Gobierno emergente le marcó a su país”.
China es una suerte de cliente fijo para las economías emergentes, sobre todo regionales. De continuar con precios internacionales en materias primas bajos, países como Chile, Colombia o Perú tendrían problemas para prolongar el ritmo de ingresos por exportaciones, que obtenían años vía despachos y pedidos chinos.
Estados Unidos, a fin de paliar los efectos de la crisis financiera del 2008, bajó los tipos de interés hasta un punto donde los países emergentes encontraron diversas oportunidades de financiamiento barato; esto podría cambiar en 2014 pues los flujos no necesariamente vendrían con la misma intensidad que años pasados.
De acuerdo a cada economía emergente, las hubo unas más derrochadoras que otras, todo estaba en función a qué tan populista era el estrado y la galería. Naím señala que “La abundancia permitió vivir por encima de las posibilidades y (…) no hacer las reformas necesarias”.
Ernesto Talvi, investigador de Brookings Global-CERES Economic and Social Policy in Latin America Initiative, señala refiriéndose a las economías emergentes latinoamericanas: “Una vez que excluimos de los cálculos de crecimiento, los altos precios de las materias primas y el bajo costo de capital y de crédito, el desempeño económico reciente de América Latina apenas supera su prosaico promedio histórico”.
Ante este panorama, los retos son claros:
Mejoras en infraestructura. Esto tiene estatus de política de Estado: salud, vivienda, educación, son tópicos desde los cuales cada Gobierno emergente tiene un pendiente muy serio. En Perú, los proyectos para reducir la brecha en infraestructura y el acceso vía concesiones es muy lerdo. Se esperaría que las asociaciones público - privadas (APP) sean una buena fórmula, tan buena que animó a Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva a afirmar que la ejecución en proyectos concesionados compute una cifra de US$11 mil millones en el 2014. La realidad: las APPs andan a paso cansino.
Regresando al panorama global, tópicos como infraestructura son críticos no sólo por la inversión que traerían y el impacto sobre el mercado laboral; también hay puntos que pueden ser un reflejo del estrecho margen entre ser un país en vías de desarrollo y un país emergente: la calidad de vida es un punto. Por ejemplo, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, “…los accidentes de tráfico en economías emergentes se situarán al nivel de las muertes por sida, que es una de las principales causas de mortalidad en el mundo en desarrollo”.
Pobreza. Cuando en 2012, un acucioso Bill Gates dijo: "…la ayuda debe ir a los más pobres, no a países con ingresos medios como Perú", algunos analistas y políticos locales casi entran en coma, algunos con razón porque la frase que estimuló a Gates a mencionarla, podría ser resultado de ver estadísticas per cápita, siendo éstas potencialmente engañosas. Cierto, las necesidades de un país subsahariano son más urgentes que las del Perú, pero aún éste posee cifras que acusan pobreza y extrema pobreza en rangos del 25.8% y 67% respectivamente, según el INEI al 2012 y en zonas mayoritariamente rurales. El pendiente en infraestructura viene atado al de pobreza. El Instituto Peruano de Economía, en 2013 señalaba que: “…La pobreza no es solo problema relacionado con la carencia de ingresos, sino que también involucra la falta de acceso adecuado a servicios de salud, agua y saneamiento; a educación; y a una buena nutrición”; la fuente agrega “…el Fondo Nacional para la Inclusión Económica (Fonie), a cargo del Ministerio de Inclusión Social (…) podrá financiar proyectos de infraestructura y gastos de mantenimientos en los sectores de telecomunicaciones, caminos y carreteras, agua y saneamiento y energía en zonas rurales”, lugares donde la pobreza es endémica en el Perú.
Exclusión. Hablar de infraestructura y pobreza, es posarse en la exclusión social actual al interior de las economías emergentes. El crecimiento trajo en los últimos años desigualdades, muros (físicos y emocionales), racismo y otros resabios sobre todo en países cuya prosapia colonial sigue vigente en el cuadernillo mental de las clases dirigentes que –para mal y en determinados casos- las clases medias actuales, aupadas por el boom económico de los últimos ocho años, las están replicando. La exclusión como fenómeno socioeconómico en las naciones emergentes puede ser herencia de siglos, pero la potente energía consumidora la ha acentuado. Hay quienes van por otro lado: el ex ministro de economía peruano Luis Carranza, el ministro de los años dorados de precios altos y fluidez de capital, va más por la línea de dejar la inclusión social como pendiente y más bien empujar el motor de la inversión privada: “…dejar el discurso de la inclusión por el de la generación de empleo, fomentar la inversión privada y no perder el tiempo”. Lo dicho: Carranza fue un ministro de años dorados.
Reformas en gobernabilidad y economía. Es cierto que la gobernabilidad en algunas naciones ha mejorado: incremento de la democracia, programas sociales, participación ciudadana, derechos civiles; pero aún se perciben máculas como la corrupción. De acuerdo al informe de Eurobarómetro, sólo en España el 95% de la población considera que la corrupción es sistemática en todas las esferas de gobierno. El estudio recalca que el sector construcción es el principal sujeto y objeto de corrupción. Muy claro: ¿Qué sector ha sido el más poderoso en las economías emergentes en los últimos ocho años, dados el aumento del consumo y demanda interna?, ¡exacto! ¡construcción!. Respecto a las reformas económicas, se han hecho avances técnicos sobre todo en política fiscal y monetaria donde se han mejorado los estándares de disciplina en el manejo de la caja pública y de la estructura monetaria, sin embargo, el cuidado del presupuesto se ha convertido esquizofrénico. Pese a lo dicho por IPE, las partidas fiscales para la inclusión social y el combate de la pobreza, son cada vez más estrechas y complejas para acceder a ellas. Se añade la informalidad al interior de estas economías, que en el Perú explican -de acuerdo a Iván Rivera, profesor del departamento de economía de la Pontifica Universidad Católica del Perú- el 50% de la economía local.
De momento, precios a la baja de materias primas, menor liquidez vía incremento de tipos de interés y un crecimiento económico débil son tres premisas que decantan en los retos mencionados.
¿Podrá Argentina superar la valla en este 2014 ante una reciente devaluación del peso, sangría de reservas y probable (o probablemente actual) estanflación? ¿Turquía seguirá la senda de Grecia con una crisis económica acompañada de inestabilidad política? ¿La especulación vía consumo, generará burbujas inmobiliarias (si no está dándose ya este fenómeno) en países como el Perú, Chile o Colombia? ¿El déficit de balanza de pagos en estas economías se incrementará sin poder cerrar la brecha externa en azul en el 2014?
Ernesto Talvi, concluye: “Para evitar este escenario, los líderes políticos necesitan tener una visión a largo plazo del crecimiento económico (…) Si la educación de alta calidad sigue siendo del dominio exclusivo de unos pocos, ninguna cantidad de exuberancia irracional será capaz de enmascarar la amenaza que conlleva para el crecimiento económico y la estabilidad social a largo plazo”
A cerrar pendientes entonces.
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Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba
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