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El fin de una fantasía y el inicio de otra

Sid Vicious, el legendario bajista de la banda Sex Pistols, falleció un día como hoy en 1979.

Publicado: 2014-02-02

"Si Rotten es la voz del punk, Vicious es la actitud".  

Esta fórmula, redonda y vendedora aunque interesada y posiblemente deshonesta, no suena por ello, a 35 años de la muerte de Sid Vicious, menos certera. Pronunciada por Malcolm McLaren, el manager de los Sex Pistols, la frase concentra en todo caso el sentir de muchos de los seguidores de la escena punk británica de fines de los setenta e inicios de los ochenta. Buenas épocas aquellas, está uno tentado a decir: épocas doradas en las que lo más cercano a la peste de Bieber era el récord criminal de las estrellas de vanguardia. 

Pero a ver, paremos un momento -no sé si me siento cómodo con esa comparación. No debería haber ninguna continuidad, ni similitud, ni nada. Estamos hablando de Vicious, maldita sea. Empezamos mal.

Otra vez: De estar vivo, Sid Vicious tendría hoy 54 años. Admitamos que no es fácil imaginar al legendario bajista de los Pistols deambulando hoy en día por calles de Londres, entre graffitis de Banksy y pancartas con el rostro del primer ministro Cameron. Algo no encaja en esa imagen. 

en realidad algo tampoco encaja en esta imagen de su colega Johnny rotten (navidad de 2011)

Algo en él -¿la quintaesencia de la actitud punk?- apuntaba decididamente, desde que su esbelta y enmarañada figura emergiera en 1976 en el panorama de la cultura pop británica como vocalista de The Flowers of Romance, hacia un final amargo y precoz. Como Hendrix, James Dean, o el personaje de Antínoo en Memorias de Adriano, Vicious forma parte de esas bellas fantasías colectivas con síndrome de obsolescencia programada. 

Creo que me puedo tomar la licencia de decir que, musicalmente, el punk está acabado. No hay grandes peleas ahí que valgan la pena. Posiblemente el punk falleció dignamente en los ochenta, o quizá terminó aquí:

En todo caso, está acabado. Como ícono, sin embargo, Sid Vicious perdura de modo inquitante -quién sabe si como el índice de una época anhelada, en el estilo de los polos del che, como el recuerdo de una gran batalla perdida, de un conjunto de sueños y potencialidades que quedaron muy pronto rezagadas en la era Reagan. Vicious falleció un día como hoy de 1979, y con él se fue una parte del pequeño bastardo subversivo que, quiero creer, todos los jóvenes tenemos dentro. ¿O es que también él participó en la carnicería?

Nacido con el nombre de John Ritchie, el famoso bajista de los Pistols inició su breve travesía entre los mortales un 10 de mayo de 1957. Desde muy temprano tuvo una intensa relación con el mundo de las drogas: de niño las vendía en la isla de Ibiza, en España, donde su mudó con su madre luego de que su padre los abandonara; a los 14 años vendía LSD en conciertos, y a los 17 se había iniciado ya, junto a su madre, en el consumo de drogas intravenosas. Tomó el nombre artístico de "Sid Vicious" de una broma relacionada con el hamster de su colega John Lydon (Johnny Rotten), "Sid", que al parecer le mordió y fue tildado de "Vicious" (vicioso) por el bajista.

Veámoslo en acción:

Inmediatamente surgen algunas preguntas. Una de ellas es "¿Qué carajo es eso que tiene puesto en la cabeza?", pero otra, quizá más importante, es "¿A quién cree que está engañando con esa manera de tocar el bajo?". ¿No les recuerda a algo como esto?

En fin. De todas formas vale la pena notar que aquello no impide al bajista, ni bien empieza la canción, pararse muy seguro de sí delante del cantante para hacer lo suyo. Para los fans, era el futuro lo que tenían delante.

Yendo a contrapelo de las leyendas que giraban en torno a la supuesta agresividad de Vicious, John Lydon comentó una vez que "Sid no podría ni darle un puñetazo a una bolsa de papas fritas". Aunque es cierto que el músico tuvo en varias ocasiones problemas con la ley y que se ha registrado que durante su adolescencia asaltó a unos cuantos ancianos, hay que admitir que existe un componente de teatralidad muy fuerte en la historia de John Ritchie.

Musicalmente, aquello queda muy claro – más que su habilidad al tocar, lo que llamaba la atención era su forma de ser, su look, para entonces identificado con tendencias de vanguardia: su manera de cagarse en la nota. Vicious era un ícono. No necesitaba saber de música.

De hecho, en la biografía de los Sex Pistols escrita por Jon Savage, England's Dreaming, el autor revela que las partes del bajo de la banda fueron grabadas en realidad por el guitarrista Steve Jones y que cuando los Pistols se presentaban en vivo el amplificador de Sid estaba apagado frecuentemente. Además, Lemmy Kilmister de Motörhead reveló que Sid le había solicitado clases de bajo diciéndole textualmente "no sé tocar el bajo". La respuesta de Kilmister fue la misma que habría pronunciado cualquier persona con dos dedos de frente: "ya lo sé".

En noviembre de 1977 Sid conoció a la groupie Nancy Spungen y muy pronto empezaron un agitado amorío. Fue Nancy quien inició a Vicious en el hábito de inyectarse heroína, engarzando de esta forma el rápido deterioro del bajista, y con él, el final de la banda. Los Pistols se separaron en medio de su tour por los Estados Unidos en 1978. Con Nancy como manager, Vicious siguió actuando por un tiempo como solista, y llegó a actuar junto a músicos como Mick Jones de The Clash, Jerry Nolan y Johnny Thunders de los New York Dolls.

El trágico final de su vida, ocurrido poco después de la misteriosa muerte de Nancy, es retratado por la película de Alex Cox Sid & Nancy (1986).

Unos días después de ser incinerado, la madre de Sid encontró una nota de suicidio en el bolsillo de su chaqueta. Decía "Hicimos un pacto de muerte, yo tengo que cumplir mi parte del trato. Por favor, entiérrenme al lado de mi nena. Entiérrenme con mi chaqueta de piel, vaqueros y botas de motociclista. Adiós. Con amor, Sid". Se pensaba que el músico se había suicidado. Sin embargo, su madre reveló luego que ella misma le había suministrado la sobredosis de heroína que causó su muerte. Sid tenía 21 años. Falleció en su ley, dejando incluso en sus últimos momentos una firma inolvidable -un modelo a seguir, tanto por nuestros Cobains como por nuestros Biebers.


Escrito por

Alonso Almenara

Escribo en La Mula.


Publicado en

Redacción mulera

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