Rayuela en el teatro
Grupo argentino llega a Lima para presentar montaje de la obra de Cortázar.
El grupo teatral argentino La Cuarta Pared, conformado por Horacio Rafart y Guillermo Ale, acaba de estrenar este lunes en el Centro Cultural Ricardo Palma un montaje propio basado en Rayuela, la famosa novela de Julio Cortázar que cumplió el año pasado sus primeros cincuenta años de publicación.
La novela narra la historia de Horacio Oliveira, un escultor argentino exiliado en París que se pasa los días conversando apasionadamente de literatura, música y demás temas esotéricos con sus amigos del “Club de la serpiente”, cuando no está errando a orillas del Sena en busca de su elusiva amante La Maga.
Novela clave del el boom, Rayuela irrumpió en el panorama literario latinoamericano con una fuerza incontenible, gracias en parte a sus importantes innovaciones formales, pero también al hecho de que representa quizá el retrato definitivo del artista latinoamericano en el exilio. Y está, por supuesto, esa historia de amor inolvidable. Y está ese mosaico de referencias que de algún modo logra concentrar en 155 capítulos -que pueden ser leídos en cualquier orden- el agitado panorama intelectual de una época.
El grupo La Cuarta Pared fue fundado en la ciudad de La Plata en 1992 por Horacio Rafart. La idea inicial era la de montar obras clásicas, pero al cabo de un par de años, luego de realizar una gira por diversos países del continente y de entrar en contacto con grandes maestros del teatro latinoamericano como Enrique Buenaventura, María Escudero y, en especial, Arístides Vargas, el grupo cambió de rumbo para dedicarse a montar sus propias creaciones, de carácter explícitamente político.
En este contexto, podríamos pensar que el actual proyecto en torno a Rayuela representa una suerte de anomalía. Horacio y Guillermo me lo presentan así, en todo caso, aunque rápidamente les hago notar que existen varias continuidades entre estas experiencias: por ejemplo, ambas se basan claramente en la investigación. Para Guillermo eso está muy claro: “Cuando hablamos de algo lo hacemos porque nos hemos metido de verdad, y con Rayuela pasó lo mismo. Nos encerramos en hemerotecas, en videotecas a mirar infinidad de reportajes.”
La investigación duró nada menos que tres años. “¿Sabes porqué duró tanto? Por que no sabíamos cómo hacerlo¨, dice Horacio. "No sabíamos cómo encontrarle la punta al ovillo. Además le jodimos la vida a todo el mundo, a investigadores, literatos, lingüistas, les hicimos muchas preguntas".
Una de las características más novedosas de Rayuela es la invitación que nos hace su autor, desde la primera página, de romper con la secuencia lineal de capítulos, siguiendo la secuencia establecida en el tablero de dirección (que salta y alterna capítulos) o por el orden que el lector prefiera. Esto se ve reflejado también en el montaje: “La idea es que cada presentación sea distinta", explica Guillermo. "En el día del estreno, tocamos incluso cosas que no habíamos tocado en el último ensayo general. No es que la obra va a cambiar radicalmente con cada presentación, pero el orden de las escenas y el desarrollo de cada una se decide en el momento. Está por ejemplo la escena de la violación de la Maga. Está en el montaje pero podemos desarrollar la escena o no. También tenemos, como en la novela, 'escenas prescindibles' que podemos usar o no en función de lo que sentimos. Es un juego que podemos hacer porque tenemos muchos años trabajando; tenemos nuestro propio código y dinámica, nuestra manera de entendernos en escena.”
El Perú
“Llegamos al Perú por primera vez en el 95. Lima fue la ciudad que nos abrió las puertas de Latinoamérica", cuenta Horacio. "En un mes habremos tenido aquí una función por día, en todos los barrios, en la Sala Alcedo, en la Salazar Bondy, en teatros gigantes, en sitios donde ni subía el agua allá en Comas, en Villa el Salvador, en la Plaza Manco Cápac. Recorrimos todo, y eso fue para nosotros de una calidez maternal en medio de un exilio de nueve meses en el que no regresamos a la Argentina. Lima nos dio eso. Ahora que tenemos la posibilidad de estrenar, nos dijimos: vamos a arrancar por Lima. Es una ciudad caóticamente hermosa, impredecible (no sé si eso es bueno o malo), de un realismo mágico a veces grosero, a veces bello. Lima es como meter todos los sentimientos en una licuadora: no sabés si te va a caer bien o mal pero te cambia.”
Me da curiosidad saber hasta qué punto esas experiencias peruanas tienen un lugar en su obra, y me sorprende notar lo informados que están de la situación -mucho más que el peruano promedio, si se me permite la acotación.
“Hemos incluido casos peruanos en varias de obras nuestras, hemos estudiado exaustivamente documentos de los ochenta, hemos conseguido facsímiles, etc. Los incluimos a veces en otros contextos, son hechos que quizá se resignifican. Por ejemplo recuerdo una línea de una de nuestras obras: Yo no quiero terminar como esos perros colgados en los faroles de las calles. Finalmente son referentes universales, porque la violencia que se vivió acá en los ochenta ahora pasa por ejemplo en Colombia. Para nosotros venir acá y leer los diez tomos del Informe Final de la Comisión de la Verdad, o ver la muestra Yuyanapaq, o leer ensayos sobre política peruana de los ochenta y noventa, es esencial para nuestra labor. Los testimonios, en especial, son la columna vertebral de nuestro trabajo. Es un material con el que hay que ser muy cuidadoso porque estás contando algo de lo que la gente fue casi testigo primario. Es gente que está afectada por ese dolor,y la idea no es nunca agrandar el dolor. No hacemos telenovelas. Lo que buscamos es contar algo, establecer una cierta consciencia y expresar una idea de lo que queremos como sociedad.”
Termino la entrevista con una pregunta sobre el teatro peruano. Siento una cierta ambivalencia en su mirada: “Si, hemos participado en experiencias con Yuyachkani, que conocemos bien, y en montajes en el teatro Maguey.” Guillermo hace una pausa. “También he ido a ver esas obras exitosas que va a ver la gente acá. Fui al Teatro Pirandello a ver esas obras que hace Carlín, y hay una sala llenísima con entradas que cuestan 60, 70 soles la más barata, con un público muy pituco. Es algo que también existe en Argentina y en todas partes, pero ahí es donde me digo: yo no tengo nada que ver con esto, ni con la historia que están contando, ni con los actores, ni con el público que está sentado al lado mío.”
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“Rayuela” se presenta hasta el 2 de marzo en el auditorio del Centro Cultural Ricardo Palma, de jueves a domingo a las 8:00 p.m. Las entradas tienen un costo de 30 soles (entrada general) y se encuentran a la venta en la boletería del teatro (Av. Larco 770, Miraflores). Con esta temporada, La Cuarta Pared inicia una gira que pasará por México, España, Francia y Alemania.
Este es el video promocional de su montaje:
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